Felipe Benítez Reyes | Foto: Jesús Marchamalo

Benítez Reyes: «La voluntad también puede ser azarosa»

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Felipe Benítez Reyes | Foto: Jesús Marchamalo
Felipe Benítez Reyes | Foto: Jesús Marchamalo

Tras casi diez años de silencio, Felipe Benítez Reyes (Cádiz, 1960) acaba de publicar su última novela, El azar y viceversa, en la editorial Destino. La obra nos narra la historia de un menesteroso, de un superviviente, de un buscavidas, de un pícaro del siglo XX cuya biografía se encuentra sometida, sin descanso, a lo inesperado de los imprevistos, de la sorpresa, de la siempre enigmática fortuna. Como escenario, diferentes ciudades del sur de España y una época que discurre entre los años sesenta, setenta y ochenta. Benítez Reyes es autor de novelas, de ensayos y de libros de poemas; una extensa obra traducida al inglés, al italiano, al ruso, al portugués… Premiado con el Nadal por su novela Mercado de espejismos (2007) y el Nacional de Poesía por Vidas improbables (1996). Conversamos en una tarde de junio con Benítez Reyes, y este es el resultado.

¿Para tanto da la picaresca en España, que hasta es un género literario que perdura cinco siglos y llega a su novela?
Es posible que los grandes patrones narrativos no caduquen. No son procedimientos que se agoten por sí mismos. Se pueden parodiar, actualizar o transgredir, según lo que cada cual pretenda. El riesgo tal vez esté en limitarse a reproducirlos sin una marca distintiva.

El azar y viceversa… El protagonista de la obra siempre deambula entre la fortuna y la adversidad, como todo pícaro. Pero ¿cuál es del azar y cuál es de la viceversa? ¿Se podrían entender la una sin la otra?
El título de la novela pretende sugerir una especie de proposición disyuntiva, aunque un tanto artificiosa. El azar tal vez no tenga un antónimo exacto, ni siquiera la voluntad, que también puede ser azarosa. El protagonista está instalado en una inestabilidad continua. Y acaba comprendiendo que todo lo que se alza puede derrumbarse, que en cualquier momento puede perderse todo cuanto se consigue, tanto lo material como lo abstracto.

Dosis de humor salpican la novela. Un humor que le sirve al personaje para aliviar sus desgracias, no para entonar el chiste fácil. ¿Es ese el humor que le interesa a Felipe Benítez Reyes en la literatura?
En esta novela, el humor es el recurso que me pareció válido para poder contar una historia dramática de forma verosímil. Una historia dramática contada en tono dramático tiene sus riesgos, ¿verdad? Para mí, el humor consiste sobre todo en jugar con el pensamiento. Con la formulación imprevista. Con la descripción inesperada de la realidad.

Pueblos como Rota o Jerez de la Frontera y ciudades como Sevilla o Cádiz son lugares que aparecen en la novela y cuyos personajes ofrecen personalidad a la prosa del texto. ¿Cuál es, si la hay, la riqueza y la originalidad del habla andaluza? ¿En qué se manifiesta?
Andaluces eran los hermanos Álvarez Quintero y andaluces fueron Bécquer y Cernuda. No hay un patrón. El estilo no suele ser regional. Es menos autonómico que autónomo. Pero hay unas características de habla que, por supuesto, se reflejan en la escritura. La musicalidad de la frase o el afán metafórico, por ejemplo.

El azar y viceversa posee una sintaxis que evoca a la de los grandes clásicos de la literatura española… ¿Cree que tanta lectura de obras traducidas ha evaporado las singularidades sintácticas del español?
Un poco tal vez sí. Algunos autores jóvenes tienden a la frase corta. A la expresión sintética. Con muchos puntos. A mí me gustan las oraciones subordinadas, que suelen ser menos subordinadas de lo que parecen a primera vista.

Abunda el tono coloquial, pero también la elaboración, la redacción, de la lengua. ¿Qué ha pretendido con el uso de estos dos registros?
Mi pretensión era la de mantener un tono coloquial en un texto muy cargado de estilo. Equilibrar esos dos elementos que suelen ser incompatibles. Ese fue uno de los retos. El más complicado después de la configuración psicológica del personaje.

Como lector, ¿qué le exige Felipe Benítez Reyes a una buena novela?
Pues precisamente eso: que sea buena. Cada cual tiene sus parámetros de valoración, claro está. Lo peor que puede pasar es que al leer una novela tengas la impresión de estar perdiendo el tiempo.

Muchos han insistido en el sesgo tradicional de esta novela, pero en ella se introducen también elementos desconocidos en la novela picaresca, como el uso de la tercera persona para medir distancias en el relato. ¿Le ha interesado esta comunión entre la tradición y la novedad?
Es que escribir al margen de la tradición tal vez implique una arrogancia que sólo está al alcance no ya de los arrogantes, sino sobre todo de los imprudentes. Cuando te pones a escribir una novela, conviene tener claro que antes que tú han escrito Dickens, Cervantes o Nabokov, por ejemplo. A ningún médico se le ocurriría renegar de la tradición de la ciencia médica, a menos que tenga vocación de curandero.

Destino
Destino

¿Considera que solo así, de la mano de la tradición y del aporte personal, puede nacer algo verdaderamente rompedor con toda estética y con todo precedente?
Las rupturas con la tradición ocurren dentro de la tradición. Es más, son consecuencia de la tradición misma. Octavio Paz hablo de “la tradición de la ruptura”. Ese afán rupturista va en el lote. Pero, en fin, la tradición, más que romperla, quizá convenga limitarse a modularla.

Si comparamos la biografía de su protagonista con la de cualquier protagonista de la picaresca del Siglo de Oro, vemos que no se distancian demasiado. ¿Tan poco hemos evolucionado?
En lo esencial, el ser humano varía poco. Nace, crece, procura instalarse en el mundo, intenta ganarse la vida, se enamora, se desalienta, disfruta cuanto puede y al final se muere el día menos pensado.

¿Qué necesita un personaje para resultar creíble en una novela?
Imagino que muchos matices, pero sobre todo el de mantener una coherencia psicológica que refleje también la incoherencia intrínseca que padecemos los seres reales.

Frases de la novela como “cuando el espíritu se nos pone miserable, la verdad y la mentira se funden en algo que no es mentira ni es verdad” encajan en un libro de aforismos, ahora tan de moda. ¿Alguna publicación próxima en la cabeza?
Escribo algunos aforismos, pero no me gustan los aforismos. Es una contradicción que no logro interpretar. Siempre suenan a falso, a ocurrencia artificial… No sé. A lo mejor algún día me aplico el castigo de reunirlos y publicarlos.

Gonzalo Gragera

Sevilla, 1991. Escritor y lector. Estudios de Derecho en la Universidad de Sevilla. Autor de los poemarios 'Génesis' en la editorial Jirones de Azul y 'La vida y algo más' en la editorial La Isla de Siltolá. Ha colaborado en diversas revistas de poesía y periódicos como ‘La Isla de Siltolá’, ‘Estación Poesía’ o ‘El Correo de Andalucía’, entre otros. Actualmente, es colaborador en 'La Mañana' de Cope Sevilla y en la revista cultural ‘Nueva Revista’.

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