En este mundo, tarde o temprano te acabas reencontrando con la gente. Debe ser cosa de lo circular que tiene la vida, de las uniones que, de manera fortuita, van ligándote con diferentes personas, a modo de sello vital que nos conduce a formar parte de un mismo camino.
A Octavio Botana le conocà hace años, cuando ocupaba su jornada laboral en el departamento de prensa de un grupo editorial. Un tiempo después (y hasta el dÃa de hoy), pasó a formar parte de FNAC, como Responsable de Comunicación y dinamizador de actividades culturales en uno de sus centros en Barcelona. El poco tiempo que hemos coincidido por estas latitudes me impidió saber de su creatividad como escritor. Hasta que, de repente, me enteré de la publicación de su primera novela, Autódromo (Autòdrom en catalán, ambas ediciones en La Galera), un artefacto literario para chavales, que bebe de fuentes imprescindibles para nuestra/su generación y que nos sirve acompañado de las ilustraciones de Isidre Monés.
En Autódromo se nos narra la historia de tres hermanos, Ott, Val y Ralph, de entre ocho y once años, quienes deciden, incitados por su abuelo, emprender un viaje al fin del mundo. Asà descubrirán las «piedramonedas», la fábrica de caramelos de maÃz, la montaña del Indio… y una extraña pista para coches en la que conocerán a un piloto de carreras muy especial. Y, como lo importante es el viaje y no el destino, poco más desvelaremos. Adéntrense en la lectura y descubránlo por sà mismos. Si les sirve de ayuda, charlamos con Octavi sin desvelar ningún misterio.
Tengo entendido que lo de escribir te viene de lejos…
SÃ, escribÃa desde pequeño. Le pasaba redacciones a los profesores, participaba en todos los concursos de relatos que se hacÃan en el colegio con aquellas historias tÃpicas de las vacaciones. Y guardo bastantes cosas de aquella época. En mi última mudanza recuperé un diario que hice con noticias inventadas, donde repasaba las transformaciones que habÃa sufrido Michael Jackson y vaticinaba que acabarÃa convertido en una silla (risas) o un horóscopo racista. Como me caÃan mal los Leo, les pronosticaba su muerte. Eso sÃ, como es el mÃo, el signo cáncer era el mejor del mundo.
Un diario de opinión vaya.
(Risas) SÃ, algo asÃ. En casa siempre hemos sido muy creativos. Mi hermana, aunque no se dedica profesionalmente a ello, dibuja muy bien.
No has ocultado que Autódromo sea un libro autobiográfico.
Lo es. Todo. Está repleto de referencias a mi infancia, incluso las que no puedan parecerlo. Mi madre nos explicaba la historia de la fábrica de caramelos de trigo. Y también existe la montaña con una barca en la punta de una cantera, como la del Indio. ¿Cómo llegó la barca hasta all� Nunca lo supimos.
También han sido importantes las influencias de tus lecturas. Roald Dahl…
Es mi autor de cabecera. Hay mucha de la cultura que he mascado. Dahl ha sido uno de los escritores que más ha inspirado a otros creadores con los que he disfrutado. En cine, por ejemplo, con Gremlins, Los Goonies, los Cuentos asombrosos producidos por Spielberg. Me encantaban las ediciones de Dahl ilustradas por Quentin Blake, llegaba a recortar los dibujos, destrozando libros. Y se los llevaba a mi tÃa para que hiciera versiones…
¿Tu tÃa?
SÃ, Purita Campos, la creadora de Esther.
¡!
Esther estaba inspirada en mi madre. Y yo, para el personaje del piloto, me inspiré en un tÃo de mi padre, ValentÃn Botana Salgado. Fue un piloto franquista que se dedicó a matar rojos.
No nos perdamos. ¿Cuándo decides ponerte a escribir la novela?
Pues fue en el verano de 2006. Estuve en Siria de vacaciones. Al regresar, pensé en la cantidad de cosas raras que habÃa visto. Bueno, hasta ese momento, el punto más lejano al que habÃa ido era Italia, asà que me sorprendió mucho Oriente Medio. Pensé entonces en recuperar de mi memoria aquellas aventuras de infancia y desarrollé el cuerpo del libro. Finalmente, en quince dÃas, ya lo tenÃa escrito. sesenta y cinco páginas, que es el texto en su totalidad. Estuve un año haciendo retoques, pero la verdad es que salió todo de una manera muy fluida, porque estaba Ãntegramente en mi cabeza. Lo que más me costó fue el diálogo de los niños con el hombre de la puerta de la fábrica.
¿Lo escribiste de principio a fin, o fuiste trabajando cada capÃtulo independientemente?
Lo tenÃa perfectamente estructurado, de tal manera que pude trabajar con cada capÃtulo como si fueran las canciones de un disco, podÃa empezar por donde quisiera. Es una de esas cosas que salen de manera natural sin plantear muchos problemas. Lo único que aún no he logrado entender es lo que simboliza la fábrica, ha quedado como un misterio del que participan los lectores. He tenido algún encuentro con niños para hablar del libro y me dijeron cosas muy interesantes en las que no habÃa pensado.
Un encuentro con lectores adultos tampoco estarÃa mal. Ahora hay una reivindicación por parte de la gente de más de treinta años, que se está volcando con las lecturas juveniles.
Claro, es algo de lo que hablé con mi editora, porque los significados, las interpretaciones de la lectura, dependen de la experiencia. Hay libros catalogados para jóvenes que ofrecen mucha profundidad cuando los lees siendo adulto. El principito no está escrito para niños. Desde los quince hasta los treinta odié esa obra. Lo volvà a leer con treinta y seis y, claro, encontré otras claves.
Volvamos… El autódromo del libro también es real, es el de Sitges.
Es enorme, se ve perfectamente desde un avión. ImagÃnate descubrirlo cuando eres pequeño y vives en una urbanización. Está entre Sitges y Sant Pere de Ribes, en una zona poco interesante. No hay nada más en las inmediaciones. O vas al autódromo o te metes en el bosque, no hay otra. Recorres medio kilómetro en bici y, de repente, te encuentras con una pared de hiedra que oculta un muro enorme, como si fuera Las Crónicas de Narnia. Claro, siendo niño no tienes referencia visual de nada igual. Los padres sabÃan que se podÃa acceder por la parte plana de la entrada, de unos trescientos metros, pero encontrarte un muro asà de alto es alucinante. En el autódromo se hacÃan meriendas, se jugaba con el skate… El circuito era tan grande que resultaba casi imposible que el dueño te viera.
Planteas un sugerente juego con la geometrÃa, a partir de la pista circular del autódromo.
Siempre me he sentido fascinado por los cÃrculos. Cuando voy al Cosmocaixa me quedo pasmado con las formas de la naturaleza, como las de las telarañas. Y, por supuesto, el cÃrculo, que protege. Me recuerda a Superman, cuando viaja a la Fortaleza de la Soledad, en el Polo Norte, para recuperar su energÃa. Todos necesitamos de un sitio mágico para estar solos, un espacio de protección. El ámbito familiar debe ser feliz, pero cuando fallece alguien, como el padre, el conjunto queda afectado. El cuadrado y el triángulo, como sÃmbolos, surgieron de manera lógica a medida que iba escribiendo y esa idea se desarrolló para que tuviera un peso en la historia. Las esquinas no son conocimiento, te paralizan. La montaña, con su forma triangular, provoca dudas.
Algo muy habitual en las historias de iniciación, es el juego de espejos. En Autódromo lo encontramos desde el mismo prefacio, donde leemos dos textos opuestos a modo de espejo.
Fue lo primero que escribÃ. Y lo tenÃa siempre sobre la mesa, en esas dos versiones, para tenerlas siempre presentes mientras escribÃa. Me costó mucho darle forma a esos dos prefacios. Por supuesto, es imposible no recordar la obra de Carroll Alicia a través del espejo y su influencia en la fÃsica cuántica. O, incluso, El Mago de Oz…
… SÃ, con los tres hermanos que poseen sus propias caracterÃsticas independientes.
Exacto. Son personajes clásicos, recursos para darles herramientas a los chavales.
Lo de Alicia y la fÃsica cuántica es cierto, está considerada como la novela cuántica por excelencia.
La edición anotada de Alianza es uno de mis libros de cabecera. ¡Y ha influÃdo en tanta gente! Coraline, de Neil Gaiman es un corta y pega, no inventó nada. ¡Hasta los mundos paralelos de Matrix estaban ahÃ!
Y el concepto de viaje como experiencia de crecimiento.
La frase de Morfeo en Matrix: «Yo sólo puedo mostrarte la puerta. Tú eres quien debe atravesarla». Hay que vivir y extraer enseñanzas a partir de esa experiencia.
Durante el trayecto utilizas muchas frases reconocibles que forman parte del legado de filósofos, de referentes culturales, siempre relacionadas con la vida.
SÃ, voy recopilando frases y citas que me gustan. Y tengo una librerÃa de frases que se me ocurren, anotadas en post-it, en postales. Las frases que van surgiendo de los sueños son todas mÃas, asà que forcé la narración para incorporarlas.
¿Siempre pensaste que debÃa ser un volumen ilustrado?
SÃ, pero no tenÃa a nadie en mente para hacerse cargo de los dibujos. Y uno cosa llevó a la otra: Me gustaba mucho la portada que Isidre Monés hizo para un disco del grupo AnÃmic. Les conocà y Nuria, componente del grupo, resultó ser hija de Isidre. Lo comenté en la editorial y resultó que era ilustrador de la casa, habÃa hecho algunos trabajos hacÃa veinte años. Es increÃble, porque este hombre hizo los dibujos de las fichas y tableros de los mÃticos juegos CEFA (Misterio, Dagón, El Templo Cobra, Alerta Roja). Eran mÃticos. Y eso que cuando jugaba me inventaba las reglas, porque no habÃa manera de entenderlas… Trabajó para Creepy, haciendo comics eróticos, de Vampirella… Vamos, se las sabe todas. Para mi, era cerrar el cÃrculo. Y el libro le gustó, querÃa incluso visitar el autódromo, pilló referencias que otros no llegaron a ver. Todo el imaginario le era próximo. Durante un mes estuvimos trabajando, hubo mucho feedback. LeÃa mi blog, me iba mostrando los bocetos, se preocupó mucho sobre la manera en que se debÃa dibujar el coche de carreras. En todo el aspecto visual tuve suerte. El diseño de MBC tenÃa muy en cuenta los juegos tipográficos. Marta, del equipo de diseño, se emocionó con el trabajo y se esforzó para que la maquetación fuera impecable. Yo flipaba cuando me enseñaban las pruebas, me emocionó ver la manera en que todo el mundo se implicaba con mi primera novela. Y me encanta ver el resultado final en manos de los niños.
¿Vas a seguir en esta lÃnea?
Tengo una historia ultra fantasiosa que, creo, puede dar mucho juego. Se trata de dos hermanos que comparten habitación. Duermen en literas y el de arriba, que es el mayor, no hace más que fastidiar al de abajo. Yo estuve hasta los diecinueve compartiendo habitación con mi hermano, asà que hablo con conocimiento de causa. Las historias de literas dan para mucho (risas). En fin, un dÃa el de arriba desciende por las escaleras de la litera y se da cuenta de que son infinitas y le conducen a un mundo nuevo. Resulta que el pequeño, que es más fantasioso, ha hecho un pacto con un rey de la Magia y los Sueños. Su hermano, que es más realista, acaba viviendo una aventura que le hará ver las cosas de otra manera. Y tengo otra historia distópica, que es un género que me encanta. Soy lector de Julio Verne, de Ballard… Historias como las de Lost o El mecanoscrit del segon origen, me encantan.Y también me gustarÃa escribir alguna aventura relacionada con las matemáticas, para las que soy un negado absoluto.
¿Siempre en el ámbito de la narrativa para jovenes?
SÃ. Me da miedo escribir para adultos.
¿Y eso?
No sé, creo que es por el respeto que me produce el campo semántico, el registro… Me siento más cercano y cómodo en el mundo de los chavales.
¿Y cuentos?
Me dan pereza como lector, a no ser que se escriban siguiendo una pauta, que estén unidos por algo. A los veintidós años escribà Doce cuentos laborales. HabÃa trabajado haciendo de todo, en una fábrica de suavizantes, vendiendo álbumes de cromos en los colegios, repartiendo correo comercial… Y me inspiré en esas experiencias para escribirlos. Envié el manuscrito a varias editoriales. Aún conservo las cartas de rechazo, curiosamente muchas están firmadas por quienes entonces eran responsables de prensa (que se encargaban, además, de hacer este tipo de trabajos) y que ahora son editores. Eran esas cartas tipo «Te invitamos a seguir…»; «… no encaja con nuestro catálogo…». Ahora leo esos cuentos y, sÃ, son malos. Como te decÃa al principio, en cada mudanza encuentro de nuevo estos primeros intentos. Releà una cosa llamada Seguir jugando, que escribà con veintiseis años… y es infumable, mi Crimen y castigo particular. ¡Qué cosa más pretenciosa! Iba de una pareja que no admite que un amigo ultra rico viva sin gastar un duro por el bien de los demás. Asà que se lo cepillaban. Admito que era el resultado de lecturas muy salvajes e intentaba demostrar valores de una manera infame. No lo reescribiré en la vida. Pero mira, quizás de ahà venga ese miedo a escribir cosas para adultos.
José A. Muñoz
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Mira que he leÃdo entrevistas de octavio Botana, pero en ésta habla de claves y descubre cosas muy interesantes. Seguid asÃ, RDL, sacándole todo el jugo a los autores 🙂
Me ha encantado la entrevista, José Antonio. Muchas gracias.
Parece el tono de La Contra de La Vanguardia. Muy bien esta entrevista. Agur.
¡Jajajaja! Lo captaste, job, bien visto. Es el tono que me ha salido para Octavio, no sé el motivo, quizá por lo distendido de la conversación con él. ¡Saludos!
Ya sabes, Josep Anton, tu siguiente salto como entrevistador 🙂