George V. Higgins, Brad Pitt y la cutrez de la mafia (bancaria)

Andrew Dominik, guionista y director, que empieza a ser conocido y tiene en su haber las muy notables, encuadradas en el mismo género y basadas en novelas, Chopper y El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford ha llevado a la pantalla la tercera novela de George V. Higgins, Cogan’s Trade (1974), traducida para la ocasión como Killing Them Softly (Mátalos suavemente también para la novela recién publicada).

El nuevo título sale de boca del protagonista, Jackie Cogan, interpretado por Brad Pitt. Como en toda la obra de Higgins, la ensalada de personajes puede requerir un pequeño esfuerzo por parte del lector, pero proporciona un maravilloso fresco del cutre ambiente mafioso. Los diálogos, impecables, acelerados, autoconclusivos, capaces de parar toda la acción y no aburrirte, capaces de no decir nada en concreto de manera directa y dejarlo todo clarísimo, capaces de crear toda la atmósfera en progresión mientras la acción está en suspenso; simplemente perfectos. La ausencia -acentuada en esta novela- de buenas personas, la ausencia de piedad, la ausencia de héroes o antihéroes, la crisis de la moral capitalista… Cogan’s Trade, a pesar de ser una gran novela, tiene algunas cosas discutibles que surgen de llevar al límite las novedosas virtudes de sus dos primeras obras. Algunas subtramas se hacen innecesarias con el paso de las páginas, como la referida al negocio de los perros robados, y con ellas algunos diálogos terminan pesando un poco más de lo que debieran. Tal vez, y digo tal vez por el respeto que me merecen Higgins y su Cogan’s Trade, los diálogos no siempre sean funcionales, como una coma parentética que puede ser borrada y no afecta a la historia principal. Higgins intenta describir a todos los secundarios, y la verdad es que no sé si el problema es intentar describirlos minuciosamente a todos mediante diálogos o el exceso de secundarios o un poco de ambas cosas, pero el resultado final es la sensación de que sobran algunas páginas.

Afiche promocional de la película (imagen: The Weinstein Company)

La manía de Higgins por transmitir la marca, el modelo y las características técnicas del coche que utiliza el personaje también le ha pasado una cara factura a la novela, pues su intención es darle una categoría socioeconómica a través del coche que conduce (o que quiere pero no puede permitirse), pero cuarenta años después esa peculiar manera de describir a los personajes ha caducado tanto como esos coches han sido olvidados por el público general. Cuarenta años no deberían justificar tantas notas a pie de página para explicar tantos contemporaneismos. Andrew Dominik acierta al visualizar los coches como elementos descriptivos sin necesidad de hablar de los motores que esconden bajo sus capós. Igualmente, evita las subtramas que no son necesarias para la principal y las deja como simples apuntes del personaje, aunque es cierto que en una película siempre hay mucho menos espacio que en las páginas de una novela y que la concisión y el grado de necesariedad de la misma es una cuestión de gustos. También acierta al no tocar los diálogos que sí lleva a la pantalla y en quitar o reducir aquellos que se centran en subtramas accesorias. En Cogan’s Trade pueden sobrar bastantes cosas y la tarea acometida por Dominik para ceñirse a la trama principal y eliminar ruido se hace mucho más evidente que en Los amigos de Eddie Coyle. Los perros de Russell, los problemas de Mickey, lo que piensa o deja de pensar Dillon (un personaje que reconocemos los que hemos leído o visto Los amigos de Eddie Coyle) y lo que piensa la gente de su salud, la vida sexual de Trattman, las tribulaciones de los recaderos de Cogan… En otro orden de cosas, merece la pena recordar la ausencia total de mujeres, que debería ser vista más como un simple testimonio de la realidad que como una tendencia particular de Higgins.

Brad Pitt y Richard Jenkins en un fotograma de «Mátalos suavemente» (foto: The Weinstein Company)

Mátalos suavemente es una muy buena película, gracias al excelente material de partida (por muchas pegas nimias que le pueda poner), al buen gusto por la concisión de Dominik y a un estupendo elenco perfectamente dirigido (Brad Pitt, Scoot McNairy, Ben Mendelsohn, James Gandolfini, Richard Jenkins y Ray Liotta) en el que destacan Mendelsohn (el drogata imbécil hecho carne), Jenkins (el burócrata despiadado que nos provoca escalofríos) y Liotta (el pardillo que paga los platos rotos, su especialidad). Se le nota a Dominik el gusto por la imagen irónica, los momentos videocliperos, el uso estilístico de los efectos especiales y su aplicación moderada. A pesar de haber demostrado en sus anteriores películas ser un excelente adaptador de novelas y de haber realizado un gran trabajo de reducción de subtramas y del protagonismo de algunos secundarios en la que nos ocupa, echo en falta algún tipo de actualización de la ausencia total de personajes femeninos que sí podrían y deberían aparecer hoy en día. Los paralelismos con la actual crisis financiera son una buena idea pero es difícil decir si algunos de los subrayados se parecen más a un brochazo que a una pincelada, aunque en conjunto se agradece la comparación. Mátalos suavemente se asienta sobre el atraco y caída de una timba mal gestionada por un granuja de medio pelo (Markie Trattman/Ray Liotta) y el colapso de todo el sector de las timbas por la extensión del miedo a sufrir la misma suerte -como si el crédito se cerrase por miedo a los impagos y por tanto los impagos se producen porque el crédito se ha cortado-. Mientras tanto, vemos de reojo en las teles que ambientan los escenarios de la película, entre conversaciones, que en las mismas fechas todo el sistema financiero se va a la mierda. No olvidemos que todo empezó cuando se dejó caer Lehman Brothers, que no era más que una timba mal llevada por una pandilla de granujas de baja estofa que nadie vigilaba, para luego tener que empezar a meter dinero en el resto de timbas -legales- para que el miedo desapareciera y el crédito volviera a fluir. A Trattman también lo dejan caer para que el negocio vuelva a marchar y del dinero perdido por su culpa nadie pregunta porque lo importante es que alguien pague el pato. Nunca estuvo más de actualidad la estupenda frase de Frankie que resume el espíritu de la novela y, por tanto, de la película: «Nos lo dais todo, os quedáis quietos y no hay heridos. Es solo dinero».

Jesús Díaz de Lope

Jesús Díaz de Lope

Nació en septiembre de 1984 de manera esperada, estudió desde chiquito con los salesianos, salió de allí y acabó licenciándose en Sociología, a la que no se dedica. Luego estudió otras cosas y ahora realiza trabajos de lo más variopintos, va complusivamente al cine y tiende a escribir por la noche.

2 Comentarios

  1. No vi la película y no leí el libro, pero estoy bastante seguro de que se llama «El asesinato del Jesse James por el cobarde Robert FORD» (Robert Redford es el actor que interpreta a Sundance Kid en «Dos hombres y un destino»). (Digo, nomás… No es necesario que publiquen este comentario, pero estaría bueno que lo corrijan 😉

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