El festival Kosmopolis ha reunido en Barcelona a los escritores Mia Couto y José Eduardo Agualusa, quienes, presentados por Tania Adam, han conversado en el auditorio del CCCB sobre la hibridación entre realidad y ficción en sus respectivas obras, y durante sus procesos de documentación y creación, en un acto titulado Los traductores de sueños.
El mozambiqueño Mia Couto, autor de novelas como TrilogÃa de Mozambique (Alfaguara) o Tierra sonámbula (Periscopi / Alfaguara), ha confesado que cuando su familia se reúne para explicarse sus sueños él, que no los suele recordar, se los inventa. Dice que en realidad todos estamos creando nuestros sueños porque, al compartirlos con los demás, los estamos reconstruyendo. “La materia con el que están hechos los sueños es tan desconocida porque nos da miedo lo que no sabemosâ€, afirma el también biólogo y periodista.
Couto defiende que la racionalidad es un poco diferente en Mozambique a cómo la entendemos en Europa, aunque no cree que esa apertura hacia lo maravilloso se pueda definir como “realismo mágico†porque no es algo que pertenezca a la fantasÃa. En su paÃs, ha añadido, es imposible hablar de una piedra o de un árbol desde un lugar meramente fÃsico. “Un árbol tiene un alma, tiene una voz, y podemos mantener una relación viva con él cono lo hacemos con las personasâ€. Por ello, y sin necesidad de folklorizar la mitologÃa africana, defiende una relación más armoniosa con la naturaleza y con las otras formas de conocimiento. “No hay que ceder ante la tentación del paternalismoâ€, ha subrayado, ya que existen diversas verdades y la escritura, en ese sentido, puede mostrarnos esos otros mundos sin necesidad de juzgarlos.
Por su parte, el angoleño José Eduardo Agualusa, autor de libros como TeorÃa general del olvido (Periscopi / Edhasa) o La sociedad de los soñadores involuntarios (Periscopi / Edhasa), ha defendido en Kosmopolis que “el sueño forma parte de la realidad†y que, ante una memoria que siempre es frágil, hay que escuchar cómo construimos nuestra identidad individual y colectiva. “Toda versión tiene algo de verdadâ€, sostiene y, en paÃses que han sufrido el totalitarismo, es importante tener en cuenta eso para poner en crisis los relatos únicos. “La Historia siempre es más interesante que lo que aprendemos en la escuelaâ€, asegura el escritor de Angola, quien en sus libros se ha interesado por personajes como la reina Ginga, pero para narrarla desde una perspectiva africana.
“El sueño nos prepara para la realidadâ€, ha añadido José Eduardo Agualusa, quien considera que hemos perdido su función práctica. “Lo maravilloso es algo universal, necesitamos convivir con ello, aunque no siempre seamos conscientesâ€. El mundo contemporáneo, afirma, ya está aprendiendo a recuperar esa mirada que tenÃa el mundo arcaico sobre otras formas de sabidurÃa que van más allá del racionalismo. “Toda vida es inteligente, y toda vida tiene su lenguaje propioâ€, insiste.
Tania Adam ha recordado que ambos escritores han desarrollado su carrera en paÃses marcados por las cicatrices del colonialismo y de la guerra, pero que lo han hecho a través de una “empatÃa radical†capaz de atender a vÃctimas y verdugos, e incluso explorando las zonas grises entre ambos bandos. De hecho, Mia Couto ha explicado la importancia del olvido en un sitio como Mozambique, un olvido que “no es ausencia, no es un lapso, es una elecciónâ€. Y es que, según el escritor africano, “un paÃs se construye de memoria y olvidoâ€, y ese silencio suele nacer de una suerte de consenso que hace que nadie parezca recordar nada. Es, sin embargo, un olvido falso y la literatura puede entrar en esa memoria casi “clandestinaâ€, que suele ser individual, y que siempre nos sorprende. “Muchas veces los ganadores y los perdedores están juntosâ€, dice.
También los escritores que buscan poner en diálogo la Historia en mayúsculas con la historia en minúscula tienen otros materiales a su disposición que sobreviven al tiempo, como, en el caso de Couto, son las canciones o la danza. Ahà encuentran muchos hilos de los que estirar, aunque para Agualusa lo más difÃcil, al principio, siempre es encontrar la voz del narrador. Un escritor, defiende, nunca debe juzgar a sus personajes, ni adjudicarles la propia ideologÃa. “Tienes que acompañarles, y hacerlo escuchándoles desde la duda y la incertidumbreâ€, ha concluido.