Si echamos un vistazo a las manifestaciones artÃsticas de los últimos años, seguimos pensando que el nivel conceptual alcanzado por Enrique Marty, aún está sin ser superado. Sus 60 Fanáticos eran un imponente alegato visual contra el fanatismo.
Detalle de la instalación "60 Fanáticos" (foto: deweergallery.com)
Enrique Marty (Salamanca, 1969), artista con una importante proyección en el panorama internacional, ha paseado sus obras por medio mundo con una fuerte repercusión, ya sea por lo controvertido de su trabajo o por la frescura artÃstica de su expresión. Su compleja y original obra mezcla escultura, vÃdeos con óleo, fotografÃa y escenografÃas. Juega con todas las posibilidades de hacer arte y no excluye ninguna, como el artista admite, “el soporte es un elemento más del que uno se sirve para hacer arte, para crear, pero no es el arte en sà mismoâ€, y el resultado es este hibridismo posmoderno.
Enrique Marty juega continuamente con el espectador, a quien trata de sacar de sus casillas, de sorprenderle, de crearle incomodidad y darle una bofetada para que despierte. La experiencia que este espectador vive es indispensable para el autor. De hecho, es el autor el que desaparece a cambio de potenciar la presencia del espectador. Todo está sujeto a su visión subjetiva. Ha nacido el espectador como fundamento principal de la obra de arte. Bienvenidos a la Posmodernidad.
La polÃtica y el arte han ido de la mano durante toda la posmodernidad, el arte ha sido un arma de lucha y lo seguirá siendo. Esta obra concretamente, ofrece un compromiso polÃtico, es lo que denominaba Rancière “el arte crÃticoâ€. Es una mirada a la convulsa sociedad en la estamos obligados a aceptar las cosas como vienen, una sociedad en la que el poder está en manos de unos pocos y aunque sean nuestras caras las que utilizan, para hacer leyes, seguir partidos y apoyar guerras, sólo unas pocas bocas opinan. En este camino, 60 Fanáticos es un alegato polÃtico que muestra una sola cara en silencio pero con miles de expresiones, que no son suficientes porque no tienen voz. Y alienados caminan, sin rumbo pero en manada, guiados por una espiral con voz, voto y poder de atracción. Caras monstruosas que podemos relacionar con el tema de “Los “otros†en nosotrosâ€, del libro de Yayo Aznar Almazán y JoaquÃn MartÃnez Pino, Últimas tendencias del arte.
¿Dónde surge el horror, lo monstruoso en esta instalación? En las caras. Lo que deberÃa ser bueno, se convierte en terrible. Un cuerpo vestido de camuflaje y con la connotación militar obvia, no muestra a un cuerpo de infanterÃa ayudando a la reconstrucción de un paÃs tras una guerra, son las caras monstruosas las que hablan de una cara B. El camino no elegido, el impuesto porque sÃ, sin razón. El horror de la guerra, de los fanatismos, de las dictaduras, de la “no†ley y la “no†justicia. El arte habla, y esta instalación grita. Caras deformadas que nos recuerdan a El grito de Munch o a la inmensidad de la conformidad por unas palabras bien dichas o por una oratoria sublime. El regreso de ideologÃas y espiritualidades totalitarias que dan miedo y sin embargo se siguen y sólo unos pocos persiguen.
En conclusión, 60 Fanáticos nos da pie como espectadores para llegar a nuestras propias conclusiones, desde la libertad absoluta que propone el arte posmoderno. A partir de la crÃtica a los fanatismos demoledores, que nos asolan desde que existe el ser humano, Enrique Marty permite acercarnos a su obra desde dentro. Podemos mirarla “cara a cara†y valorarla desde una cercanÃa insólita en el arte previo a 1968.
El mensaje polÃtico y reivindicativo de la obra nos recuerda que, como miembros de una estructurada sociedad, no podemos cerrar los ojos ante lo que ocurre. Las manos de Marty zarandean la conciencia del espectador, las manos de Marty crean y despiertan.
Ãngela Trigueros GarcÃa es licenciada en Comunicación Audiovisual y especializada en Guión Cinematográfico por la ECAM de Madrid. Premiada por cortometrajes como “Sin palabrasâ€, “Con un par de tacones†y relatos como “La temperatura del cuerpo†(en la Caja de Tusmann).