Francia combatiente. Edith Wharton
Traducción de Pilar Adón
Impedimenta (Madrid, 2009)
La transparencia con la que escribe Edith Wharton (New York, 1862) nos expone a una luz inspiradora, docente y de una calidad digna de considerar en otras obras de la autora. Pero la que nos ocupa, Francia combatiente, publicada por Impedimenta es acercarnos a unos hechos históricos narrados con el rigor de las experiencias vividas, con las imágenes aun prendidas en la retina.
Lo que sabemos de la Francia ocupada por los alemanes es siempre lo que hemos leÃdo en los libros de Historia, hechos casi siempre sumergidos en una frialdad académica que, además, no logra llegar al centro de las historias individuales. Francia combatiente consigue ponernos en primera lÃnea de fuego para ver aquella contienda con ojos renovados y con emociones nuevas.
Escrito con una prosa envolvente, con un dominio magistral de las imágenes, Wharton consigue que contemplemos aquella Francia invadida con una visión renovada de lo que tenÃamos por fijo en la Historia. Es un texto que complementa y transforma lo que sabemos de la Primera Guerra Mundial.
Arrancando con “La imagen de ParÃsâ€, Edith Wharton nos lleva de la mano por los primeros compases del conflicto, por las calles de ParÃs, a la vera de sus gentes y nos ofrece su pensamiento, su coraje y su perspectiva de un serio compromiso con la causa. Retrata ese espÃritu combativo en una elocuente frase: “si tenÃa que haber una guerra, entonces el paÃs y cada una de sus almas estarÃan preparados para afrontarlaâ€. Evidentemente querÃan la paz antes que nada pero, como dice la autora, si tenÃa que haber una guerra, los franceses estaban dispuestos a todo. Wharton va al frente, revisa la realidad, la visita más bien, para dar cuenta de ella en una serie de artÃculos que se recogen en el presente volumen y que estaban destinados a la revista Scribner’s Magazine.
Son muchas las virtudes de Wharton: a la transparencia de su escritura hemos de sumarle su capacidad de recrear atmósferas, de situar los sentidos del lector en el espacio en el que ocurren los hechos. Por ejemplo, nos dice con elocuencia que “entrar en la catedral fue como adentrarse en la densa oscuridad de una iglesia española†(página 26) o cuando escribe de las peonÃas que tiene en su escritorio, las menciona como sÃmbolo de la energÃa humana capaz de volver a construir sobre lo que ha quedado convertido en desierto (página 97). Describe con preciosismo austero, sin aspavientos narrativos y sin cargar de más las frases, dándonos imágenes hermosas que comunican realidad y estimulan la reflexión.
Cierra este libro «El espÃritu de Francia», después de hacer un viaje por el frente, por las necesidades de los soldados, por la tragedias del conflicto. Al terminar la lectura hemos ido de la imagen al espÃritu y es aquà donde la elocuencia de la prosa de Edith Wharton alcanza grandes momentos. Una edición hermosa que atrae, una introducción precisa y rigurosa de Yolanda Morató y una traducción maravillosa de Pilar Adón hacen de este Francia combatiente un texto para visitar de vez en cuando y una garantÃa de que la buena literatura sigue definitivamente siendo desencadenada a flor de alma, a ritmo de belleza.
Pedro Crenes Castro
http://senderosretorcidos.blogspot.com
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