Wanted lovers.
Las cartas de amor de Bonnie & Clyde.
Traducción de Albert Fuentes
Edición y prólogo de Ana S. Pareja
Alpha Decay (Barcelona, 2010)
Confieso que mantenÃa ciertas dudas sobre este libro. En cuanto llegó a mis manos, cortesÃa de Alpha Decay, una editorial que no deja de sorprenderme, lo primero que me frenó fue el presunto poco interés que podÃa tener la correspondencia entre esta pareja de delincuentes, la más famosa y mÃtica de las que han surgido en el hampa criminal. Pensé: «Al fin y al cabo, todo el mundo escribe cartas y, la mayorÃa, incluso la de grandes eruditos, no tienen ningún interés». Mi reticencia aumentó cuando abrà el sobre y encontré un pequeño volumen muy bien editado en el que, simplemente, se recogÃan unas pocas cartas y algunos poemas.
Y abro el libro.
Y comienzo a leer el entregado, apasionado prólogo de la editora Ana S. Pareja. En él nos desglosa la historia de Bonnie Elizabeth Parker y Clyde Chesnut Barrow, de cómo se conocieron, se distanciaron al ser Clyde encarcelado, de cómo Bonnie comenzó a escribirle hasta que el tiempo hizo mella y las cartas dejaron de llegar. De cómo Clyde salió de la cárcel, se reencontraron y huyeron dejando el camino marcado con sangre.
Y empiezo a entender la importancia de estos pequeños documentos, esbozos de vida de dos personas que estaban predestinadas a estar juntas hasta su temprana y violenta muerte. Nos dice Ana S. Pareja que Bonnie tenÃa aptitudes para escribir, que llegó a ganar algunos premios literarios en la escuela. Al contrario que Clyde, un pillo predestinado a delinquir y a llevar una vida nómada… Me pica la curiosidad y, convencido por la editora, pero aún con dudas («hombre, no va a decir que la cosa es infumable») me sumerjo en las cartas.
La primera, de Bonnie, está datada el 14 de febrero (¡vaya!) de 1930. La escribe, por tanto, con 19 años. Es una carta de amor. Me siento como si estuviera leyendo el diario de mi hermana, o sea, me engancho. Y descubro a una mujer entregada, consciente del amor que siente hacia Clyde. No dice gran cosa, rutina. Quiere ir a visitarle, sueña con él. Le quiere. Y asÃ, más o menos, el resto de cartas. Luego vienen las de Clyde, desde la prisión. Más escueto, sus textos son poco explÃcitos, sin duda, como nos recuerda Pareja, para evitar que le intercepten las misivas. Apenas algunos comentarios, muy breves, y el continuo reclamo del prisionero solicitando una foto de su amada para poder admirarla y evadirse de su experiencia en la cárcel, en la que sufrió abusos.
Y llegan los poemas. De Bonnie, claro. Sencillos, biográficos, rústicos pero con estilo, que no es poco. Se agradece la edición bilingüe.
Y contemplo las fotos, recuperadas de los archivos policiales y pertenecientes, la mayorÃa, a un carrete encontrado en una redada y que habÃa sido tomado por Blanche, la cuñada de Clyde. Le pongo rostro a las cartas.
Creo que, por primera vez, he podido ser testigo de la verdad de dos seres cuyas vidas han sido tergiversadas por la prensa, la literatura y, sobretodo, el cine. Ha sido un encuentro sincero con las vÃctimas de un amor quizás desmesurado, tal vez exagerado, sin duda real. Lejos del morbo, de la insignificancia de muchos personajes que están presentes en la sociedad y en nuestra vida pero que, estoy convencido, carecen de ella, la leyenda de Bonnie & Clyde se dignifica al comprobar que, más allá de sus delitos, de su simpleza, existÃa pasión hacia el otro.
Quizás todo esto no es mucho, no lo sé. Pero Wanted lovers me ha hecho pensar en lo poco que se valora el amor cuando se tiene y en lo mucho que se echa de menos cuando no está a nuestro alcance. Un topicazo, sÃ, no hay forma de escapar de ellos.
Los dos protagonistas de esta historia pertenecen a esa extraña y envidiada clase de gente que, por encima de todas las vicisitudes, ama.
José A. Muñoz