De Máshber a Madoff, o sobre la vulnerabilidad del destino

La familia Máshber. Der Níster («El Oculto», seudónimo de Pinjas Kahanovich [1884-1950-])
Prólogo y traducción del yiddish:
Rhoda Henelde y Jacob Abecasis
Libros del Silencio (Barcelona, 2011)

Dice el Eclesiastés: “Lo que ha sido es lo que será, y lo que ha sido hecho es lo que se hará. Y no hay nada nuevo bajo el sol. ¿Hay algo de lo cual pueda decirse: ‘¿Veis?, ¡esto es nuevo!’? Todo ya ha sido antes, en edades que han sido antes de nosotros”. Y ahí está, de Máshber a Madoff, la historia de una crisis que se repite una y otra vez. La parábola de la caída de un hombre de negocios rico y poderoso, rodeado de una familia que le quiere y trabaja a su lado, con un éxito económico y social arrollador. La vida parece sonreírle hasta que un día algo tuerce el vulnerable destino del hombre que -sintiéndose tocado por la mano divina- olvida que el borde finalmente puede rebosar, que la suerte puede dejar de estar de su lado y que la caída es grande. Pero los Máshber y los Madoff -los de ficción y los de realidad- tienen algo más en común: su caída desenmascara una crisis sistémica y profunda del mundo en el que viven.

Del mundo actual (y de la familia Madoff) nos dan buena cuenta la prensa, la industria editorial y el cine, con una libertad de expresión y de medios que ya le hubieran gustado a Der Níster; no sólo por las dificultades que encontró para publicar la primera parte de esta obra fechada en 1939, sino porque además experimentó los sinsabores de un mundo que se desintegraba con una violencia y velocidad inusitadas. La segunda parte se publicó en 1948, en yiddish, en Estados Unidos, pocos meses antes de que Der Níster -que había logrado huir de los nazis- fuera arrestado en Rusia en una brutal campaña contra la cultura yiddish y enviado al gulag. Las duras condiciones de supervivencia lo hicieron enfermar y provocaron su muerte en prisión antes de ser fusilado. Un posible tercer tomo nunca se logró rescatar de la KGB.

Der Níster (foto: D.P.)

Der Níster da cuenta en esta obra del contexto económico, político y social que se vive en la ciudad ucraniana de N. -que se inspira en la ciudad de Bernichev, el shtetl más judío del judaísmo ruso-. El relato transcurre durante el último cuarto del siglo XIX, tras el levantamiento de la aristocracia polaca frente al poder zarista, que generó grandes turbulencias de calado político y económico entre la nobleza polaca y ucraniana también en el área de asentamiento de comunidades judías. Este es, en breve, el fascinante arranque de la novela La familia Máshber, que en hebreo significa crisis. Riguroso y personal retrato de una época que se nos muestra corrupta y decadente, atravesada por una grave crisis económica y de valores, alejada de la razón e inculta. Der Níster retrata con pulso firme las relaciones de estafa y codicia que vician los mercados, el colapso de la economía ante la falta de liquidez de los prestamistas, el abuso de poder de una aristocracia enferma y corrupta, y la potencial amenaza de un pueblo engañado cuando ve peligrar sus ahorros. En paralelo, recrea las luchas intestinas entre los representantes de la religión institucionalizada y los movimientos místicos jasídicos en boga, así como las pérdidas de fe -y de humanidad- de alguno de sus más representativos miembros. Y finalmente, refleja las inmensas dificultades que se presentan de poner en marcha un proyecto racional ilustrador, emancipador, que imponga la ciencia sobre la superstición. Tres grandes temas que articula a través de los tres hermanos Máshber (Luzzi, Moishe y Alter) y toda una serie de personajes de fuerte significado simbólico.

Los lectores amantes del ritmo de la novela rusa que encontramos en León Tolstói, Fiódor Dostoievski, Vasili Grossman, o sin ir más lejos, nuestro contemporáneo Jonathan Franzen; que además disfrutan con las pequeñas y grandes historias jasídicas recopiladas por Martin Buber, y que finalmente tienen la inquietud intelectual de abrir una ventana con vistas a la historia de Europa, están de enhorabuena. Este es su libro. Con él entramos de lleno en el taller de un escritor que no tiene el interés de atrapar a su lector con la trama -que la tiene, pero al servicio de la enseñanza-, sino que invita a entrar en la historia poco a poco, con la cautela de un maestro del jeder. Hay pues que trabajarse el libro y su lectura.

A medida que la obra avanza, se puede ir apreciando la propia evolución del artista en su estilo  riguroso y detallista, lento y descriptivo, pero salpicado de fuertes imágenes que invitan a un realismo mágico simbolista: la mujer de Moishe bailando como trastornada con el sudario que acaba de adquirir su marido es una imagen muy potente que nos hace presagiar un giro del destino; los sueños del místico Luzzi poblados de osos y pájaros que llevan mensajes de un extremo del mundo al otro nos anuncian una necesidad acuciante de libertad para la espiritualidad; y los gritos y aullidos de Alter nos muestran el dolor que produce poseer una inteligencia tan fina como atrofiada en un mundo que sólo se mueve y conmueve con el dinero.

El lector tiene la sensación de acompañar al escritor en la creación de su obra. De alguna manera Der Níster -que significa El Oculto– se nos revela. ¿Qué quiere el autor con este libro, que es la obra de su vida (y que prácticamente le ha llevado al paredón)? Lo explica él mismo en el prefacio, es un ejercicio de memoria para que las generaciones venideras “conozcan un mundo que se esfumó sin dejar vestigio, arrastrando consigo el cimiento económico sobre el que se hallaba construido, al igual que sus conflictos sociales e ideológicos y sus intereses”. Es una obra que, parafraseando a Harold Bloom, exige paciencia, tranquilidad de espíritu y una mente libre de prejuicios, pues en ella encontramos el valor más puro de los libros, que no es otro que el de conocer mejor nuestra realidad y nuestra vulnerabilidad al destino.

Der Níster (en el centro), sentado detrás de Marc Chagall en el refugio Malakhovka para niños judíos (foto: D.P.)

Mirada atrás

Las dos guerras mundiales acaecidas durante el siglo XX y el nacimiento de la Unión Soviética forzaron la total desaparición del shtetl. Un mundo perdido al que sin embargo podemos acceder a través de la genial mirada de Marc Chagall y de no pocos escritores europeos como Der Níster, Joseph Roth, Isaac Bashevis Singer, Dvora Baron y Soma Morgenstern, por citar algunos. Todos ellos vivieron su infancia en el shtetl, y tras abandonarlo en aras de la modernidad, la asimilación, o el sueño sionista, hacia él volvían una y otra vez sus miradas antes de que la historia lo destruyera por completo. No se trata de literatura de shtetl, género cultivado por la generación anterior, sino de literatura de los que lo abandonaron definitivamente y previeron su desintegración.

Portada "Di mishpokhe Mashber", 1º parte (1939)

Una de las grandes

Por alguna misteriosa ley de la naturaleza, las grandes obras de la literatura tarde o temprano acaban siendo rescatadas y puestas en el lugar que se merecen. Algunas incluso se cuelan entre los textos sagrados. Siguiendo a Robert Alter (erudito de la Biblia, crítico literario y catedrático de Literatura hebrea y Literatura comparada en Berkeley University), obras como Job, el Eclesiastés, Esther  y el Cantar de los cantares formaron parte de la Biblia, no por su carácter sagrado -algunos son textos cercanos a lo herético- sino por la tremenda validez narrativa y transhistórica de los textos. Robert Alter señala así la fuerza del canon literario. Recientemente el propio Alter, junto a Dan Miron y otros académicos y críticos literarios de similar prestigio, han establecido una lista de las cien obras más importantes de la literatura moderna judía, entre las que se encuentra La familia Máshber. Si echamos una mirada rápida a la lista veremos que una grandísima parte de los autores imprescindibles de la literatura judía moderna son europeos o de origen europeo, de los que -por cierto- el sistema educativo del viejo continente se ocupa poco (a excepción de los que escribieron en lengua alemana). Es pues de agradecer la valiente, generosa y muy significativa aportación de la editorial Libros del Silencio, así como el excelente trabajo de traducción del yiddish al castellano llevado a cabo por Rhoda Henelde y Jacob Abecasis. Un lujo imprescindible.

Berta Ares

Berta Ares Yáñez

Periodista e investigadora cultural. Doctora en Humanidades. Alma Mater: Universidad Pompeu Fabra.

9 Comentarios

  1. Con este comentario da gana de leerlo, lo compraremos para Navidad, y a la vuelta de la lectura, comentaremos.

  2. Marlén, no hay nada mejor que compartir las impresiones que nos produce un libro, una película, una canción, una experiencia… Cuenta conmigo!!

  3. Llevo trescientas páginas, más o menos. Me parece una novela muy interesante. El autor se mueve entre el macrocosmos de la comunidad y el microcosmos de la familia y otros personajes. Su estilo es sencillo pero su mirada es descomunal. Es como un enorme río. Seguiremos navegando.

  4. Ruben, me parecen muy acertados tus comentarios. Espero conocer tu opinión tras la lectura completa. Ánimo!

  5. Después de quinientas páginas más tarde desde la última vez, en las que se ha levantado y puesto el sol sobre ellas y se han sucedidos las noches, vuelvo para comentar algo más sobre el libro. En primer lugar, me ha gustado muchísimo y sus personajes me han proporcionado buena compañía en este tiempo. Podría decirse que es una novela para leer «al calor de la lumbre», pues proporciona igual encandilamiento, dulzura y reflexión, y sus páginas pasan con un orden que parece sobreponerse a «la realidad» que vivimos. En segundo lugar, uno lamenta haber puesto fin a esta saga, preguntándose por dónde iría el libro que ha desaparecido y que le daba continuación. En tercer lugar… (mejor prescindir de tanto lugar, ¿vale?), los personajes se le quedan a uno pegados, y en ellos y en la situaciones creadas se puede ver tantas cosas. En estos tiempos de crisis que vivimos hoy en el mundo occidental, tal y como lo son los del tiempo en que transcurre el libro, tampoco he dejado de trazar para mí paralelismos entre ambos, y por ejemplo cuando se hablaba de Yacob Yosi, yo no podía dejar de pensar en él como en cualquiera de esos altos funcionarios del FMI, BCE…que hoy sostienen la espada de Damocles sobre nosotros. Y también he pensado en el aturdimiento en que cae Moishe, y que le hacen ir dando pasos de ciego hacia el precipicio (lo que también suele hacer un pueblo «shockeado»). Pero en el libro hay tantas cosas que uno se queda también para sus adentros, meditando: la suerte del hombre, la vanidad, la dulzura, la bondad, el auxilio entre las personas. En fin.
    Mientras tanto nos hemos ido acercando a la primavera y a los días largos (aunque el invierno, la verdad, anda desaparecido), a «aquellos días en que se antoja abrir las puertas y portales para dejar salir cualquier resquicio del invierno que aún persista y contemplar su desaparición como una fina voluta de humo en un alejado extremo del cielo». Esta última cita como un ejemplo del gusto que proporciona la lectura del libro.
    Un abrazo, Berta. Hasta pronto.

  6. Rubén, veo que has entrado de lleno en el taller del autor. Tus palabras son preciosas.
    Ayer vi La noche del cazador (interpretada por Robert Mitchum), y recordé el libro: el movimiento irracional que enciende la mecha a las turbas, lo manipulados y manipulables que podemos llegar a estar. Lo poco y mal informados que estamos y nuestra vulnerabilidad en general. Estoy de acuerdo contigo: este libro trata multitud de temas, y todos son ‘verdad’.
    Este libro ha sido escrito cuando no existían los medios de comunicación, ni el FMI, y en el fondo es pura actualidad.
    Cuando lo termines te recomiendo Jo confesso / Yo confieso. De Jaume Cabré.
    Es otro de los grandes.
    Un abrazo y hasta pronto. Berta

  7. Gracias, Berta, por la recomendación del libro Yo confieso, del que no había oído hablar.
    Me ha gustado mucho tu referencia a La noche del cazador, la única película como director de Charles Laughton y que he visto varias veces. Es muy bella. Se puede hablar largo y tendido de ella. Tenemos, veo, algunos gustos comunes como también Joseph Roth (increíble «la filial del infierno en la tierra», el «anticristo»…) y Reyes Mate ( a quien he leído mucho, con atención y placer, como si me abriera los ojos. Tengo pendiente Tratado de la injusticia).
    Te ofrezco como agradecimiento una recomendación. Se tradujo hace algún tiempo y quizá ahora sus libros sean difíciles de encontrar : pasó relativamente desapercibido. Se trata de Andrei Platonov. Es la belleza.
    Un abrazo.

  8. Gracias por la sugerencia, Rubén.
    De Roth también son imprescindibles, a mi entender, El peso falso, Job y La leyenda del Santo bebedor.
    Saludos y hasta la próxima.
    Berta

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