Ana S. Pareja y Jordi Corominas i Julián han coordinado la edición de Matar en Barcelona (Alpha Decay), una antologÃa de narraciones inéditas en la que doce autores de diferente calaña han recreado otros tantos crÃmenes acontecidos en Barcelona. Jugando a narrar, recreando sucesos, reinventando las crónicas, los doce narradores han dado forma a uno de los libros más sugerentes de la temporada que nos sirve, no tan sólo como escaparate para conocerles y reconocerles, sino también para comprobar que la inventiva sigue viva y que, lejos de otras propuestas planas y poco edificantes, se puede estimular al lector con sorprendentes variaciones del género negro.
Hablamos con los responsables primigenios de este proyecto.
Parece que, en los últimos años, la crónica negra se ha desvinculado de cierto savor faire literario. ¿Matar en Barcelona es un reencuentro entre los dos géneros (crónica y literatura)?
Creemos que el libro es muy literario y se aleja bastante de la crónica. Los relatos de la antologÃa podrÃan leerse perfectamente como cuentos de ficción independientes, algunos de ellos, incluso muy alejados de los estereotipos del género negro. Ésa es una consecuencia de las pocas directrices que dimos a los autores, básicamente sólo les pedimos que escribieran ficción inspirada en una serie de crÃmenes reales, y eso es lo que han hecho.
¿Cómo surgió el proyecto de reunir a doce autores para «reinterpretar» doce crÃmenes reales y cuál fue el criterio para escoger a los doce «apóstoles»?
Jordi escribe una columna mensual sobre crÃmenes barceloneses con la pretensión de revestir la crónica negra de cierta calidad literaria. Tras la publicación de Odio Barcelona, contactó conmigo y me propuso la idea de montar la antologÃa juntos. Le dimos mil vueltas y un proyecto que en sus inicios conciliaba muchas disciplinas artÃsticas terminó convirtiéndose en este libro.
¿Los autores pudieron escoger sus crÃmenes?
Preparamos una lista con una serie de crÃmenes que encontrábamos interesantes y muy adecuados para convertirse en relatos de ficción. Enviamos nuestra propuesta a los autores junto a un esmerado dossier con mucha información sobre los crÃmenes: noticias aparecidas en prensa, sentencias judiciales, pelÃculas sobre los asesinatos, material de archivo, etcétera. Algunos autores eligieron crÃmenes que nosotros les habÃamos sugerido. Otros se desmarcaron y eligieron sucesos que no aparecÃan en nuestra lista inicial.
La selección no podÃa ser más ecléctica. Es una reunión de autores noveles en el género con otros que ya tienen experiencia en él. Da la impresión de que todos han arriesgado y han querido ir más allá de lo que habÃan hecho hasta ahora, no hay ningún relato que pueda considerarse de «corte clásico». ¿Formaba parte del plan salirse de las normas del género?
SÃ. Desde el primer momento pensamos que la única manera de darle un valor añadido a la antologÃa pasaba por desubicar a los autores y exponerles al reto de tener que salir de su lÃnea de trabajo habitual. Encontrábamos muy atrayente la idea de ver cómo iban a desenvolverse autores tan alejados del género negro ante un proyecto asÃ. El resultado ha sido muy sorprendente.
El tener que trabajar con crÃmenes reales implica un trabajo de investigación, no sólo de los hechos sino también de las épocas en los que ocurrieron (incluso alguno se nos ha ido al futuro). ¿Se impuso algún tipo de lÃmite sobre el grado de ficción y de realidad que debÃa tener el relato?
No, en absoluto. Los autores tuvieron plena libertad para escribir. Algunos se documentaron más, pues el tipo de relato que escribieron asà lo exigÃa, y otros se acercaron a los hechos de manera más superficial, haciendo hincapié en otros aspectos. Algunos autores se centran en la infancia de los asesinos, otros plantean el relato desde el punto de vista de la vÃctima. En esos casos, la documentación previa no exigÃa tanta exhaustividad.
Como editores, ¿os ha sorprendido especialmente alguno de los relatos?
En general, nos ha sorprendido la calidad de los relatos. Es muy difÃcil conseguir cierta homogeneidad en una antologÃa con tantos autores tan dispares. La sorpresa ha sido constatar que todos han solucionado bien el encargo. No hay ningún texto malo en esta antologÃa. Eso es todo un logro en este paÃs.
Barcelona se ha convertido en escenario para revitalizar del género, hay un importante movimiento noir que lo mantiene vivo y desde hace unos años se han publicado libros que recuerdan la historia negra de la ciudad, pero hay pocos casos de ficciones basadas en hechos reales ocurridos en la ciudad condal. Con Matar en Barcelona, ¿llenáis un hueco que hasta ahora permanecÃa vacÃo?
Quizá es prematuro responder a esta pregunta. Veremos qué opinan nuestros biógrafos del futuro.
¿Creéis que a alguno de los autores noveles que han participado le ha «picado el gusanillo» y podrÃa prolongar el legado?
No lo sabemos. TendrÃas que preguntárselo a ellos.
El libro nos puede servir de guÃa para conocer la otra cara de Barcelona. ¿Hay alguna zona especialmente atractiva en este aspecto?
Jordi y yo hicimos un experimento para una conferencia que dimos en la Universitat de Vic. La mesa giraba en torno a la idea de “CartografÃa y palabraâ€. Para ilustrar nuestra intervención situamos en Google maps los lugares de los crÃmenes que aparecen en el libro y comprobamos que Barcelona tiene sus particulares twilight zones, centros de energÃa muy maligna. No especificamos más, que luego los del Ayuntamiento se enfadan.
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Hablan los autores…
Algunas de las firmas que han participado en Matar en Barcelona han accedido a responder a un pequeño cuestionario:
1. ¿Qué te atrajo del crimen que escogiste?
2. ¿Te planteaste escribir una obra diferente a lo que habÃas hecho hasta ahora, a modo de ejercicio de estilo?
3. ¿Cuál es tu novela negra favorita (si la tienes)?
1. Salvo por el hecho de que, quizá, falte alguna escena de canibalismo extremo, me pareció una historia muy bonita, casi perfecta, para contar. La conocÃa desde hace tiempo y desde el principio me sentà enamorado de ella.
2. Soy nuevo en esto. Demasiado nuevo. Cambiar una coma de sitio ya es para mà un ejercicio de estilo. Decir otra cosa serÃa falso y parecerÃa presuntuoso; o viceversa.
3. En los bordes mismos del género: Crónica de una muerte anunciada.
1. Pues que habÃa sucedido a mi alrededor, entre gente que conocÃa, lo que lo alejaba un poco de ese plus de abstracción que tienen siempre los filtros de la narrativa y el lenguaje.
2. Cada cosa que escribo aspiro a que sea diferente a la anterior. En este caso, por planteamiento previo del proyecto, me vi escribiendo un cuento corto, cosa que creo que no hacÃa desde que casi era un niño. Fue más agradable, técnicamente, de lo que pensaba.
3. La novela negra moderna tiene dos maestros fundadores aún insuperados ni siquiera por todas las Donna Leon ni todos los suecos del mundo. Son Dashiell Hammett y Raymond Chandler. Georges Simenon estuvo a punto de alcanzarles pero lo desfondó su estajanovismo literario. Es curioso como el apellido ruso Stajanov suena muy parecido en español a la palabra “destajoâ€. Son esas curiosas casualidades del lenguaje. De Dashiell Hammett mi favorita es La llave de cristal que, obviamente, influenció mucho al Miller’s Crossing de los Cohen. De Chandler, todas las novelas valen la pena, aunque probablemente la mejor sea El largo adiós aunque yo le tengo mucho cariño a una más pequeña: Payback, dónde disfraza muy bien esquemas de la cultura clásica en una narración policÃaca que consigue provocar una sensación absoluta de actualidad e incluso de realismo social. Era muy hábil, el muy pillo. Un poco enfático, como todo buen sentimental.
1. Más allá de la brutalidad de su puesta en escena y de su consumación, me atrajo todo lo que pudo tragarse ese agujero negro que fue el trayecto en coche de Bultó entre la casa de su hermana y la suya propia. Ese microcosmos involuntario y a buen seguro tenso que se tejió entre él, su chófer y la circunstancia apremiante de tener un temporizador mortal adosado a su cuerpo. Indagar las astillas mentales y emocionales que pudieron darse en ese impasse.
2. Me apetecÃa explorar un registro algo más frÃo y austero, tanto en el estilo como en los hechos que narraba. Dejé de un lado la posibilidad de un relato brioso y electrizante y me decanté por un vuelo rasante.
3. Hay una novela que me apasiona especialmente por lo que tiene de género negro desmenuzado y trasladado hacia el terreno de la paranoia más surrealista y a veces incluso inmadura. Se trata de Cosmos, de Witold Gombrowicz. Convierte la necesidad de trama, de indicios y de conspiración que tiene casi toda novela negra en el mismo motor de la historia. Lo relevante en ella no es la resolución, sino la necesidad de crear, aunque sea por un automatismo ocioso, un misterio, y con ello un sentido a la realidad. Y rodearlo de un erotismo obsesivo, casi adolescente.
1. Me moló la idea de que era un asesinato de una inmigrante, presuntamente a manos de otros inmigrantes (además pakistanies, que no tienen ninguna fama de ser capaces de una violencia tan descomunal como la de este caso). De alguna manera eso mostraba cierta jerarquÃa entre los recién llegados, sobre todo en el ruedo inmobilario, lo cual me llamó la atención.
2. SÃ, nunca me habÃa planteado escribir sobre un crimen real, aunque intento que mis relatos me sirvan de catarsis y por lo tanto siempre acabo matando a alguien.
3. Últimamente leo poco de este género, pero una que me gusta mucho es A Dog’s Ransom, de Patricia Highsmith, sobre el secuestro de un perro. Y eso que soy más de gatos.
1. El hecho que fuese el suicidio de una persona cercana. La cantidad de interrogantes que suscita algo asà y que uno no se acaba de responder. La descripción del ambiente cotidiano me atrae más que la crónica de sucesos.
2. La verdad es que no. Nunca he concebido el estilo como una «maniera».
3. Tren nocturno, de Martin Amis.
(Foto: © Antonio Galeote)
1. La doble condena, durante y después de la cárcel, que implica un crimen mediático: ¿qué ocurre al salir? Me apetecÃa imaginar que respondÃa la pregunta.
2. Existen algunas similitudes -relativas- entre el cuento y la novela que estoy escribiendo; como jamás habÃa probado con el género negro, me parecÃa más asequible el salto desde lo conocido.
3. Me confieso oveja negra de esta hornada Ãdem, porque apenas he transitado por el género. Por herencia materna he leÃdo bastante, y con gusto, a los clásicos: Agatha Christie, Patricia Highsmith, algo de Raymond Chandler… En Las vÃrgenes suicidas, de Jeffrey Eugenides, las adolescentes mueren (aunque por mano propia) sin explicaciones ni lógica, en una atmósfera opresiva e inquietante. ¿ServirÃa?
(Foto: © José Antonio Chacón)