“La causa de ello es que el Dios me obliga a asistir a otros pero a mà me impide engendrar. Asà es que no soy sabio en modo alguno, ni he logrado ningún descubrimiento que haya sido engendrado por mi propia alma†(Platón, Teeteto, 150d).
Schleiermacher se habÃa preguntado “¿qué pudo haber sido Sócrates realmente de lo que nos hace saber Jenofonte, sin contradecir, sin embargo, los rasgos del carácter y las máximas de vida que Jenofonte presenta como terminalmente socráticas? Y ¿qué debió ser para haber dado a Platón la posibilidad y el derecho de presentarse como lo hace en sus diálogos?†A esta pregunta Schleiermacher respondió que de las fuentes de Platón y Jenofonte se podÃan sacar conclusiones históricamente objetivas sobre la personalidad de Sócrates. Hoy ya no es posible dar la misma respuesta, pero sà nos podemos beneficiar de ciertas exégesis modernas que nos permitan aproximarnos, en la medida de lo posible, al personaje de Sócrates. Ante esto cabrÃan actitudes como la de Dupreel o Gigon, los cuales argumentan la imposibilidad de reconstruir la figura de Sócrates a partir de las fuentes, pero esta actitud no resolverÃa el problema y dejarÃa abierta la pregunta por Sócrates. Basándonos en la crÃtica moderna vemos una primera etapa del pensamiento platónico diferenciada de las que siguieron luego y documentada por los primeros diálogos, especialmente la ApologÃa, el Critón y con relación a la ironÃa, aunque no diálogos juveniles, el Banquete y el Teeteto. También podemos aprovechar la formalidad de las ‘Memorables’ de Jenofonte y la fuente secundaria de Aristóteles. AsÃ, afirma Giannantoni que la única manera de poder definir la figura de Sócrates es ver lo que le hizo decir verdaderamente Platón. De esta manera, escucharemos a Platón, pero a un Platón profundamente influido por su maestro.
“…preguntó si habÃa alguien más sabio que yo. La pitia le respondió que nadie era más sabio (…) AsÃ, pues, tras oÃr yo estas palabras reflexionaba asà <<¿qué dice realmente el dios y qué indica en enigma? Yo tengo conciencia de que no soy sabio, ni poco ni mucho ¿qué es lo que realmente dice al afirmar que soy un sabio? Sin duda no miente, no le es lÃcito>>†(Platón, ApologÃa, 21ª-b)
Muchas son las interpretaciones que se han dado sobre la respuesta de Apolo a Sócrates. Sin detallar las diferentes exégesis, podemos concluir, contra teorÃas como la de West, el cual afirma que la interrogación socrática es un intento de refutar el oráculo, que, como señala Gregorio Luri en su ‘Proceso de Sócrates’, “la zétesis es, pues, un intento de comprensión. Para Sócrates lo impÃo serÃa no realizarla. Es decir, no respetar la palabra del dios lo suficiente como para no poner a prueba no el logos divino, sino su comprensión del mismoâ€. La seguridad con la que Sócrates afirma su misión está garantizada por Apolo. A partir de aquà comienza la misión de Sócrates, preguntando a los supuestos sabios y patentando la excentricidad con respecto a la sabidurÃa que manifestaban los atenienses. De esta manera, la misión de Sócrates se conceptualiza con el dictamen de Délfos, conócete a ti mismo, manifestándose como una inspiración religiosa y purificadora cual Pitágoras o Parménides, pero acentuando la obligación que incumbe al maestro, “no voy a hacer otra cosa, aunque hubiera de morir muchas veces†(Platón, ApologÃa, 30c). Este conócete a ti mismo no es ya en el sentido originario de no cometer una falta de hybris, emulando a los dioses, sino, siguiendo la tradición orfÃrico pitagórica, en el sentido de ser conscientes que nuestra alma divina debe ser purificada de todo lo que es indigno de ella y de su tarea.
Cuando tratamos el tema de la ironÃa el primer problema con el que nos encontramos es el estatuto de verdad que merece esta ironÃa, ya que ¿cómo debe ser esta verdad para que se persiga irónicamente?, ¿la verdad solo pude ser perseguida por un pensamiento irónico?
Sócrates solo es irónico cuando el logos se presta al juego de la ironÃa. De esta manera, solo se presenta cuando carecemos de sistemas de referencia objetivos y no sobre cuestiones de las cuales disponemos de sistemas evaluativos.
Para los griegos el arte era psicagogia y el teatro una de las maneras de conocerse a sà mismos. De la misma manera, para el Sócrates del AlcibÃades I, no podemos conocernos sin dialogar con el otro, lo cual implica llevar a escena algo diferente de nosotros mismos. No es de extrañar que θεωÏία y θÎατÏου tengan la misma raÃz, θεα, que significa ver, contemplar. Solo podemos contemplar nuestra alma a través de su representación en el otro con el que dialogamos. Lo mismo les pasa a las ideas, como señala Gregorio Luri, “sólo nos son accesibles en tanto que mediatizadas por su representación en el otro de sà mismo: En el logosâ€.
Conocer algo supone establecer sus lÃmites, ponerlo en relación con otras cosas. En este sentido, sobre cuestiones en las que no tenemos un marco referencial objetivo para definirlas, como por ejemplo lo justo, lo bueno y lo bello, solo podemos llegar a definirlas de una manera irónica, asÃ, la idea sufre una katabasis. Por consiguiente, al contemplar su presencia podemos preocuparnos por su extensión y llegar a definirla destapando sus diferentes máscaras, “el lógos nos muestra un comportarse de una idea con respecto a otra pero, por eso mismo, nos oculta la idea tras la máscara de la relación que hemos establecido en un momento dadoâ€.
Para Hegel y otros la ironÃa socrática estarÃa al servicio de la verdad y la mayéutica tratarÃa de hacer germinar en la conciencia la generalidad de lo concreto ya implÃcito de suyo en la conciencia y que ya habÃa sido entrevisto por el ejercicio de la ironÃa. En este sentido cabe apuntar la polémica que mantuvieron Mondolfo y TurÃn. Para TurÃn la ironÃa socrática yace en una contradicción que se manifiesta en su fe en la verdad y en su incapacidad para enseñarla. La ironÃa no puede ser la antesala de la mayéutica (por que entonces Sócrates serÃa un mentiroso, ¿cómo podrÃa purificar a los demás quien se corrompe en la mentira?) Si no la vivencia trágica de la incapacidad de enseñar la verdad, problema que sólo vencerá la muerte. En este punto TurÃn concuerda con Nietszche al afirmar que Sócrates provocó su muerte. A esto Mondolfo responde que no se puede hablar de mentira en la ironÃa socrática ya que esta se inserta en un marco didáctico que para Sócrates no es un juego sino una especie de exigencia divina.
Si tenemos en cuenta la interpretación mÃstica de Gregorio Luri tanto el planteamiento de Hegel como el de TurÃn serÃan incorrectos ya que si la zétesis es necesaria es por porque “el propio manifestarse del mundo es irónicoâ€, ocultando su ser en su parecer. El problema se suscita no en la ironÃa sino en la resistencia del hombre a la misma. Siguiendo este razonamiento la ironÃa no es un momento del elenkhos.
Para Gregorio la interpretación socrática no pretende enseñar la verdad, es un intento de captar una idea en su relación con el sujeto para enfrentar entre sÃ, mediante el diálogo, a las diferentes máscaras en las que se refugia el interlocutor. Sócrates no busca la verdad sino que “enfrenta al otro a la prueba de fuego de coherenciaâ€.
Sócrates es consciente que mediante el lenguaje nunca llegamos a una verdad absoluta, a una proposición verdadera se le puede oponer otro reparo serio. Este es el punto arquimédico de la ironÃa socrática. Pero ante esto Sócrates no se convierte en un misólogo sino que en esta contradicción se mueve su quehacer y para evitar que este quehacer caiga en un nihilismo, Sócrates lo dota de unos elementos.
De esta manera, PenÃa y Poros engendraron a Eros, deidad que representa la zétesis y que impulsa al verdadero amante del saber a buscar aquello que no tiene. Por eso es synteÃno juega un papel importante al exigir un esfuerzo en el diálogo, a través del cual Sócrates será el espejo para nuestra mirada, de una mirada erótica que nos impele a permanecer junto a él y asà intentar dar caza a lo que no se tiene. AsÃ, la brakhylogÃa, como ejercicio reflexivo de la mirada, se presenta como indispensable para esclarecer nuestro estado, nuestra posible falta de coherencia. Es entonces cuando la vergüenza puede aparecer, cuando al contemplarnos en la mirada del otro no nos gusta lo que vemos. Esto es lo que empuja a Sócrates a pensar que “la vida sin examen es indigna del hombre†(Platón, ApologÃa, 37 a). Sólo si somos conscientes de nuestra ignorancia podremos buscar lo que no tenemos y, asÃ, examinándonos, purificarnos del error. Por lo tanto, “me parece ver una forma de ignorancia muy grande, difÃcil y temida, que es equivalente en importancia a todas las otras formas de la misma†“¿Cuál es?†“Creer saber, cuando no se sabe nada. Mucho me temo que ésta es la causa de todos los errores que comete nuestro pensamiento†(Platón, Sofista, 229c).
no pz solo okupo mas informasion ok nada mas eso
Este artÃculo es explÃcito, como me gustan para iniciar mi batalla contra la ignorancia. Gracias Diego Giménez.
Siempre los humanos tenemos una realidad y por mi parte casi como experiencia propia creo, que las personas que llevan coherencia son las que hacen realidad y crean nuevas realidades en este mundo, en 2 personas tratando de llevar su coherencia el que lleve mas coherencia desde el detalle grande que haga asta el chico es el que tendra la realidad de lo de afuera, ya que a respuesta de eso sige la coherencia de la existencia de la respuesta del otro.
Si no sacamos nuestras mascaras es imposible que veamos algo de coherencia, nunca saquaremos esa ignorancia de lo que no queremos aun o no creemos superar o sino en dicho caso seguiria la coherencia de lo hablado, pero con tantas mascaras es dificil sumergirnos tan adentro de nuestros propios lugares internos y sentimientos y nuestro lugar de existencia.
Creemos saver porque el pensamiento va mas alla de lo que vemos, mas alla de lo que sentimos , y de lo que creemos ser, ya que queda chica la palabra «pensamiento» que realmente no save por un futuro que es incierto por nuestra falta de coherencia, coherencia que la hace cierta en el futuro, coherencia que no esta por ignorancia, el pensamiento ve el futuro, asi como vee la vista, esta en los sentimientos, y asta en las propias creencias, la intuicion del pensamiento, la realidad del tiempo, pasado, presente que no esta y futuro, es un sentido mas a travez de donde estamos volando y observando en el aire el pensamiento.
Al final podemos creer saver pero es cosa de cada destino que al final se cree algo o no, en el tiempo las realidades cambian y al final no ay 1 sola que no pueda aver sido las mas real de todas. como al final «creer saver pero al fnal no se save nada» no es que no sea cierto, es el hecho del miedo que vivimos cada dia como humanos, en lo que pensamos, y llega a influenciarnos asta como nos sentimos tanto asi que si llegaramos a cambiar ese miedo por otro seriamos irreconocibles para nosotros mismos
[…] no cesa de no escribirse. Aprovecho la reminiscencia para reproducir el texto que fue publicado en Revista de Letras en junio de […]