Elvira Navarro | Foto: Fernando Mateos

Elvira Navarro: «No busco la incomodidad, busco la extrañeza»

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Elvira Navarro | Foto: Fernando Mateos

Aunque el motor de los libros Elvira Navarro son personajes y lugares comunes, no se la puede considerar una escritora realista. En ellos, siempre se puede ver un juego que oscila entre lo real y lo fantástico. Como si fuera una balanza que se equilibra de la normalidad hacia la irrealidad (y viceversa) sin poner ningún peso entre medias. De estas situaciones, nacen sujetos con ciertas taras sobre los que el plano psicológico se materializa. O casi. Unos individuos, unos escenarios, que plagan el último libro de cuentos de esta autora: La isla de los conejos (Literatura Random House).

El libro está formado por once islas de realidad inventadas por unas mentes que tienen ciertas taras.
Sí y no. Yo creo que todas las mentes tienen ciertas taras, y todas las tienen porque la normalidad está definida por unos puntos muy estrechos. Cualquier cosa que se salga de esa tipificación, ya es anormal. Y todos nos estamos saliendo continuamente en mayor o menor medida de esas fronteras. Esto, que normalmente lo calificamos de locura, quizá no lo sea tanto.

¿Intentabas hacer este juego con el libro?
No es tan meditado como te lo estoy diciendo ahora. Por lo menos en mi caso, hay un proceso creativo que funciona a nivel consciente. Para mí la escritura es una tentativa de pensamiento y de descubrimiento de ciertas cosas. En este sentido, no es premeditado. Pero el punto de llegada en muchos cuentos sí que ha sido ése.

En este libro te dedicas a retorcer la realidad casi hasta el límite, pero al final lo devuelves a la calma.
Yo más que vuelta a la calma, diría que el desarrollo que sucede en el cuento, llega un momento que se detiene. Y que ese detenimiento, marca el final del cuento. Se detiene, pero no se sabe qué más va a pasar.

Como dices, no se sabe qué va a pasar al final, ni de dónde vienen los personajes. Dejas muchos huecos que el lector tiene que rellenar.
Sí, son los personajes los que desencadenan las acciones y sus motivaciones parecen opacas. Esto me permite también jugar con lo psicológico.

¿Por qué te interesaba llevarlo a este terreno?
No es tanto que lo llevara, sino que surgían. Estos cuentos tienen mucho de lo que la psicología de los personajes proyecta sobre lo real. Más que un punto de llegada, es un punto de partida.

La mayoría de estos cuentos los centras en la normalidad. ¿Hay mucho horror aquí escondido?
Siempre hay cierto horror. Sobre todo cuando imaginamos. Sí es cierto que mis personajes tienen vidas absolutamente normales, que no tienen vidas extraordinarias, que podrían ser cualquiera.

Literatura Random House

¿Cómo surge el desarrollo de los cuentos? ¿Cómo los creas?
Yo soy súper lenta escribiendo; pueden pasar años desde que pienso una idea hasta que la desarrollo. Los textos los he ido reuniendo poco a poco. El libro tiene una idea unitaria que me surge en 2014 cuando yo me doy cuenta de que tengo un montón de textos que me atraen. En ese momento me doy cuenta de que tienen un hilo común y de ahí surgió este libro. Hay algunos que ya estaban de antes, pero es entre 2014 y 2016 cuando escribo la mayoría de ellos.

Este hilo que une todo es lo psicológico, el terror, lo que muchas veces genera incomodidad en el lector. ¿Es esto buscado?
Esto me lo dicen muchas veces, que genera incomodidad, y a mí lo que me sucede es que me lo paso muy bien. Yo no busco la incomodidad, si acaso, busco la extrañeza. Por ejemplo, el cuento de La habitación de arriba surge de cuando tenía que dar una charla en Zaragoza y me habían reservado un hotel y cuando fui, ya no quedaban habitaciones para mí. Me dejaron un cuartucho, que estoy seguro que me acondicionaron en el momento, en el último piso donde todo el rato oía ruido de máquinas. Estoy segura de que era el ascensor, pero toda la noche tuve pesadillas con las máquinas y tenía la sensación de que se me había metido la máquina dentro del cuerpo. Esto me dio la idea para escribir el texto. Sé que la experiencia fue incómoda, pero al escribirlo, se desarrolla en mí la extrañeza. No parto tanto por buscar un efecto en el lector; además de que creo que es imposible provocar uno en concreto. Me han llegado a decir que se han reído mucho con estos cuentos.

A parte de una búsqueda, ¿hacia dónde te dirigías con estos cuentos?
Creo que en estos cuentos, o al menos en su escritura, quería distanciarme mucho del realismo. Después de escribir La trabajadora me propuse salirme aún más de la realidad y creo que lo he conseguido.

Jugar con los bordes de la realidad.
Sí. Exacto. No sé hasta qué punto este libro podría ser considerado realista.

Carlos Madrid

Terminó periodismo allá por 2013, pero, no sintiéndose suficientemente formado, se matriculó en lector insaciable, perpetuo viajero, musicodependiente, aprendelenguas... Difunde lo que le agita por dentro en aquellos lugares donde le toleran.

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