José MarÃa Guelbenzu, J. M. Guelbenzu si lo que firma es una novela de género, como en esta ocasión, sonrÃe con frecuencia delante del café que se ha pedido en el Miau. Ha llegado el último, asà que, cuando me encuentra, yo ya llevo un rato mirando por la ventana enorme junto a la que se sitúa nuestra mesa, entretenida con el tránsito más bien escaso de la calle del PrÃncipe a esas horas de un lunes por la mañana.
Empezó a escribir en serio a los 22 años, ha trabajado en algunas de las editoriales españolas más importantes, ha sido profesor en la Escuela de Letras, es crÃtico literario y coordinador de numerosas antologÃas y, entre sus favoritos, hay algunos de los mÃos, como Chandler, Hammett o Sjöwall y Wahlöö, creadores de Rosanna. Asà que, al saludarnos, pienso que tengo delante de mà a un hombre que ha dedicado cerca de medio siglo exclusivamente a la literatura. Por eso no me resisto a preguntarle cómo la ve, cuál es su veredicto sobre la narrativa actual y los escritores más jóvenes de nuestro paÃs. Me cuenta que percibe “un serio aumento en la tradición de la novelaâ€.
“España era un paÃs de novelistas sueltos, pero ahora ha surgido un grupo de autores de tipo medio que garantiza la continuidad. Antes no lo habÃaâ€. Sin embargo, reconoce que no lee demasiada novela española, porque está en una edad en la que ya solo se permite leer cosas muy buenas, como los clásicos.
Ante esa elección, retomo las palabras de algunos de mis colegas libreros, que insisten en la conveniencia de leer únicamente autores muertos, pero Guelbenzu no está de acuerdo: “uno debe leer a sus contemporáneosâ€. Los escritores vivos escriben para su gente y hay que leerlos, sin olvidar ese referente cualitativo que marcan las obras supervivientes al paso de los siglos.
Estoy de acuerdo y lo comparto con él antes de advertirle que vamos a adentrarnos en las preguntas centradas en su último trabajo.
Es un hombre amable, de gestos pausados y barba blanca, que se alegra con una modestia auténtica cuando le digo que me ha gustado su novela: Muerte en primera clase, recientemente publicada por Destino, es la sexta entrega de la serie protagonizada por la juez de instrucción Mariana de Marco, que arrancó en 2001 con No acosen al asesino.
“Escribo novela policÃaca por el personaje. No era esa mi intención inicial, pero cuando terminé la primera -no habÃa prevista una segunda-, me di cuenta de que no podÃa dejar a Mariana, porque aún tenÃa muchas cosas que decirâ€.
Y es que a Guelbenzu le gusta el género, más el policÃaco que el negro, cree en él, pero sobre todo le gusta Mariana de Marco y, en esta ocasión, el juego de pistas de la intriga, que se desarrolla en el espacio cerrado de un crucero de lujo por el Nilo, le sirve como excusa para desarrollar el que él mismo considera el tema principal de la historia:
“Con Muerte en primera clase lo que pretendo es profundizar en cómo es la amistad entre las mujeres, sin duda muy distinta a la amistad entre los hombres. Ellas son más confiadas, más abiertas. Los hombres siempre se guardan muchas cosas por muy fuerte que sea la relación que mantienen con el otro, pero las mujeres comparten más y permiten a la amiga que se adentre sin obstáculos en sus zonas de inquietud o de vergüenza. Eso es lo que querÃa captarâ€.
Es un hecho: yo soy una mujer y lo que afirma no lo tengo tan claro. Se lo digo y vuelve a reÃr sin desdecirse de su opinión. Él es un escritor que ha observado mucho a las mujeres y está convencido de que, después de un largo proceso de análisis y trabajo duro, las conoce muy bien y es capaz de crear caracteres femeninos “desde dentroâ€; aunque lo que me resulta más curioso es la abstracción en la que se inspira:
“Nunca jamás me he apoyado en personajes reales para crear los mÃos en la ficción. Es imposible sacar un personaje de la nada, pero yo, antes de verlo fÃsicamente, lo veo moral y sentimentalmente. El fÃsico lo compongo como si fuera el Doctor Frankenstein, de retazos…â€.
Más allá de la definición del perfil, cuando se sienta a escribir deja un margen para que le sorprendan, “porque el personaje puede sorprender al propio autor. Antes de empezar, y más en una novela como esta, conozco la trama pero no sé qué le va a pasar al personajeâ€, cómo va a alcanzar esos puntos preestablecidos.
EL PROCESO CREATIVO
“Muchas veces por mi casa me han pillado hablando solo por el pasillo. Es un ejercicio de calentamientoâ€. Eso es lo que me responde cuando me intereso por cómo trabaja los diálogos, cuya presencia en Muerte en primera clase es fundamental. “Cuando el personaje habla, el lector debe intuir lo que hay detrás… es como cuando un amigo nos enseña las fotos de su viaje y elige sólo las más bonitasâ€.
Comparaciones como esta hacen que me resulte muy interesante el proceso creativo de Guelbenzu, la mecánica mental que aplica a la hora de sentarse a redactar. Considera que la inspiración es una broma pesada y que la escritura, más allá de la indispensable sensibilidad del autor, es una cuestión de disciplina. Me dice: “Escribo como quien se adentra en un territorio desconocido con un mapa y una brújulaâ€.
Y tiene una regla de oro: “Para mà es igual de real mi familia que la del personaje, pero son mundos paralelos, que no deben tocarse jamásâ€.
Marina SanmartÃn
La Fallera Cósmica
Muy buenas,
¿HabrÃa alguna forma de contactar con el señor Guelbenzu?
Estoy escribiendo mi primera novela y espero que no sea la última y me gustarÃa mucho poder hablar con un señor escritor para que me pudiera dar algunas nociones de organización y consejos. Estoy un poco perdido pues, no tengo los estudios necesarios para afrontar un proyecto de esta envergadura.
Muchas gracias. Un saludo.