Elogio del caminar. David Le Breton
Traducción de Hugo Castignani
Siruela (Madrid, 2011)
El camino es el ejercicio literario (en germen) por excelencia, toda vez que en él, a través de él o gracias a él pueden concitarse en nuestro interior todas las emociones, todas las reflexiones que, expresadas un dÃa en palabras, van a constituir la incitación a un nuevo, y distinto, viaje en el lector. La voluntad de Chatwin o Fermor a la hora de escribir sus hermosos libros viajeros me temo que no haya sido, en esencia, otro que el de hacer llegar al hipotético y anónimo lector las emociones y pensamientos que ellos mismos percibieron o vivieron a lo largo del camino.
Entiéndase, a la vez, por extensión, que toda literatura es viaje en la medida en que sugiere, suscita, propone… A sabiendas, eso sÃ, de que el viaje pueda ser interior, exterior, o ambos, que es lo más probable.
Bienvenido sea, pues, este libro raro por sugeridor y por el tema abordado, pero también por su cuidada elaboración, por su texto tan delicadamente implicador y alusivo: “La marcha es a veces infinita, sin otra dirección que el tiempo (…) Caminar sin fin para no llegar a ninguna parte, para olvidar simplemente el paso del tiempo y el lento avance hacia la muerte que es, a la postre, el fin de toda marchaâ€.
El libro es un recorrido literario (con visita deliberada a la obra de autores como Basho, Stevenson o el citado Fermor) con una inclinación poética deliberada; es una reflexión acerca no solo de la realidad del camino, sino, sobre todo, de las posibles significaciones de éste. Y ello ha de resaltarse como virtud: “Pasar por los lugares comunes de incógnito, huir de los caminos trillados para inventar un camino nuevo con los propios pasosâ€.
La incitación es clara, y hará bien el lector en atender a un texto tan cuidado y, de algún modo, liberador. El camino es un reto, y no estará mal que, para el caso, comience con esta lectura teñido de una cierta voluntad redentora.
Ricardo MartÃnez
www.ricardomartinez-conde.es