Los enemigos Ãntimos de la democracia. Tzvetan Todorov
Traducción de Noemà Sobregués
Galaxia Gutenberg (Barcelona, 2012)
La actividad intelectual, aquella que, en esencia, consiste en hacer un ejercicio crÃtico de reflexión permanente sobre una materia, en principio cualquiera que ésta sea, tiene por ese motivo una difÃcil definición concreta. Un intelectual es, por ello, de algún modo, una profesión (una actividad) genérica; el intelectual lo es por su capacidad de pensar en sentido crÃtico sea lo que fuere el objeto o sujeto analizado.
Y un ejemplo social bien claro de este espécimen racional podrÃa serlo el profesor Tzvetan Todorov, brillante, incisivo y de planteamientos claros en sus análisis ya sea de carácter social -a propósito del valor del miedo o el sentido de la libertad-; de carácter literario, cual es el caso de sus análisis de la obra literaria tanto en verso como en prosa; de la pintura, de la sociologÃa, de la polÃtica…
Es un caso, el del intelectual como ejercicio de función social, que ha tenido grandes representantes en Francia y que han contribuido, sin duda, al conocimiento más real, efectivo, cualificado y sereno de la circunstancia socio-polÃtico-cultural de un paÃs. En lo que hace a Todorov, se trata de un transterrado por cuanto su origen es búlgaro pero ha ejercido su labor pedagógica y crÃtica en universidades de Francia y Estados Unidos.
El presente libro es un ejemplo más de su curiosidad omnÃvora, ahora para adentrarse en el terreno polÃtico y analizar los enemigos de la democracia, el método racional que nos hemos dado y en el que se basa nuestra libertad. El texto es breve pero el análisis tan brillante como útil, tan sencillo como necesario al conocimiento: “En el momento de la acción se anuncian objetivos universales y morales -se trata de mejorar la suerte de la humanidad o de parte de ella-, lo que provoca un movimiento entusiasta y facilita el que el proyecto se lleva a cabo (…) Tiempo después, un año o un siglo, nos damos cuenta de que el objetivo presuntamente universal no lo era, que se ajustaba más bien a los intereses particulares de los que lo formularonâ€. O bien, cuando escribe: “El neoliberalismo comparte también con el marxismo la convicción de que la vida social de los hombres depende básicamente de la economÃaâ€. Son fragmentos que definen la acción de una inteligencia abierta, instructiva.
Lo obvio, decÃa Gide, es lo que hay que repetir, porque por razón de serlo tiende a ignorarse su enseñanza. Y el ciudadano polÃtico tiene motivos sobrados para darle la razón.
Ricardo MartÃnez
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