David Albahari | Foto: Aleksandar Dragutinovic

Albahari: «Mi única intención ha sido no glorificar la guerra»

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David Albahari | Foto: Aleksandar Dragutinovic
David Albahari | Foto: Aleksandar Dragutinovic

En el mes de marzo verá la luz la novela Punto de control, del escritor serbio David Albahari (traducida por Juan Cristóbal Díaz Beltrán), al que algunas voces anuncian ya como futuro aspirante al Nobel de Literatura. La editorial Baile del Sol, que ya publicó su colección de cuentos sobre el exilio, Canción muda, presenta ahora este crudo alegato sobre la guerra, que se centra en la parte más inhumana y absurda de los enfrentamientos armados. La intención antibelicista de la obra lleva al autor a desgranar el terror de una contienda imaginaria en la que Albahari asegura no referirse a la Guerra de los años 90 en la antigua Yugoslavia, pero que sin duda podría ser el relato literario de cualquier contienda.

Punto de control es una novela en la que las fronteras, la guerra y la violencia se muestran como un sinsentido. El afán de control del ser humano sobre el ser humano, ¿podríamos concluir que es una novela pacifista a pesar de su dureza?
Por supuesto que es pacifista, pues ésa es la única forma aceptable para mí de escribir sobre la guerra. A diferencia de algunas de mis novelas en las que he escrito sobre guerras reales, Punto de control habla de todas las guerras, las reales y las irreales. Sin embargo, en ningún momento he concebido la novela como apología de guerra alguna.

Hay aspectos violentos, casi inhumanos, en la peripecia de los soldados de Punto de control; estremecen al lector y se adentran en una parte nada épica de los conflictos bélicos, más bien nos hablan de luchas miserables. ¿Cuál es su intención al mostrar estos episodios?
Mi única intención ha sido la de no glorificar la guerra bajo ningún concepto. Por eso todo lo que ocurre en este libro está llevado al último extremo de lo absurdo. Cualquier otra manera de representar las escenas bélicas significaría, en la práctica, un enaltecimiento del ethos bélico.

Esta es una novela muy masculina, ¿cree que la guerra y sus objetivos también lo son?
La guerra es normalmente vista como un asunto de hombres, pero no hay duda de que en cualquier guerra existen elementos de su naturaleza femenina. En el pasado la guerra era una profesión masculina, pero bien es cierto que actualmente se encuentra enriquecida con la sagacidad femenina. Por otro lado, las guerras actualmente se generan mucho más en salas con grandes pantallas en donde están representadas personas de ambos sexos.

¿Considera usted que en la realidad se producen circunstancias similares a las que describe en Punto de control?
No simplemente iguales, sino incluso mucho más espantosas. Basta con pensar en el proyecto de aniquilación del pueblo judío durante la Segunda Guerra Mundial.

El escenario extraño en el que se sitúa la novela, el bosque que aísla el punto de control, sus misterios…, aumentan la inquietud del relato y además lo universalizan, ¿este punto de control podría estar ubicado en cualquier lugar del planeta?
Por supuesto que podría localizarse en cualquier lugar del planeta. Podríamos incluso decir que similares puntos de control se hallan ya en innumerables lugares de nuestro mundo. Algunos de ellos nos son bien conocidos, y de otros aún está por saberse.

Baile del Sol
Baile del Sol

Su preocupación por el exilio, la identidad, las guerras o la incomunicación aparecen como constantes en su literatura. ¿Sus personajes le ofrecen a usted algunas respuestas sobre estas incógnitas de la condición humana?
Ellos ofrecen, en el mejor de los casos, una tentativa de respuesta a los temas que acaba de enumerar. La búsqueda de la identidad es una característica permanente del ser humano, del mismo modo que el sentimiento de exilio puede fácilmente despertarse en cualquiera de nosotros.

En un momento de la novela, un grupo de refugiados intenta cruzar el punto de control. Son personas que huyen sin saber muy bien hacia dónde. En estos momentos, Europa vive una situación parecida con los refugiados sirios que huyen de la guerra sin un destino fijo. ¿Qué opinión le merece la respuesta de los países europeos a esta denominada crisis de los refugiados?
Situaciones extraordinarias requieren de respuestas extraordinarias. La crisis de refugiados que viene sacudiendo a Europa en los últimos meses es una de esas situaciones extraordinarias. Mi sensación es que Europa no se ha preparado lo suficientemente bien para tal eventualidad pese a que, si no me equivoco, existían indicios de que algo así podría efectivamente acabar ocurriendo. Todas las reacciones hasta el momento ofrecen básicamente soluciones temporales e incompletas, y la cuestión de si Europa será capaz de responder adecuadamente a la actual crisis de inmigrantes es capital.

En su literatura aparece un cierto interlineado de humor negro, de descaro, de rebeldía, de anticonvencionalismo. ¿Podríamos ver en estos rasgos un modo de cuestionamiento del actual orden social?
Para mí son ante todo juegos lingüísticos mediante los cuales trato de cuestionar los límites de la narración y de las propias formas literarias.

Usted escribe en serbio y es muy riguroso en la precisión del lenguaje, además de ser un reconocido traductor. ¿Cómo se relaciona con la traducción de sus propias obras? ¿Está muy al tanto de las mismas? ¿Le preocupa este aspecto a la hora de ser publicado en un idioma como el castellano?
En cualquier caso, me siento complacido porque mis relatos y novelas puedan leerse en otras lenguas distintas. Evidentemente, dado que yo mismo soy traductor, soy consciente de las dificultades con las que todo traductor tiene que lidiar al tratar de verter una obra escrita en otra lengua. Por eso concibo todas las traducciones de mis libros como una puesta en valor de la labor traductora y aprecio de manera extraordinaria los esfuerzos que los traductores han de invertir en su tarea.

¿Cuáles son sus principales referentes literarios?
Mis principales modelos literarios son escritores como Kafka, Beckett y Bernhard. Mis prosas vienen a ser cierto tipo de respuesta a la influencia que ellos han ejercido sobre mí.

Punto de control es su segunda publicación en la editorial española Baile del Sol, después de la colección de cuentos Canción muda. ¿Cree que el lector español puede hacerse una idea general del carácter de su literatura con estas dos obras?
Creo que el lector español puede hacerse una idea de mi obra en tanto en que repare en que está basada en una búsqueda continua de nuevas posibilidades narrativas. Sin embargo, tal como ocurre con cualquier otro escritor, se hace necesario que los lectores dispongan de una selección de mis obras mucho mayor para poder hacerse una idea cabal de mis aspiraciones narrativas.

En Serbia y otros países de su entorno esta novela atrajo una gran atención en el ámbito de la opinión pública y la crítica. Recordamos que esta traducción es la primera que se hace de esta obra. ¿Piensa que existe la posibilidad de que la novela sea interpretada exclusivamente -y con miras estrechas- a la luz de lo acaecido en los años 90 en la ex Yugoslavia?
En ningún modo ha sido mi intención la de reflejar en esta obra lo acontecido en los años 90 en la ex Yugoslavia. Por supuesto, las novelas en su forma definitiva pueden resultar en algo completamente distinto de lo imaginado por el escritor inicialmente. En este libro a mí me interesaba más dedicarme a una guerra que, por así decirlo, perteneciera a todos y no solamente a una región.

Inma Luna

Inma Luna es periodista y antropóloga. En la actualidad se dedica a la escritura, imparte talleres literarios y lleva a cabo asesorías en literatura y correcciones. En estos momentos tiene entre manos el proyecto 'Mas allá del miedo están ellas', libro y documental sobre mujeres mexicanas en entornos violentos. Ha publicado siete poemarios, una novela y un libro de relatos. Gestiona los blogs:
'De cerca nadie es normal' y 'La salsa de la vida'.

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