Jed Mercurio sorprendió hace apenas un año con la publicación de una novela en la que reflejaba, de manera detallada y con un descaro que muchos tacharÃan de «irreverente», las andanzas libidinosas de John Fitzgerald Kennedy. Bajo el tÃtulo de Un adúltero americano, que acaba de sacar del horno Anagrama, con una estupenda traducción de Jaime Zulaika, se esconde un retrato tan divertido como trágico de uno de los personajes más importantes del siglo XX.
Esta visión basada en hechos reales, no exenta de la acidez propia de los británicos, es obra de un narrador y guionista de televisión que controla con mano firme el arte de la seducción con sus lectores.
Tengo entendido que tu primera idea para este libro era la de retratar a un adúltero ficticio. ¿Cómo llegaste a hacer protagonista a JFK?
Al trabajar con personajes tan conocidos y, en cierta manera, tan delicados de manejar, como la familia del Presidente, Marilyn Monroe, Frank Sinatra…, ¿te has frenado para no mostrar más de la cuenta?
No. Era muy consciente de lo que estaba haciendo y de dónde estaban los lÃmites. Tampoco querÃa pasarme de la raya ni descubrir grandes cosas. He escrito sobre detalles que son, más o menos, conocidos, aunque no se habÃan llegado a abordar de manera novelÃstica.
Admites tu admiración hacia JFK, pero ¿no crees que practicaba la polÃtica de la misma manera que el sexo? Lo muestras muy impulsivo, de decisiones rápidas, de igual manera que sus encuentros sexuales.
Mucha gente se comporta en el trabajo movidos por sus impulsos personales más que por los intelectuales. En el caso de JFK, creo que era un hombre muy compartimentado. TenÃa su salud, su vida privada y su polÃtica. Y abordaba cada aspecto de la vida de manera individual. No hubiera llegado a Presidente si el hecho de estar tan enfermo y ser tan mujeriego influyera en su vida polÃtica.
Una de las conclusiones de tu libro es que parte de la causa de su lÃbido venÃa dada por los medicamentos que tomaba, muchos de ellos de tipo hormonal.
No querÃa que se viera la novela como un tabloide de los que cubren las grandes informaciones. Mi objetivo era reflejar las cuestiones cotidianas sin tener el punto de sensacionalismo que ofrecen las revistas. El distanciamiento que dices me ayuda a ser espectador y contemplar al personaje y sus acciones.
(Anna Jornet, responsable de prensa de Anagrama, me confesaba, antes de la entrevista, que Mercurio tuvo acceso a las agendas presidenciales conservadas en la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, donde se detalla de manera pormenorizada todas las actividades diarias de JFK durante su mandato, lo que reafirma esa visión de «espectador» rutinario que comenta el autor).
Las escenas en las que describes su vida familiar son muy idÃlicas, intimistas, incluso aquellas que pudieron haber generado tensión con Jackie, como cuando su marido le recrimina el excesivo gasto en ropa, las resuelves de una manera muy dulce, sin conflictos.
Es cierto. Hay cierta duda sobre cuánto sabÃa ella sobre las infidelidades de su marido. Evidentemente, tenÃa conocimiento. Pero la Primera Dama participaba en el juego para no humillarle discutiendo. Era algo que todo el mundo sabÃa, pero existÃa un pacto de silencio en el que todos eran cómplices. Al contrario que lo sucedido con Bill Clinton.
Leà en alguna entrevista que, en tu opinión, a JFK le salvo su muerte. ¿Tan claro tienes que le quedaba poco tiempo de vida?
JFK con Nikita Jruschov, otro de los protagonistas de la novela, en 1961 (Foto: Museo del Departamento de Estado durante la Presidencia de John F. Kennedy)
En algún pasaje mencionas la lista de enfermedades que padecÃa y es cierto que resulta increÃble como pudo mantenerse en activo y mostrándose aparentemente sano en todas sus apariciones públicas.
Siempre estuvo enfermo y convivió con ello. Es admirable la manera en que decidió que sus dolencias y las altas dosis de medicamentos que recibÃa no afectaran a su vida polÃtica. Se impuso una barrera que nunca cayó.
Ha pasado un año desde la publicación de Un adúltero americano. ¿Hay algún nuevo proyecto a la vista?
Estoy trabajando en la adaptación al cine. Hay tres productoras británicas interesadas en llevar a cabo el proyecto, asà que espero que muy pronto se pueda anunciar la preproducción de la pelÃcula.