Entrevista que es escozor nuestro de cada día

Agustín Calvo Galán (Barcelona, 1968) ha publicado recientemente con la editorial sevillana Ultramarina Cartonera su Escozor nuestro de cada día, acompañado (una suerte para Ultramarina) de Susana Pozo en las portadas, Roser Amills en el prólogo y María Barredo en las ilustraciones interiores. Para esta entrevista Agustín prefiere el precio del sudor y por ello, sentados en unas piedras nos citamos a cielo abierto y a pleno sol, en el terreno pedregoso de cualquier viña portuguesa. Conocía su interés por estos lugares, ya en algún poemario anterior Agustín ha elegido este paisaje, lo que desconocía era la filia de Agustín de citarnos, precisamente, en este lugar y de la forma que elige.

Agustín Calvo Galán (foto: comprateunlibro.com)

-Prefiero que hablemos sin camiseta –me dice. Y nos quitamos las camisetas y del cuello de Agustín cuelga una enorme medalla-. Nada es del poeta, salvo la transformación –continúa, y para ser amable y receptivo con el entrevistado opto por dejar los pantalones doblados a un lado, los calzoncillos encima del terruño, y así lo hace él. Es evidente que así, sin nada que moleste los cuerpos parece más sencillo y epitelial este asunto de la poesía.

-Tu escozor es directo, a veces una sacudida pelviana bien dada, en otras ocasiones pluma en el cuello…

-Siempre he sostenido que la poesía, la prosa de este Escozor nuestro de cada día, debe bascular entre lo bello y lo violento –responde-. Sin olvidar el humor, que es fundamental y, como bien sabes, presente en mis poemas visuales, mi poesía anterior y demás. Cuando me planteé el libro no quería añadir más tópico al tópico, sino contar las cosas como son, abrir de una vez en canal la verdad de cada día, el escozor…

-Claro, yo también soy partidario de que los hombres lleven triangulitos de tela sobre los pechos planos.

-En el  libro digo que son un riesgo de salivación continua.

-A veces no entiendo ciertas diferencias entre los sexos, o todos o nadie, o todos los llevamos o tampoco merece la pena que ellas los lleven.

-Ahí estás barriendo para tu casa…

-Bueno, probaba… a ver si hay suerte y el mensaje cala. Centremos la entrevista, querido: Has contado con la colaboración de tres damas para darle vista a la palabra.

-Y en la presentación también confié en dos “niñas mal”, como Txus García y Laura G. (de la compañía Human Trash), ¿qué haría yo sin mis “niñas mal”? Agradezco tanta generosidad y trabajo: Susana Pozo construyó las portadas sacando el semen del texto, Roser Amills dio en el centro poético de la obra con la construcción del prólogo, y María Barredo puso el dibujo a disposición de la palabra. Eso hace un libro completo, una obra total si hablamos en términos literarios.

-Podría haberse acompañado de algún gadget sexual.

-Ya te hubiera gustado.

-Cierto… Léeme algún extracto de tu obra, lo que creas que pueda ser más representativo.

-Primero te diré que la oración es una oración ilustrada, desmedida, receso tal vez, y una oración aminorada en su gesto de explicarnos, vagos, la lista -pegada con un magneto en forma de tulipán de Holanda a la puerta de la nevera.

-Ya, y es ese magneto en el que siempre olvidamos apuntar la pasta dentífrica y seguimos aplastando el tubo, en forma de espiral, hasta la extenuación, y siempre queda un poco más, un milagrosamente ¡ay! poquito más.

-Ese poquito más evita la desesperación de irse a dormir sin haberlo apuntado en la lista de la compra.

-Agustín, creo que esto mismo explica bien la oración. Y ahora la lectura, lee algo si quieres para los que nos están leyendo –comenzamos a sudar y la piedra en la que nos sentamos ya es prolongación de culo plano.

-Seguiré con la oración, escucha: “Esta oración tiene un sofá sobre el que se aletargan las conversaciones, salvo el deletreo de los días, las fechas sin más, la siesta. (…) Y, en la confianza repetida, sé que cuando llegas a casa y me encuentras atareado, me besas como si regresaras de un viaje, entonces te susurro al oído la canción que he estado tarareando toda la tarde, mientras me crecía en las tareas domésticas. Todo ha sido preparación, te digo, hasta que arribaste”.

-Entiendo que todo es espera y preparación del deseo –le comento.

-Digamos que la pasión no queda saciada nunca, o casi nunca. La espera prolonga la expectativa de la pasión, de la misma forma que la espera del poema, del gran poema, es tentativa. Los poemas que surgirán hasta la llegada de la gran ola, del esperma fecundador y poético, si me permites la licencia, son tentativas. Supongo que este es el motivo de los que escribimos, la espera, los polvos en forma de poema que mientras tanto vamos dando y recibiendo.

-En tu Escozor nuestro de cada día utilizas la prosa pero dotas a esa prosa de un ritmo poético muy característico de tu hacer.

-Es complicado desligar la prosa de la poesía –me dice-. Creo que  no merece tampoco la pena hacerlo. Si el tema y la escritura demandan una estructura formal determinada no debe ser algo premeditado sino que debe ser algo sentido, vivido y plasmado tal y como se autoconstruye. ¿Crees que puede separarse la poesía de lo sexual? ¿La prosa de las formas cotidianas? ¿Qué es más poético? ¿La poesía para el falo y la prosa para el dentrífico? Por favor, no caigamos en los tópicos. Nada parece lo que es y todo se autoconstruye. La espera puede ser poética, como el sexo y la lengua dentro de las bocas. O eso o todo lo contrario. En ningún momento he creído que debiera utilizar una u otra forma para mis paisajes de escozor. Sin más, venían ya dadas con la práctica.

Agustín sonríe y decidimos caminar entre las viñas. En una de esas coge una hoja y se tapa el pene y me dice “ahora soy Adán”. Yo soy algo más comedido y voy escondiendo el sexo entre las ramas y los racimos. “Soy consciente de la caída del hombre, Agustín, y llevo en mi interior el gran y enorme pecado”, me justifico. “Gilipolleces”, sentencia. Y continuamos el camino y la charla.

-Me he sentido muy cómodo leyendo tu libro, Agustín.

-Tú sabrás… –me dice, irónico.

-Me refiero a que la normalidad que imprimes a los actos cotidianos que narras y esa intimidad con la que cargas las páginas, los roces de pareja, los cuerpos, el arder de la barbilla, además de estar explicados con una prosa precisa y construida (o autoconstruida) sin artificio alguno y con un elevado sentido estético, sitúan al lector en un lugar común, en el hombre y la identidad, la naturalidad, lo cotidiano.

-No es explicable de otra forma mas que desde esa naturalidad que comentas. Sobre todo estoy satisfecho del ritmo que he conseguido en estas veintinueve oraciones.

Agustín Calvo Galán y Txus García, sombra aquí y sombra allá... (foto: Espai Bohèmia)

-Es para estarlo –le digo-. Creo que la presentación que hiciste en el Espai Bohèmia con Txus García y Laura G. es muy representativa de todo lo que comentas.

-Txus y yo leímos oraciones mientras Laura nos maquillaba en directo para volver a desmaquillarnos, algo habitual en eso del “pan de cada día dánoslo hoy”, deberíamos tender a desmaquillarnos; el maquillaje es un invento superficial que rellena el vacío.

-Es posible que todo esto que estamos viviendo –le comento- la crisis y aledaños, haga que recapacitemos y nos preguntemos por qué hemos llegado aquí, y en ese momento sobrevenga un cambio de conciencia, iremos hacia algo más espontaneo, justo y natural, con menos maquillaje…

-Eso sería lo deseable. Hay que despertar.

Y avanzamos en la campiña con el sol en los hombros. No nos hemos quitado los zapatos, es algo en lo que caemos a la vez.

-Creo que hemos hecho el ridículo andando desnudos con zapatos –le digo.

Y le quito sus zapatos y él me quita los zapatos, y convenimos acabar esta mínima entrevista caminando hacia quién sabe dónde.

-Si quieres puedo preguntarte más.

-Prefiero caminar en silencio.

-Nuestro amor –le digo- es literario.

-Así es –me dice, tajante.

Y continuamos el camino.

Iván Humanes Bespín
http://ivanhumanes.blogspot.com

Escozor nuestro de cada día, de Agustín Calvo Galán.
Editorial Ultramarina (Sevilla, 2012)

Poesía sin tapujos, directa con palabras directas, carga sensual que suma. Aquí hay carne y emociones que se pueden tocar, hay trabajo y mucho más que fantasiosa inspiración. (Del prólogo de Roser Amills).

La cotidianeidad de la pareja gay: Escozor nuestro de cada día de Agustín Calvo Galán, una mirada irónica sobre las pareja y el sexo. El libro está compuesto por un conjunto de prosas breves: “veintinueve oraciones y un epílogo” en los que el poeta se enfrenta a los tópicos de la homosexualidad con humor y habla de los roces de la convivencia en pareja y de su intimidad.

Ilustraciones interiores: María Barredo.
Ilustraciones originales de portada: Susana Pozo.

Iván Humanes

Iván Humanes (Barcelona, 1976). Licenciado en Derecho por la Universidad de Barcelona. En el 2005 publicó el libro "La memoria del laberinto" (Biblioteca CyH), en 2006 el ensayo "Malditos. La biblioteca olvidada" (Grafein Ed.) y en 2007 en la obra "101 coños" (Grafein Ed.). Prepara la publicación de su libro de relatos "Los caníbales" con la editorial Libros del Innombrable y la publicación de la novela "La emboscada" con la editorial coruñesa InÉditor.

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