Han pasado nueve años desde la publicación del primero. ¿Se hacÃa necesaria una nueva entrega, para saber por dónde iban los tiros en estos momentos?
Impera lo breve, sobretodo en la comunicación, con los nuevos soportes, twitter y las redes sociales en general.
C.O.: SÃ, ahora se le suplica a la gente que sea breve, por favor (risas). El soporte está determinando esa brevedad. Cuando tenÃas papiros escribÃas cantares de gesta, pero ahora internet es un buen soporte para el relato hiperbreve.
C. O.: Si tomamos las edades, los más jovencitos están influenciados por lecturas tipo Harry Potter, libros juveniles. Por otra parte, la entrada de lo fantástico es muy fuerte en general; el mundo del vampiro, que está muy de moda y era algo muy presente en la microficción; el cuento de terror tiene una presencia cada vez más fuerte…
C. O.: SÃ, es casi una novela… (risas). Una elipsis que, por cierto, es parte del juego. El terror en sÃ, es una elipsis, como el erotismo. Un desnudo pintado por partes no es nada erótico. Y un terror explicado con detalle es charcuterÃa. Sin embargo, una gran elipsis es un cuento que asusta un montón.
El orden en el que están editados los cuentos es curioso, de mayor a menor dimensión.
P. E. A.: Es difÃcil ponerle un nombre fijo a algo que cambia cada dos por tres. Además, cada autor y cada teórico aporta su grano de arena e intenta que triunfe su propuesta. Se le ha llamado ficción súbita, microficción, nanocuentos, microcuentos, nanoficción, cuentos bonsai, hiperbreve, cuento pulga…