Pilar Fraile | Foto: Pedro Campoy

Obsesión por el estilo

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Pilar Fraile | Foto: Pedro Campoy
Pilar Fraile | Foto: Pedro Campoy

Aprovechamos la publicación del libro de relatos Los nuevos pobladores (Ediciones Traspiés, 2014) de Pilar Fraile Amador -nacida en Salamanca en 1975 y afincada en Madrid- para entrevistar a su autora y preguntarle tanto por su desembarco en el relato como sobre otras temas de su intenso quehacer literario.

Los nuevos pobladores es tu primer libro de relatos, sin embargo en tus últimos libros de poesía, como el último: Larva seguido de Cerca, ya había ciertos rasgos narrativos. ¿Hay una continuidad creativa entre tu poesía y tus relatos?
Bueno, supongo que para el lector siempre hay algo de chocante en que un poeta de repente saque un libro de narrativa. El caso es que escribo narrativa al igual que poemas casi desde que puedo recordar. Al hilo de esta pregunta me viene a la memoria que lo primero que me atreví a enseñar a alguien, allá por la tierna adolescencia, no fue un poema, sino un relato; un relato muy cursi, que imitaba a algo de algún sudamericano que andaba leyendo por aquel entonces. También he escrito siempre otros textos, reflexivos, incluso humorísticos que están guardados bajo siete llaves. En fin, creo que lo que te quería explicar es que lo que me ha arrastrado siempre ha sido la escritura, ese poder de la escritura, no un género concreto.
Por ese mismo motivo, supongo, puedes encontrar influencia de la forma narrativa en los poemas de Cerca, por ejemplo y también en el libro que de poesía nuevo que sale este otoño Falta.

Ediciones Traspiés
Ediciones Traspiés

En tu prosa se puede observar un estilo muy cuidado, con un lenguaje preciso y estudiado para cara relato, ¿qué importancia le das a la forma a la hora de escribir?
En el caso de los relatos, en particular de los de este libro, el estilo era algo que me obsesionaba; quería que resultaran cristalinos, que las palabras sirvieran a su propósito preciso, que no adornaran, que no distrajesen al lector del hilo narrativo. Por otro lado, el narrador es muy oscilante en los distintos relatos: hay narradores protagonistas, narradores en tercera persona, narradores fiables, narradores menos fiables. Era imprescindible que cada texto fuera el adecuado a cada narrador, que cada narrador contara lo que tenía que contar y del modo que tenía que hacerlo.
El libro ha pasado, además, por sucesivos procesos de corrección en los que amigos entregados y finalmente el editor me han ido ayudando a pulir. Ese trabajo, que ha sido arduo, se nota en el resultado final, en esa pulcritud del estilo que mencionas, o al menos, eso espero.

Los 14 relatos que componen el libro plantean situaciones de la vida cotidiana pero en los que siempre introduces elementos perturbadores que vienen a socavar la normalidad, ¿es la sorpresa la clave de vuelta de tus relatos?
Sí, creo que es cierto lo que dices, aunque, no me parece que haya una voluntad por mi parte de introducir un elemento sorpresa. Lo que ocurre más bien es que los personajes del libro intentan desesperadamente construir una normalidad, vivir con normalidad, pero de una forma errónea, hay algo que falla en su manera de enfrentar los acontecimientos y a partir de ahí surgen situaciones inesperadas. Esas situaciones, son creíbles —espero— en la lógica interna de cada relato; pero que sí, por supuesto al lector le pueden resultar desconcertantes y, desde luego, en último caso, sirven para que se mantenga la tensión narrativa.

¿La familia y las relaciones personales son el gran campo de la ficción actual?
La familia siempre es el gran tema de la narrativa, creo; sus claroscuros. No sé si diría que es el gran tema de la ficción actual, pero sí desde luego es un tema central. Y luego está el otro asunto, el de las relaciones personales en general; que parecen pasar por un momento de tránsito y claro, hay una gran narrativa que está reflejando eso. Pienso en Houellebecq, sobre todo en la primera parte de su obra, Las partículas elementales, Ampliación del campo de batalla o en los relatos de David Foster Wallace o en los de Lorrie Moore. Pienso en los personajes que se pasean por sus libros, seres desorientados, que intentan encontrar la manera de acercarse a los otros y a sí mismos y rara vez lo consiguen.
Creo que mi trabajo en este libro y en el que estoy trabajando ahora también, va un poco por esos derroteros; se mueve si quieres, en la vieja pregunta de la ética: ¿Qué debo hacer? ¿Cómo debo comportarme para obtener la felicidad? La respuesta a esta pregunta parece estar cada vez más lejos de nosotros y eso me interesa, me obsesiona, diría.

Algunos de los relatos retratan entornos laborales. Si no tengo mal entendido, eres profesora de filosofía en un instituto. ¿Has tomado de tu entorno laboral alguna situación para construir tus relatos?
Siguiendo un poco con lo de arriba da la impresión de que el trabajo es omnipresente hoy día: por el tiempo que pasamos en él, por el tiempo que pasamos buscándolo, por el modo en el que modela nuestra identidad. Una parte importantísima de nuestras relaciones personales se da en el trabajo, donde, por lo que sé, se dan situaciones realmente grotescas, de abusos de poder, de maltrato o de absurdo sin más.
Mi inspiración en este tema, que es un tema que como observas me interesa mucho, viene más de experiencias en trabajos pasados en empresas, de lo que me cuentan los amigos, de lo que escucho por ahí, que de mi trabajo actual. Hay un relato breve en el libro en el que el narrador y protagonista es un maestro, pero un maestro de primaria, que se aleja bastante de lo que es un profesor de instituto. Supongo que es el único relato en el que hay algo de mi experiencia actual, pero no gran cosa, la verdad.

Parece que la narración corta o el relato vive un buen momento en nuestro país, ¿cómo lo ves tú?
Uff, esa es una discusión eterna. Depende de con quien hables te dirá una cosa u otra. Sí es cierto que empieza a haber más foros donde se habla de relato e incluso alguna editorial valiente que apuesta por el género; como Traspiés, por no irnos más lejos. Pero en términos generales te diría que la narración breve sigue siendo considerada en el país como una escritura menor respecto de la novela y, tristemente la mayoría de editoriales ni se plantean editar relato, al menos que sea de un nombre muy conocido.
Tampoco existe en España una red de publicaciones periódicas, como si ha sucedido y sucede en el mundo anglosajón, que sustenten la publicación y la financiación del relato.

Ahora que te has lanzado a la narrativa, ¿te planteas escribir novela?
La verdad es que sí me gustaría, sobre todo por la posibilidad de contar cosas que no se pueden contar en un relato. Eso es lo que me impulsa siempre a probar distintos tipos de escritura. La escritura de poesía, por ejemplo, es muy satisfactoria, casi como una droga, y permite plantear cuestiones ontológicas de fondo con una profundidad que ningún otro género permite; sin embargo el relato te da pie a plantear conflictos morales y relaciones entre personajes muy difíciles de introducir en un poema. La novela, a su vez, permite plantear, por ejemplo situaciones globales, de una cultura, de un país, situaciones históricas que encajan peor en el relato. Así que sí, ¿por qué no?

En el 2005 fuiste Premio de Poesía de la Universidad de Zaragoza, y has sido accésit en otros premios. ¿Qué papel o qué importancia crees que tienen los premios literarios en la actualidad para promocionar a autores emergentes?
Los premios tienen, deberían tener, la capacidad de impulsar la escritura de autores noveles, de autores que empiezan. En mi caso, con el premio de Zaragoza fue exactamente así, como un regalo del cielo; venido de una ciudad en la que nunca había estado antes de recibir el premio y la publicación de mi primer libro, que de otra forma no creo que se hubiese publicado nunca. Fue, dentro de su modestia, una ayuda enorme.
Sin embargo, no creo que esto funcione siempre así, desafortunadamente en el país las cosas funcionan como funcionan y el entramado de los premios, salvo honrosas excepciones que las hay, está lleno, por decirlo suavemente, de situaciones y decisiones espinosas.

Algunos de tus poemas han sido traducidos al inglés e incluidos en la antología Panic Cure-Poetry from Spain for the 21st. Century (Shearsman Books, Londres, 2013). ¿Qué sientes al leer tus poemas en inglés?
En principio una gran alegría, primero por estar incluida en esta antología que tiene una selección de grandísimos poetas, todos y cada uno. Y después se siente como un abismo, te entran muchas dudas ¿qué se conserva del sentido en la traducción? ¿Cómo sonará? Afortunadamente he tenido ocasión de comprobar en persona la reacción del público angloparlante ante la traducción en varias lecturas, tanto en Inglaterra como en EEUU, donde se ha publicado otra versión de la antología y es alucinante ver cómo; gracias, por supuesto, al trabajo maravilloso del traductor y editor, Forrest Gander, las reacciones del público son similares a lo que has observado en el público español.
Tiene algo de mágico, la verdad, todo el proceso. Y comprobar que el sentido se puede trasladar, que es posible llegar a un lector en otra lengua, a un lector en principio muy distante de ti en el tiempo y el espacio, te da mucho ánimo para seguir adelante.

Agustín Calvo Galán

Agustín Calvo Galán (Barcelona, 1968) ha publicado 'Letras transformistas', una selección de sus poemas conceptuales y visuales (2005), 'Otra ciudad' (libro objeto, 2006), 'Poemas para el entreacto' (2007) y 'A la vendimia en Portugal' (2009). Su obra como poeta visual ha sido recogida en varias antologías especializadas.

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