/

¿Quién eres cuando has perdido la narrativa de tu propia vida?

En 'Niña de octubre' la escritora Linda Boström Knausgård narra su internamiento en un centro psiquiátrico sueco | Foto: Jasmin Storch, Gatopardo Ediciones

¿Qué es un escritor sin memoria? Y, sobre todo, ¿quién eres cuando has perdido la narrativa de tu propia vida? Ambas preguntas surgen durante y después de la lectura de Niña de octubre, en la que Linda Boström Knausgård narra cómo fue internada durante varios períodos de tiempo entre 2013 y 2017 en un centro psiquiátrico sueco. Durante ese tiempo, la poeta, novelista y documentalista sueca, fue sometida, siempre contra su voluntad, a terapia electroconvulsiva (TEC), lo que antes se conocía como electrochoque; una práctica muy cuestionada que, entre otros posibles efectos secundarios, se encuentra la pérdida de memoria.

Gatopardo Ediciones

En su mastodóntico proyecto literario Mi lucha, Karl Ove Knausgård incluía su problemático matrimonio con Linda Boström Knausgård, ahora separados, aunque fuese bajo el paraguas de un aparente trabajo de ficción; por lo que Niña de octubre podría verse como la otra cara de ciertos pasajes de la obra de su exmarido, si no fuese porque estamos ante un título que posee validez por sí mismo más allá de las relaciones que se quieran establecer con aquel. Si en Bienvenida a América, la escritora recurría a una voz infantil y a sus recuerdos para hablar de una crisis familiar, en Niña de octubre asume una primera voz narrativa para relatar esos períodos de internamiento en un centro al que llama “la fábrica”. Y lo hace, desde el comienzo, con enorme meticulosidad descriptiva para situar al lector en el centro mismo del proceso de la terapia para, después, sumergirse en una narración que es una auténtica lucha literaria por usar la escritura como vía para retener los recuerdos, porque Boström Knausgård siente que no solo pierde la memoria, sino que, con esta pérdida, también se va una parte de ella.

De esta manera, cuando la narradora de Niña de octubre, alter ego de Boström Knausgård, descubre que la mayoría de los pacientes sometidos a terapia de electrochoque pierden la memoria de manera temporal, en ocasiones con daños permanentes, comienza a escribir recuerdos como forma de ir reconstruyéndose a ella misma a través de esos fragmentos que, mediante la escritura, desea que permanezcan para no olvidarse. Registra esas memorias y, en su proceso, presenta la literatura y la creación como un proceso no solo de testimoniar, de dejar constancia de ese pasado, sino también de darles una forma como algo más que simples recuerdos puntuales, incluso banales. Cada momento, incluso aquellos que parecen insignificantes, son parte de un todo que compone una identidad, a una persona, que Boström Knausgård cree que también puede desaparecer. Así, el lector se asoma con la narradora en diferentes épocas de su vida: infancia, adolescencia, madurez y maternidad; también aborda la relación y, sobre todo, su ruptura con su exmarido. Alrededor de estas memorias, surge también el presente del tratamiento y la sensación de la autora de haber perdido el control de su vida, tan solo recuperado de manera puntual.

Boström Knausgård intenta transmitir un cierto tono caótico en Niña de octubre para reproducir la zozobra interior de la narradora -de la propia autora- al intentar asir esos recuerdos para que no se pierdan; también para mostrar esa sensación de una vida fuera de control, porque la novela, entre otras cosas, acaba siendo una reflexión sobre qué pasa cuando una persona pierde el control de su vida, cuando esta se encuentra organizada por otros quienes ejercen, además, una actividad sobre el cuerpo sin el consentimiento de la persona. Una forma de violencia que Boström Knausgård muestra mediante un estilo limpio, minimalista en ocasiones, pero que no está, ni mucho menos, fuera de control: a pesar de todo, se percibe un trabajo literario recapacitado, incluso ordenado, que obedece a una narración precisa para adentrarse en temas por momentos escabrosos, duros por la intimidad que expresan, pero la autora logra esquivar cualquier atisbo de exageración. Porque lo que persigue Boström Knausgård es que todos esos momentos, los más crudos y los más bellos, incluso su complicada infancia con un padre atormentado o el lento y doloroso derrumbe de su matrimonio, tengan su relevancia frente a un presente en el que su vida se escapa de su control. Frente a la forma indefinida que le otorga ser una paciente -una enferma- se impone la persona, con todas sus vivencias, recuerdos y memorias. Y todo queda escrito, por si algún día, pudiese perder la memoria del todo.

Israel Paredes

Israel Paredes (Madrid, 1978). Licenciado en Teoría e Historia del Arte es autor, entre otros, de los libros 'Imágenes del cuerpo' y 'John Cassavetes. Claroscuro Americano'. Colabora actualmente en varios medios como Dirigido por, Imágenes, 'La Balsa de la Medusa', 'Clarín', 'Revista de Occidente', entre otros. Es coordinador de la sección de cine de Playtime de 'El Plural'.

Deja una respuesta

Your email address will not be published.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Previous Story

Philippe Claudel: «Hemos olvidado que nuestro ser se construye sobre valores profundos»

Next Story

Los peces del acuario

Latest from Críticas

La memoria cercana

En 'La estratagema', Miguel Herráez construye una trama de intriga que une las dictaduras española y

Adiós por ahora

Eterna cadencia publica 'Sopa de ciruela', volumen que recupera los escritos personales de Katherine Mansfield