Agustín Fernández Mallo y Jordi Corominas | Laboratori de Lletres

Fernández Mallo: «Crear realidades es un motivo de celebración»

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Agustín Fernández Mallo y Jordi Corominas | Laboratori de Lletres
Agustín Fernández Mallo y Jordi Corominas | Laboratori de Lletres

Hace años que conozco con Agustín Fernández Mallo. Lo que empezó como una cercanía lectora ha derivado en amistad, pero eso no impide cumplir con mi labor profesional y entrevistarle por enésima vez, tantas que hasta podríamos compilar un libro de diálogos. Quedamos en la terraza de la Laie para poder fumar tranquilos. Acaba de publicar en Seix Barral su nuevo poemario Ya nadie se llamará como yo al que junta su poesía reunida entre 1998 y 2012, un soplo de aire fresco en forma de versos para la lírica española, aquejada en exceso de formalismo y una serie de modelos que por suerte el gallego afincado en Palma ha contribuido a cambiar el paradigma. Asimismo la publicación de toda su obra poética permite para muchos lectores acceder a libros casi imposibles de encontrar como Creta Lateral Travelling o Joan Fontaine Odisea. Durante unos minutos hablamos de lo nuestro, pero como ese día íbamos a volver a charlar decidimos, sin más dilación, encender la grabadora.

¿Cómo ha sido el proceso de Ya nadie se llamará como yo?
Empieza en 2012 y transcurre en dos lugares muy importantes para mí. La montaña de León, donde ya había escrito Antibiótico, sólo que en ese caso estuve aislado, y Mallorca, lo que se ve cuando en el poema hablo de estar a mil quinientos quilómetros de distancia. Esto produce confrontaciones entre la biografía, la memoria y la muerte de alguien cercano, un proceso que me pareció alucinante, como cuando alguien muere se pone en marcha un proceso muy misterioso y empiezas a ver a esa persona de otra manera y de algún modo renace otra idea del fallecido en ti, como si murieran para resucitar de otro modo.

Y en el poema afirmas que la muerte es la fiesta de la objetividad.
En esta fiesta de la objetividad brutal que es la muerte, una cesura absoluta y objetivo, de repente puede aparecer alguna clase de brillo o regalo, que en este caso es conocer a alguien de otra manera, un regalo de vida, otra forma de conocer al muerto. Nunca lo había pensado. Si te fijas el libro no ahonda en la muerte de modo elegíaco, más bien ahonda en las ideas que me pasmaron de la muerte. Apareció una anomalía, algo que puede ser un motivo de investigación y me dejé llevar.

La muerte es una ramificación del árbol que es el poema.
El impulso primero aparece con la muerte aunque luego se ramifica y se hace más abstracto, general y toma muchas significaciones, incluso en lo que te comentaba antes de la confrontación de la contemporaneidad y la cultura Pop con la naturaleza, como cuando se encuentra una tarjeta de crédito en medio de un bosque. ¿Qué significa eso?

Te la pones en el bolsillo, pero luego recapacitas y la dejas donde la encontraste.
Es un elemento tan anómalo que confronta esos dos mundos y también es una metáfora de lo que muere para renacer de otro modo, ya no valía para el mundo contemporáneo, era pasto de roedores o una casita para hormigas. Son fracturas en lo establecido. ¿Qué es para mí la poesía? Algo que se articula a través de metáforas que lo que hacen es problematizar lo real. Todo parece evidente pero ojo, siempre se duda y entonces se activa la investigación.

En tu poesía tienen mucha importancia los objetos.
El objeto como motivo de extrañamiento, como algo que siempre cuestiona algo. Miro la funda de tu grabadora y me cuestiona mil cosas.

La observas y observas sus aristas, casi parece que quisieras escanearla como el papel higiénico de Carne de Píxel.
Eso es, la huella y muchísimas cosas. Un objeto no es nada en sí mismo, sólo es por su contexto, por eso van tomando diferentes significaciones. En Ya nadie se llamará como yo he trasladado eso a la naturaleza, como cuando digo que encuentro una hoz y un martillo en el último árbol del último bosque, encuentro una hoz y un martillo que no fue grabada en el árbol con una hoz y un martillo, recuerdo el abrecartas, fantasía burguesa. Hay una cierta ironía en el conjunto.

Eso me hace pensar en que cuando leí por vez primera el poema reí mucho con unos versos que imitan la voz de los documentales de la 2, ahora entiendo mejor porque en el siguiente verso dices me dan ganas de vomitar.
Claro, porque hay un tratamiento de la naturaleza desde un punto de vista no romántico y a veces factual, a través de esto llego a una poetización, no mediante los pajaritos. Le extraigo su capacidad metafórica a través de lo factual, esa es la inversión del relato clásico-romántico.

Volvemos a lo que decíamos antes de encender la grabadora, se trata de sumergirte en las cosas, no verlas desde una distancia.
Hasta el fondo, cuestionar qué ocurre.

Cuando rehúyes el tópico significa que quieres entender las cosas por ti mismo.
De ahí lo que decía de problematizar lo real, que no consiste en tocar los huevos a la gente, es investigar como un científico. Lo que para todo el mundo era una manzana para Newton era otra cosa.

Dices que el álgebra sustituye números por letras para operar sin necesidad de calcular: por eso escribo. En realidad la poesía es matemática.
Tiene algo, es una matemática tan imperfecta que da lugar a una serie de halos metafóricos que configuran el lenguaje poético.

Seix Barral
Seix Barral

El factor muerte hace que aquí estés más presente que en otros poemas.
Probablemente, y quizá por eso es el más narrativo o entendible, entendible para los que dicen que la poesía hay que entenderla. Se me puso el tono de abordar todo eso de la manera menos retórica posible, quería afrontarlo directamente. Para mí la segunda parte, Oración, es fundamental. Me di cuenta que a través de párrafos que hablan estrictamente del mundo vegetal, biológico, mineral o arqueológico podía elaborar una plegaria que funcione como oración.

El esquema plegaria fortalece el encadenamiento.
Eso es, y al mismo tiempo es una enciclopedia bizarra que me inventé. Creo que esa parte es un paso más en mi investigación poética, era un formato que nunca había ensayado de esa manera.

En muchos poemas, o en Limbo…
Limbo tiene mucho que ver con este libro.

Lo mencionaba porque suele gustarte clausurar tus poemas con un final largo que estructuralmente funciona como colofón.
Sí, es verdad y te aseguro que no es consciente, no me había dado cuenta.

A partir de la muerte otra idea que sobrevuela el poema es la identidad.
¿En qué sentido?

Una identidad que fluye a través de tu presente y a través del mismo intentas entender otras cosas, por ejemplo en el verso empezamos a tener miedo cuando empezamos a hablar o cuando dices que la Historia ha sido relatada por varones, no por mujeres porque ellas ya tienen la identidad.
Claro, porque la maternidad siempre está asegurada y configura una identidad.

Y luego a partir del miedo llegas al miedo estándar.
Y el mío lo es porque tengo los mismos miedos que todo el mundo. No había pensando en la identidad, ahora que lo dices lo veo. Hablo de mis recuerdos, pero nunca lo pensé tanto desde este punto de vista. Creo que en algún punto dije que la identidad es una alucinación del ego, estoy convencido de eso.

Y si quieres una convención social.
Sí, y si lo redefinimos es una alucinación colectiva del ego colectivo.

Los trajes que cuelgan en las tintorerías parecen ciudadanos muertos. Volvemos a la identidad.
Efectivamente, y al cuerpo, del que se habla mucho desde muchas perspectivas porque hay mucha reflexión sobre la animalidad y lo humano.

En otros libros abordas más la carnalidad desde lo sexual.
En este no la detecto tanto, pero sin embargo aquí detecto una carnalidad de víscera que en los otros no está porque son más cristalográficos, mineralizados.

Y se nota la conexión que decías con Limbo, lo digo porque el día antes de entrevistarte por la novela te mandé el vídeo de la película Le sang des bêtes de Georges Franju con sus tremendas escenas en el matadero.
E incluso aquí hay un párrafo donde se cita un matadero: En las vísceras que caen y en las moscas no detecto ninguna señal de mi fin, como si me identificara más en la trascendencia del matadero que en las superficies comerciales.

Aparece también cuando mencionas el Buey desollado de Rembrandt.
Sí, salpica el texto poco a poco.

Al mismo tiempo otra constante es como reflexionas en los poemas sobre tu propia poética.
Eso es muy curioso porque no me sucede cuando escribo novela o ensayo, en cambio cuando escribo poesía sucede, aparece siempre ese tema porque es enfrentarse al lenguaje en su límite.

Y asimismo te planteas tu propia capacidad.
Sí, las herramientas de las que disponemos y la capacidad de hallazgo y de visión para llegar metafóricamente a una cierta meta.

En todos los poemas te planteas qué es el verso o cómo te planteas el poema.
Existe, y es curioso porque cuando no escribo los poemas son cosas que nunca me planteo.

Porque además la concepción de la poesía es mutable, cambia constantemente pese a que todos tengamos ciertas características, es muy difícil delimitar un sistema.
Es absolutamente imposible por suerte. En Creta Lateral Travelling aparece un tema que tengo muy presente: la arqueología, y como el pasado vuelve transfigurado y lo que importa es que cuando encontramos la mandíbula de un Neandertal lo importante no es saber cómo es esta mandíbula sino la información que me aporta para saber cómo soy yo en el instante presente. Es una arqueología inversa que está en Limbo, Creta y también en Joan Fontaine Odissea, es como cuando en las calles se abren zanjas y aparecen hallazgos arqueológicos y deben parar la excavación, un verso que en la presentación de Madrid recordó Javier Rodríguez Marcos. Esa confluencia entre la fibra óptica y los restos romanos mantiene un conflicto de creación de identidad.

Y lo tienes en la cita inicial de Ya nadie se llamará como yo: «Necesito un mapa que muestre el mundo prehistórico coexistiendo con el mundo presente».
Ahí está, pero ojo, Ya nadie se llamará como yo me lo dice alguien que me interpela.

¿Es una voz indeterminada?
Es la voz de una persona fallecida.

Casi es una guía para el poema.
Esa es la palabra exacta, alguien que va guiándote.

En la segunda parte, Oración, ves un bosque y algo más vivo dentro. Uno se puede emparanoiar mucho con esa frase.
Me flipa, tiene tanto que ver con Lucrecio como con David Lynch.

Hasta con Walden de Thoreau.
Del cual su mayor hallazgo es establecer uno de los primeros delirios puestos por escrito del ser humano con la naturaleza.

Con el bosque podemos ponernos áulicos y pensar en El bosque sagrado de T.S. Eliot y el meterte en los matojos poéticos y trascenderlos.
Veo un bosque, lo vivo, y algo más vivo dentro, que quizá son los fragmentos de la enciclopedia que te mencionaba.

Es un bosque mental.
Sí, y también indica que dentro de un bosque están todos esos elementos aparentemente intelectualizados que pertenecen a la naturaleza. Un objeto común puede problematizar un contexto.

Y eso también tiene que ver con la ruina, como cuando en Carne de Píxel hablas de los muertos pompeyanos de Viaggio in Italia. Aquí podemos encontrar un paralelismo, como cuando hablas de que la muerte engendra vida.
No es una cancelación, la fiesta es su trascendencia, su brillo.

Y además lo percibes con optimismo.
Absolutamente, ya te dije que no es nada elegíaco, pero porque por naturaleza tiendo a pensar que crear realidades es un motivo de celebración.

Algo que por otra parte me hace pensar en las fechas de tus poemarios. Los primeros están casi encadenados, como si hubieras pasado una etapa de brutal fervor creativo.
Totalmente. En 2004 escribí todo el proyecto Nocilla y empecé con El hacedor. Antibiótico quedó parado, pero lo terminé en 2005. No tenía sentido sacarlo entonces, hubiese salido perjudicado. De 1999 a 2005 fue una explosión en mi cabeza, escribí casi todo.

¿No pensaste en incluir Postpoesía en el libro?
No, porque es un ensayo. Hubiese quedado un pupurri y no es bueno meter tanta cosa, aunque para mí todo parte de la poesía porque tanto la narrativa como el ensayo son textos poéticos disfrazados.

Eso se percibe en recursos que usas, como cuando en Limbo parece que vayas a contar cómo llegaste a la segunda canción y de repente…
Cuento la historia mexicana que llega hasta al final.

Eso es una solución poética que transgrede la linealidad de la prosa.

Ahora que dices eso te diré el verso que también sale en Limbo. Aquí aparece dos veces, la primera en el diario de la isla. Este es: Las cosas, también los humanos, cuando no mueren no cambian, es un proceso muy parecido al destilado, se convierten en la esencia de lo que eran. En la segunda vez sale junto a un verso de Silesius, un místico del siglo XVII. Oí ese verso a un personaje de una teleserie estúpida.

Y te quedaste a cuadros.
Flipé. Era pura metafísica. La tontería de la teleserie me dio para una cosa básica en Limbo y para incluirlo en Ya nadie se llamará como yo, de ahí las conexiones en red que van enlazándose, la poesía que nos gusta funciona así.

Y de forma inevitable porque no tiene sentido seguir escribiendo poesía al uso. Ya lo hablamos hace año y lo expresaste muy bien: no tiene sentido no arriesgar cuando sabemos que la poesía es un asunto de cuatro gatos al que nadie le hace caso.
Y no se gana dinero, por lo tanto tenemos que darnos toda la libertad del mundo y arriesgar sin filtros.

Y escribir poesía desde nuestra independencia para no adquirir una serie de vicios nefastos muy visibles en la poesía canónica.
Y eso te da libertad formal y temática, de otro modo estás perdido. Quien quiera hacer algo vendible y mainstream no escribirá el proyecto Nocilla, como tú con tus libros, harías otras cosas.

En las conclusiones de Loopoesía siempre les digo que para hacer poesía de atril me voy a la estantería de la biblioteca municipal.
Claro, está ahí y muy bien hecho, no tiene sentido proseguir esa senda.

A veces da la sensación que la poesía está anclada en un pasado congelado e inmutable.
En gran parte si, por eso escribí Postpoesía, pero ojo, porque en el último lustro la poesía ha renacido y detecto más creatividad y riesgo que en la narrativa y el ensayo.

Más que la narrativa seguro.
Sin duda, pero también en el ensayo. Pese al actual boom muchos son un remake de las teorías de la izquierda clásica revisitadas por una nueva ecosofía. Es un pensamiento armado muy nostálgico, sin embargo en poesía sí que veo gente que hace lo que le da la gana, y eso es muy importante.

Hace unos años salió una antología de poesía española reciente con la que estaba muy en desacuerdo, sobre todo por el título: Malos tiempos para la épica, algo totalmente erróneo porque creo que la poesía actual debe reformular la épica desde el presente, desde distintos mecanismos.
Sí, y debe hacerse. Seguramente al que formula los temarios de la ESO le dará un ataque, pero es algo absolutamente imprescindible.

Muchos queremos proyectar un nuevo paradigma poético, pero hay una resistencia atroz por parte de muchos sectores poéticos.
Sí, pero mira, esa resistencia es inevitable y debemos redefinirla en nuestro beneficio. Existen ellos para decir que yo no soy como ellos y eso me da sentido.

Jordi Corominas i Julián

Jordi Corominas i Julián (Barcelona, 1979) ha publicado dos novelas en catalán ('Una dona que sap jugar amb els peus' y 'Colors', editadas por Abadía Editors), una biografía histórica en italiano ('Macrina la Madre', 2005) y el poemario 'Paseos simultáneos' (Ed. Vitrubio, 2010). En 2009 coeditó la antología 'Matar en Barcelona' (Alpha Decay). En 2011 publicó 'Loopoesía(s)' (Descrito Ediciones) y el cuento 'John Wayne' (Sigueleyendo). Es integrante y fundador del proyecto poético-experimental Loopoesia. Como crítico coedita 'Panfleto calidoscopio', y colabora en varios medios, entre los que destaca RNE. En 2012 ha publicado los poemarios 'El gladiador silenciado' (Versos&Reversos), 'Oceanografías' (Vitruvio) y la novela 'José García' (Barataria). En 2013 salió su poemario 'Los lotófagos' y en 2014 aparecerá su suite 'Al aire libre', versos con los que el proyecto Loopoesía cumplirá un lustro de existencia.

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