Empieza a leer «Los 13 relojes», de James Thurber

Una joya de la literatura fantástica con prólogo de Neil Gaiman.

Los 13 relojes (Ático de los Libros) es una fábula para adultos y un cuento fantástico para niños. Escrita en un estilo poético y cadencioso, repleto de deliciosas rimas internas, cuenta la historia del malvado duque del Castillo del Ataúd, que vive con su sobrina, la bella Saralinda. Los trece relojes del castillo están parados a las cinco menos diez porque el duque mató al Tiempo. Todo cambia cuando un misterioso trovador Xingu llega al castillo, y con la ayuda del voluble y olvidadizo Gólux, intentará superar la titánica prueba que le impone el duque: conseguir mil piedras preciosas en exactamente noventa y nueve horas, y regresar  cuando los relojes que nunca dan las cinco marquen esa hora.

Escrito en 1950, este delicioso relato destila ternura e ironía a partes iguales. Con un magistral dominio del lenguaje, crea un mundo mágico poblado de personajes inolvidables, cuyas peripecias están a medio camino entre los cuentos de los hermanos Grimm, las fábulas de Jean de La Fontaine y la saga de El señor de los anillos de J.R.R. Tolkien.

“Un libro maravilloso”. The Washington Post

“Un abanico de emociones –tristeza, amenaza, sorpresa y alegría–  recorren la narración de Thurber”. Entertainment Weekly

“Los 13 relojes es una de las fábulas más ingeniosas que se ha escrito (…) No existe ningún autor que se mueva en el terreno de la fantasía con tanta agudeza y comodidad”. Time

James Grover Thurber (8 diciembre de 1894 – 2 de noviembre de 1961) fue un escritor y dibujante norteamericano famoso por su ingenio y su agudeza. Nació en Ohio, hijo de un oficinista y de una ama de casa. Tuvo dos hermanos. Mientras jugaban a Guillermo Tell, su hermano Robert le disparó una flecha, y James perdió casi enteramente la visión de un ojo.

Desde 1913 hasta 1918 asistió a la Universidad de Ohio, aunque jamás se graduó debido a sus problemas de visión. Pese a que más tarde, en 1951, su antigua alma mater le otorgó el título de Doctor Honoris Causa, él lo rechazó como protesta por la falta de libertad académica durante la caza de brujas en Estados Unidos.Hasta 1920 Thurber trabajó en el Departamento de Estado en Washington y después en la Embajada norteamericana en París. A su regreso a Columbus emprendió su carrera literaria, primero como periodista en el diario local y después como corresponsal en París para el Chicago Tribune y otros periódicos. En 1925 se mudó a Nueva York, y allí trabajó en The New Yorker como editor, gracias a su amigo y colaborador del periódico, E.B.White. Allí empezó su carrera como dibujante. Thurber seguiría escribiendo e ilustrando para The New Yorker hasta bien entrados los años cincuenta.

Debido a su problema de visión, James Thurber dibujaba en grandes hojas de papel con gruesos lápices, y quizá por ello sus dibujos se caracterizan por un estilo vacilante que refleja la idiosincrasia vital del propio Thurber. En una ocasión, Dorothy Parker, amiga y colega, los calificó de «galletas a medio cocer». Era muy aficionado a jugar con el lenguaje, y sus escritos muestran una exhuberancia literaria fuera de lo común.

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Revista de Letras

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1 Comentario

  1. un amigo me recomendó esta novela y habiendo leido este artículo me han dado ganas de comprarmelo ya y empezar con la lectura estas mismas navidades que tengo un poco de tiempo libre…

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