Premios de Novela Ateneo de Sevilla 2012: un encuentro entre libros

Puede que todo sea culpa de aquel imaginario literario en el que sobreviven, en dura batalla contra el tiempo, los célebre salones literarios, aquellos que nombres como el Madame de Staël hicieron todavía más célebres, los cafés entorno a cuyas mesas escritores, artistas, músicos de generaciones y estilos distintos se reunían en largas tertulias o las terrazas, como la del Café de Flore en el Boulevard Saint-Germain, donde uno se podía encontrar con los admirados autores de esas novelas leídas en la soledad de una habitación. Puede que sea culpa de este imaginario, puede que, en verdad, no se trate de una culpa, sino sólo de un condicionante más, un simple condicionante que modifica la mirada, la perspectiva, el simple hecho de vivir una situación.

El Restaurante Set Portes, escondido tras los soportales, no tardó en impregnarse de aquel imaginario, pues era precisamente allí donde se celebraba la presentación de las dos novelas ganadoras del los Premios de Novela Ateneo de Sevilla 2012. Representante de la Barcelona del siglo XIX, Set Portes evoca aquellos elegantes bares de la Rue Rivoli en la que tantas veces paseó el arquitecto Josep Xifré i Cases, y es esta evocación la que convierte al restaurante en el escenario perfecto para una celebración de este tipo. Un salón privado, en la primera planta, es la estancia elegida: en una mesa larga, en el centro, esperan sentados los dos escritores a que los periodistas lleguen; una vez ocupadas las sillas, comienza la tertulia. No se trata de una simple presentación, la palabras introductorias de sus autores pronto dan pie a preguntas, preguntas que, a su vez, lejos de buscar respuestas concretas despliegan una conversación en la que las dos novelas, Seis peces azules y Donde la muerte te encuentre, se convierten en el punto central, en el eje vertebrador de los distintos temas que van surgiendo a lo largo de la comida.

David Tejera (foto: Editorial Algaida)

David Tejera gana el Premio de Novela Ateneo de Sevilla con Seis peces azules, una novela que, si bien retoma de forma evocadora el legado de autores como Stevenson con su La isla del tesoro, como Daniel Defoe y su Robinson Crusoe  e, incluso, como Hugo Pratt con las aventuras de Corto Maltés, no se inscribe únicamente en el género de la aventura. “No quería escribir una novela de viajes”, afirma Tejera y, de hecho, su propósito inicial se ha cumplido, pues Seis peces azules se estructura entorno a tres tramas principales distintas, tres historias que, lejos de perderse en distintos hilos conectores, se cruzan a través de los personajes a lo largo de toda la obra. El hombre azul, un personaje conciencia  “que me sorprendió” recuerda el propio autor, se convierte en el eje vertebrador de la obra: interrumpiendo la tercera persona de la narración, el hombre azul se presenta en primera persona, en estilo indirecto libre, como si se tratara de la voz de una conciencia que, desde un lugar indeterminado, desde fuera del marco espacial en el que se circunscribe la acción narrativa, apela a sí misma, a ese hombre azul que se esconde tras ella, pero también a los otros personajes, ocupando, aunque con protagonismo más activo dentro de la trama,  el lugar reservado en el teatro griego al coro. Los distintos niveles -líneas- temáticos que articulan la novela sirven al autor para proponer una obra cuya fácil lectura superficial no impide, como sucede en Robinson Crusoe, vehicular ideas, conceptos, reflexiones que subyacen tras la lineal narración. Los niveles de lectura a los que apelaba Umberto Eco en sus apostillas a El nombre de la rosa se adecuan a la novela de Tejera que, partiendo del personaje de Andreas, un “cazador de piedras” inspirado en un hombre con el cual el autor coincidió “tan sólo durante cuarenta y ocho horas en un hotel de huéspedes de Jaipur”, convierte la aventura y el viaje en metáfora de una búsqueda personal e individual. El recorrido geográfico trazado en Seis peces azules termina por convertirse en un recorrido estático que cada uno de los personajes realiza para buscarse a sí mismo, para encontrar el propio lugar y, por tanto, para alcanzar una felicidad que, como dice el autor, “no tiene nada que ver con las posesiones, con lo material”, la felicidad buscada por los personajes no es más que “la armonía” con uno mismo y con lo que le rodea.

Fernando Otero (foto: Editorial Algaida)

La lejanía geográfica puede que sea el único lazo que una la novela de Tejera con Donde la muerte te encuentre, la novela con la que Fernando Otero gana el Premio Ateneo Joven 2011. A medio camino entre la novela de ficción y el reportaje periodístico, Otero propone, de la mano de Ginés Maldonado, el protagonista de la trama, una investigación entorno a la muerte de Che Guevara, a las circunstancias en que ésta se produjo y a las posibles manos negras que movían los hilos para que ésta se produciera. Apoyándose sobre una amplia bibliografía -algunos de los títulos más relevantes son mencionados al final del libro-, Donde la muerte te encuentre repropone la hipótesis, todavía por demostrar, de la implicación castrista en la muerte del guerrillero, connivencia que sobrevuela las poco esclarecidas circunstancias en las que Che Guevera moría tras ser disparado en la batalla de Quebrada del Yuro, en Bolivia. El hermetismo y secretismo que rodean los hechos permiten a Otero hipotizar sobre la existencia de un diario personal, perteneciente a Raúl Villar, compañero del guerrillero argentino, en el que se demostraría la implicación directa del gobierno castrista en los hechos de 1967, pues en sus páginas podría leerse el relato de lo sucedido, sin dejar posibilidad a la duda: “Estábamos en una ratonera. Cuba nos ha traicionado”.

Si por una parte Otero recupera el género de novela periodística que hizo célebre A sangre fría, por otra se aleja de la estela de Truman Capote en cuanto no recurre a la primera persona: en su novela, quien lleva adelante la investigación es un personaje que está realizando su tesis doctoral, Ginés Maldonado es una creación más, como los otros personajes, cuya voz resulta imperceptible a lo largo de la obra. La ficción se convierte, por tanto, en el marco en el que se insieren los datos históricos, no se trata de narrativizar la historia de lo que objetivamente sucedió, sino de convertir la ficción en el instrumento para vehicular un acontecimiento real, la muerte de Che Guevara, y a la vez para hipotizar, incluso, fantasear sobre lo que ahí pudo suceder. Alejándose de Capote, Otero parece aproximarse a la obra de Javier Cercas, aunque, nuevamente, vuelve a hacer un movimiento de distanciamiento puesto que, a diferencia de Soldados de Salamina, el rigor histórico de Donde la muerte de encuentre no está en primer término, sino que subyace, sin incurrir en imprecisiones, bajo la ficcionalización de aquello que pudo pasar o, en otras palabras, el rigor histórico se convierte en la base con la que Otero construye una historia ficticia, pero verosímil.

Tras un par de horas, y a pesar de que la conversación aún no hubiera agotado todas sus posibilidades, se levantó la sesión. Al salir de Set Portes, uno se volvía a sumergir en la Barcelona actual de la que Seis peces azules y Donde la muerte te encuentre permiten escapar durante un tiempo, como el transcurrido en ese salón del ya lejano siglo XIX.

Anna Maria Iglesia

Anna Maria Iglesia

Anna Maria Iglesia (1986) es licenciada en filología italiana y en Teoría de la literatura

y literatura comparada; Máster en Teoría de la literatura y literatura comparada por la

UB. Es colaboradora habitaual de Panfleto Calidoscopio, ha publicado breves ensayos

en la Revista Forma de la UPF y reseñas en 452f. También ha publicado artículos en El

núvol o Barcelona Review.

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