Nacida en 1979 en Madrid Estelle Talavera Baudet es una poeta y editora española. Licenciada en filologÃa por la Universidad Complutense de Madrid, máster en Creación Literaria por la Escuela Contemporánea de Humanidades y en Edición por la Universidad de Salamanca – Santillana Formación. Nos habla para Revista de letras de 27 paraguas y de su proceso creativo.
¿Cómo surgió 27 Paraguas?
Llevo escribiendo muchos años de forma intermitente. A veces mucho, otras nada. Cuando Eloy M. Cebrián, tras leer varios poemas, me dijo que preparase el libro en un par de meses, fue cuando reunà todo el material que tenÃa. Pero cuando los leà todos, sabiendo que iban a ser publicados, destruà un porcentaje elevadÃsimo de ellos y no pude parar de escribir durante mes y medio. Y es lo mejor que podÃa haber ocurrido, porque lo que ahora destila el libro es esa unión de la que carecÃa, la unión que te proporciona el haberlos escrito sin retornar a ellos demasiadas veces. Guardan ese arrebato que tan mágico me parece en poesÃa. Ahora los releo y me sorprende haber tenido la cabeza tan lúcida durante aquellos dÃas. No sé si serÃa capaz de repetir algo asÃ.
¿Por qué eligió 27 Paraguas como tÃtulo de su obra?
Me lo preguntan muchas veces y casi me da vergüenza responder, porque el tÃtulo ha sufrido el mismo arrebato del que hablaba pero de una forma mucho más trivial. Lo único que de verdad responde a algo muy personal es el objeto del paraguas. Me inspira protección. Es como llevarse un pedazo de techo cuando vas por la calle. Me da juego a otras interpretaciones. Es muy maleable.
Y 27… nacà un 27, a los 27 años me hice autónoma y comencé a trabajar en la edición, que es a lo que me dedico y lo que me apasiona. No tengo más razones. Me gusta cómo suena, no es redondo, es abierto, me cae bien. ¿Qué tonterÃa, no?
La presentación del libro estuvo a cargo de la compañÃa teatral «Dragones en el andamio». ¿Nos puede explicar cómo fue la presentación y por qué eligió dicha forma de presentar su obra?
El arrebato, la coincidencia… las cosas vinieron rodadas. Niko, mi pareja, es ingeniero de sonido y trabaja en un estudio de música clásica, Cezanne Producciones. Allà grabaron varios discos de Ara Malikian. Tras uno de los conciertos con José Luis Temes, nos fuimos todos a cenar a un restaurante. Marisol Rozo, la mujer del violinista, se sentó frente a mà y estuvimos toda la cena hablando, hubo mucha conexión. Le encantaron mis poemas y decidió que presentáramos el libro en su teatro, junto con su compañÃa de teatro Dragones en el Andamio.
Asà fue, en un momento. A partir de ahÃ, gracias a la magnÃfica gente que empezó a colaborar desinteresadamente, pudimos ir componiendo los poemas en escena. Fue un proceso delicioso. Y de pronto ya estaba todo definido. Bailaron Marisol Rozo, Andoni Laberreti, Nagore Etxedona y actuaron Esther Blanca, Sagueva Gómez, y la propia Marisol. Y pudimos contar con el violÃn de Ara y con el piano de Marcelo Bellagamba.
Era sorprendente ver con qué facilidad iban incorporando cada uno de ellos los poemas a sus movimientos. Hubo improvisaciones, lecturas intercaladas en un lenguaje sorprendente con los instrumentos… danzas cuya única música eran las palabras.
No sabrÃa decir con exactitud, pero aquello fue mágico. Tanto los ensayos como la representación. No cabÃa la gente en la sala, muchos se quedaron fuera. Y gustó lo suficiente como para que nos pidiesen otra representación. Y asà será, se volverá a repetir en febrero.
Lo que más me gusta de que se haya presentado de esta forma el libro es por la posibilidad de hacer imagen fÃsica y música real lo que de imagen y música tiene la poesÃa en general. La poesÃa no sólo es lectura, tiene todo un mundo dentro, tiene fuego, tiene luces, tiene notas, personas, colores. El teatro me ha brindado la oportunidad de palparlo fÃsicamente. Creo que es una forma magnÃfica de darle otra dimensión a la literatura. La dimensión que en realidad ya tiene de por sÃ. De ahà mi sorpresa al verlo hecho realidad, convertido en personas reales, en sensaciones compartibles con cada persona que estaba sentada entre el público. Todo escritor quiere que se le lea. El único “pero†es que no puedes ver esa reacción. La gente lee en la intimidad, en casa, en el autobús, o a las 3 de la mañana en algún lugar alejado. Bien, pues imagÃnate cuando el escritor está presente en ese preciso momento. Cuando puede ver las caras, las sorpresas, incluso las lagrimitas que se le escapó a más de uno. No hay moneda que pague eso. Poder estar presente en el momento de su lectura.
El momento en el que más consciente fui de esto fue cuando Sagueva Gómez, interpretando “Sigues bailándomeâ€, se convirtió en una presencia real dentro del poema. Es como si hubiese estado escrito para ella y a la vez ella fuese yo con ese sentimiento de pérdida. Jugaba con la ropa tendida, se transformaba en puro sentimiento. De pronto miré al público y todo el mundo, absolutamente todos, sonreÃan tal y como lo hacÃa yo. Es de esos momentos que no olvidaré jamás.
¿Qué papel juega la temática circense en su obra?
No es tanto el circo como lo que el circo refleja en sÃ. Te diré lo mismo que dije en otra entrevista:
El mimo que no habla, el payaso que repite siempre el mismo chascarrillo, el equilibrista aburrido, los personajes deformes en los que no reparaban como caso clÃnico sino como monstruosidad… o las mujeres pintadas como puertas, viejas, cansadas… Aun bajo esa visión romántica del circo de antaño (tipo Charles Chaplin), toda esa trastienda refleja para mà la decadencia de algo que en un principio parece surgir por y para la diversión, en el fondo viene de la mano de gente que, hábil para determinadas cosas, se ven en la encrucijada de moverse en camiones de ciudad en ciudad repitiendo hasta la saciedad las mismas cosas por conseguir dinero. Y lo que más me llama la atención es esa contraposición. Si te sales de bambalinas y vas al espectáculo, todo lo que escucharás son risas y exclamaciones de sorpresa ante el titubeo de un equilibrista o el zarpazo de un león. Pero sobre todo diversión. De nuevo tenemos esa fina lÃnea. Por delante la sonrisa, el presentador lleno de luces, y por detrás los viajes estrechos de camión, las luces del camerino entre el sujetador y las medias, las pinturas y la ropa usada.
Y esta sensación es muy extrapolable a cualquier escena de la vida común. De cara a unos estamos perfectamente, de cara a otros dan ganas de tirarse por la ventana…
¿Cómo fue el proceso de musicalización de sus poemas?
Fue espontáneo. Según el tono del poema tocaban algo acorde. Hubo un poema especialmente mágico en escena. Ara Malikian improvisó sobre los versos del poema “Pintura pintarse†que recitaba Andoni. Fue impresionante. Ara interpretaba cada escena a su manera y el público respondÃa a cada efecto de forma que parecÃamos todos uno. Fue un momento irrepetible.
También hicimos que la música estuviera Ãntimamente ligada al poema. Es el caso de “Rincones desusadosâ€, que habla de un pianista. Marcelo Bellagamba estaba musicalizando el poema pero interpretándolo también. Marisol (que tenÃa ya la escena completamente metida en la cabeza desde que leyó los versos) ronronea alrededor del piano, y se crea un show precioso, Ãntimo.
Creo que los poemas en sà ya guardan cierta música. Eso les ha ayudado en cierto modo a mimetizarlo sobre el escenario y a convertirlo en baile o música.
¿Es la poesÃa una forma de “Coger al mundo por los piesâ€?
Por supuesto. Pienso que si hay gente que no lee no es por desidia, es porque todavÃa no han encontrado “el†libro. Lo que me tiene completamente arrodillada a los pies de las palabras es su poder de centrifugado, la convulsión que pueden crear en el ser humano capaz de creérselas, de dejarles paso a su forma de ver las cosas que le rodean. Aprendemos de los demás muchas cosas a lo largo de la vida, y un individuo no es el mismo 10 años antes que 10 años después. Es un proceso lento, de escucha, de ver en ejemplo lo que los demás opinan contrario a uno mismo hasta el punto de plantearse nuevos prismas. Pues eso es lo que logra la poesÃa en una milésima de segundo. No son necesarios esos 10 años. Está allÃ, es como ponerse unas gafas de otro color y mirar la mesa de siempre, tus propios zapatos, tu cara al espejo, las calles por las que caminas todos los dÃas. Te proporciona la lupa para ver aquello que se te ha pasado desapercibido. Te coge por los pies y te hace ver tu habitación a la inversa. Y de pronto crees estar en otra habitación, como quien la observa desde el reflejo de un espejo. Parece otro lugar. Pero es el mismo, sigue siendo tu habitación.
Se ha comparado su poética con la de E. E. Cummings ¿está de acuerdo con la comparación?
Qué honor… un poco exagerado, la verdad, ¡pero no seré yo la que se queje! Si te soy sincera, no habÃa leÃdo nada de este poeta, pero a raÃz del comentario en el artÃculo de ABC me puse a buscar material suyo y me llevé una grata sorpresa. En algunos poemas no me identifico en absoluto, pero en otros al 100%.
«La primavera es como una quizá mano
que llega cuidadosamente saliendo de ninguna parte
arreglando una ventana…â€
Me identifico con su lenguaje, con sus puntos suspensivos en los que deja margen al lector. Con sus ritmos jazzÃsticos y con esa transformación del lenguaje común al de los objetos y los movimientos de éstos. Ha sido un gran descubrimiento para mà este poeta. Tengo que agradecérselo a la periodista.
¿Cómo funciona su proceso creativo?
En mi caso el primer verso viene, como se dirÃa coloquialmente, de “sopetónâ€. Tengo una idea muy débil de lo que allà va a surgir. El resto viene solo, la idea se va perfilando sola, yo sólo escribo. Es una conversación conmigo misma, muy Ãntima, muy visceral. Procuro no pensar jamás en el lector, eso romperÃa el encantamiento, no me dejarÃa libre para que el poema se construya a sus anchas libremente. Me deja atónita releerlo luego en alto. Dice cosas de mà que no sabÃa de antemano. Algo de bruja sà tiene esta forma de expresión, no sabrÃa decir qué es, pero ninguna otra forma de expresión dirÃa tan acertadamente aquello que quiero.
Reproduzco aquà lo que respondà en otra entrevista donde me hacÃan la misma pregunta, pues no sabrÃa responder de otra forma:
“La poesÃa tiene mucho de juego. Jugar con las palabras, con las frases, sus movimientos, su musicalidad y, sobre todo, jugar con los conceptos. Creo que no hay mejor lenguaje que ése para que un lector entienda mi estado de ánimo sin estorbar el suyo propio, sin imponerle un idioma. Las imágenes son en realidad particulares. Si te hablo de una casa vieja, tú no verás la misma que yo, te imaginarás tu propia casa vieja y sentirás tu propia desolación, no te impondré la mÃa.
En realidad no sé hacerlo de otra manera. Niko, mi pareja, es músico, y cuando me pregunta qué le parece una canción, soy incapaz de decÃrselo con verborrea, siempre acabo haciendo gestos con las manos para explicarle dónde decae la fuerza, dónde añadirÃa más “curvaâ€, más “rizoâ€, más “bache  Menos mal que ya ha logrado descifrarme… Le hacen gracia cosas como las que suelo decir: “una medusa me ha dado un timbrazoâ€. A mà no me sorprende… para mà es una asociación lógica. Un timbrazo te sobresalta, es eléctrico, hace daño. Ahora, sé que es absurdo. Pero imagÃnate trasladar esas asociaciones absurdas al mundo real, y adaptarlas (y adoptarlas) a tu propio idioma.
Pues la poesÃa es algo muy similar. “Mi cuerpo imita la forma de un sauce llorónâ€. Describir esa tristeza, esa dejadez de uno mismo de cara al mundo con otras palabras me resulta muy complicado. Mi tristeza, o mi concepto de tristeza, mediante esa palabra tan manida: “tristezaâ€, no puede ser la misma para todos. Se queda vacÃa, hueca. Por eso la poesÃa, más que la narrativa, me resulta mucho más fácil, más efectiva. Su idioma me hace hablar. O habla por mÃ.
Me enternecen las imágenes imposibles, rozando el absurdo. Un pez coge mis gafas al nadar junto a tus zapatos. En realidad estás sumergido en tu propio mar de incomunicación. Si es asÃ, ¿por qué no iba un pez a coger tus gafas? Y soltarÃas una burbuja al hablar, y tu roce serÃa medusa… Las posibilidades del lenguaje poético son infinitas. Son como cuadros, como si te abrieses en canal, como en los dibujos animados, sin dolor (o con dolor mitigado), y vieses todo el universo que se esconde allà dentro. No habrÃa vÃsceras, ni pulmones, sino un circo, una baterÃa de imágenes que recogen escenas de tu vida, de vidas ajenas, de detalles, pelÃculas, sensaciones indescriptibles al escuchar una música que te toque la fibra y un largo etcétera que no terminarÃa nunca.â€
En poesÃa no puedo decir que tenga muchos referentes a parte de mi padre, Rafael Talavera (finalista Adonais). Su poesÃa está viva, es de lo mejor que he leÃdo. Ahora va a sacar su compendio de 30 años de creación, Gran Angular.
Me da vergüenza admitirlo, pero es ahora cuando estoy empezando a leer poesÃa seriamente. Yo soy más lectora de narrativa, novela, concretamente. Auster, Coetzee, Irving, Laforet, Casares, Cortázar… Pero en poesÃa no sabrÃa decir. Me llamaron especialmente la atención Modesto Ballesteros (su libro Lo difÃcil, espectacular), Alejandra Pizarnik, Rimbaud, Antonio Cabrera y Nicanor Parra. Recientemente he descubierto a Ãlvaro Muñoz Robledano (de la revista Ariadna; un poeta magnÃfico), Silvia Platz y Recaredo Veredas. Los recomiendo.
¿Qué se encontrará el lector en 27 Paraguas?
DifÃcil de saber, porque cada persona es un mundo. Lo que sà tendrá es la posibilidad de visitar lugares muy recónditos, de mirar lo que le rodea con otros ojos. Sólo deseo que este lenguaje le hable, le diga algo, le mueva por dentro y no se quede igual al final de la lectura.
Yo creo (quiero creer) que volará un poco, que se dará un garbeo por lugares que podrÃan decirle cosas de sà mismo. Ojalá.
Estelle es un genio!!!