María Rosa Maldonado: «La poesía es un modo de percepción y de conocimiento, una manera de estar en el mundo»

Charlar con quien apenas conocemos, sin datos previos y suficientes para ordenar el flujo del diálogo, puede ser una oportunidad para descubrir que al final, entrevistador y entrevistado, estamos totalmente de acuerdo en nuestra concepción del mundo. Es lo que me ha ocurrido con María Rosa Maldonado, poeta de origen español nacida en Barcelona en 1944 y residente en Argentina, país donde ha transcurrido prácticamente toda su vida. Allí ha ejercido como profesora en Filosofía, Ciencias de la Educación y Psicología; allí ha recibido premios y publicado sus libros: Poemas (1977), Hasta que despertar es imposible (1989), El esplendor ajeno de las cosas (1992) y El zumbido de dios (2002). Aquí no la tenemos registrada como poeta española, poco o casi nada sabíamos de ella. Y esto, sin pretenderlo, duplica mi interés. Más si tenemos en cuenta que Kriller71ediciones ha publicado aquí su último y nuevo libro, Atzavara, un poemario de carácter meditativo, en el que sobresalen un uso particular del lenguaje y una dislocación de los versos hasta morir río abajo: “atzavara / vara de atzavara / madre de floración reciente que entra por todas las ventanas // con sus muchas cabezas // lo que aparece no viene de esa tierra / donde nunca / hubo planta ni mujer”…

Empezamos el diálogo titubeantes, poco faltó para rematarlo dándonos un abrazo. “Algunos científicos sostienen que los resultados de las experiencias a nivel de la física cuántica inclinan hacia la idea de que la separación entre los entes es sólo una apariencia”, me aclara ella, María Rosa.

María Rosa Maldonado (foto: Aníbal Cristobo)
María Rosa Maldonado (foto: Aníbal Cristobo)

Naciste en España, pero sé por tus datos biográficos encontrados que desde tus 4 o 5 años de edad resides en Argentina, en concreto en Buenos Aires. ¿Se puede saber a qué se debió este cambio vital de paisaje y geografía, de tan larga duración?

Como tantos otros casos de aquellos años, el miedo a la repetición de una guerra fue la motivación que hizo que mis padres decidieran emigrar. Mi padre perteneció a las primeras milicias que salieron de Barcelona hacia el frente de Aragón. Y estuvo en el frente, con el grado de sargento, toda la guerra civil. Después de la guerra pasó un tiempo con pesadillas y sudores nocturnos, cosa que ningún médico pudo aliviar. Lo ayudó una curandera con un “tratamiento” singular: cada mañana tenía que comer un diente de ajo en ayunas y, a pesar del frío invernal, dejar caer agua helada sobre sus rodillas… En el 40 nació mi hermano y en el 44 yo. Todo funcionaba bien pero la idea de que su hijo tuviera que pasar por las penurias que él pasó lo hizo pensar en el viaje a otras tierras. La elección finalmente fue Argentina. Sin embargo, como una esperanza de retorno, ellos, mis padres, siempre nos decían que sólo estaríamos unos años, tal vez cuatro… que se convirtieron en el resto de nuestras vidas.

¿Conllevó problemas de desarraigo?

Debido a esta contradicción yo me crié sin enraizarme a la nueva tierra ni criarme en la mía. En el colegio, cuando se discutían entre peronistas y radicales y me pedían que definiera mi ideología, yo siempre evadía el tema diciendo: “yo soy española”… Pero los contenidos culturales, ambientales, se asimilan sin pensarlo, y ellos determinaron mi formación. En ese sentido, soy una poeta argentina. Pero nunca pude cambiar el tú por el vos. Mi discurso siguió respondiendo a la lengua materna de un modo natural y automático.

¿Qué incidencia pudo tener este hecho en tu propia escritura? ¿O no hay vueltas que darle a este tipo de asuntos biográficos en relación con tu dedicación a la escritura?

Seguramente toda esta situación de desarraigo incidió en mí y, por lo tanto, en mi escritura. En cuanto al deseo de escribir, no puedo afirmar categóricamente que, de haberme quedado en mi tierra, hubiera aparecido; pero lo creo. Creo que en cualquier sitio en que hubiera estado, esa inclinación, vocación o necesidad me hubiera acompañado. La siento como parte irrenunciable de mi estructura fundamental. Claro que primero fue la lectura, el deslumbramiento producido por los primeros poemas leídos. En el colegio, los clásicos españoles y argentinos. En casa, el primer libro recibido como regalo: las Rimas y leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer -¡cómo no!- y después fueron llegando todos los demás.

¿Crees que la vida particular de uno va por un lado y la poesía por otro, deslindadas la una de la otra?

Poesía y vida van juntas, son una. Yo soy eso que escribo (aún sin escribirlo), o no soy nada. Mi existencia, el misterio que es para cada uno su propia realidad, está en lo que escribo, o lo que escribo no es nada.

Se supone que cuando la poesía llega a uno es para quedarse, para dedicarle un tiempo indefinido de nuestra vida. ¿Fue así en tu caso, o tal vez otro que nada tiene que ver con este supuesto?

Sí, cuando la poesía llega es para quedarse. Al menos así lo he vivido yo. Pero no siempre la escritura es su manera de estar presente. La lectura también es una de las formas posibles de contacto con lo poético. Pienso más bien que la poesía es un modo de percepción y de conocimiento, una manera de estar en el mundo, un cierto estado de escucha atenta que se dirige tanto hacia afuera -lo otro- como hacia adentro -lo propio-, aunque definir estas fronteras ya supone una racionalización aventurada. El pensamiento analógico nos contacta con lo que llamamos realidad desde otras perspectivas, y ese es un camino hacia lo que podríamos definir como estado poético. Según Freud, el sueño es la vía regia hacia el inconsciente;  tengo para mí que la poesía, las artes en general, también son un tránsito privilegiado hacia regiones más profundas de uno mismo y, por lo tanto, de todos. Diríamos un descenso (que igual podríamos definir como ascenso, ya que la categoría espacial es metafórica) del cual regresamos con algo que no sabíamos, teníamos. Todo depende de nuestro dejar que ocurra. Como en el arte zen de la arquería, cuando el yo desaparece eso es lo que tensa y dispara el arco.

¿Y no necesita también un algo de trabajo y dedicación?

Por supuesto, no niego la profesionalidad, el estudio y el trabajo… Sentarse y escribir cada día es una elección, y, tal vez, para muchos poetas, una necesidad. Mi necesidad va hacia el silencio, hacia el estado de meditación. Pero cuando el poema empuja me entrego a su voluntad con enorme placer. Entonces es la fiesta y el regocijo.

AtzavaraMaría Rosa, una curiosidad: ¿cómo se ve, qué se sabe, qué se dice en Argentina de la poesía que se está escribiendo actualmente en España?

En cuanto a los medios -suplementos literarios, revistas, etc.- es poco, por no decir nada, lo que aparece de poesía española actual. En todo caso se siguen ocupando, de tanto en tanto, de las figuras consagradas. Y en cuanto a los poetas argentinos, la mirada está puesta más hacia la poesía hispanoamericana, norteamericana e inglesa que hacia la española. En lo personal, si tuviera que dar algún nombre, no podría obviar a Antonio Gamoneda ni a Leopoldo María  Panero.

No sé bien por qué, pero tiendo a creer que eres una poeta que va a lo suyo, que casi escribe y calla, que huye de lo mediático…

No huyo. No busco. Simplemente creo que la creación es un acto consumado en sí mismo en lo que se refiere a la persona que lo realiza. A través de ese acto se constituye, toca su propio ser y el ser total en el sentido de la unidad que nos funda. Creo en el Inconsciente Colectivo del que hablaba Jung. Y aún más, creo que ese inconsciente se sigue expandiendo hasta abarcarlo todo, ser el todo… Pero también considero que el “otro” -lector, contemplador, oyente- completa la obra y nos confirma en nuestro hacer. Esto justifica la entrega de la obra (edición, lectura, etc.) no como una afirmación del ego sino como un modo de participar en el hacer colectivo. Aportar lo propio que, necesariamente, es lo de todos.

Atendiendo a tus publicaciones tan espaciadas en el tiempo, me da la sensación de que tu ritmo creativo es especial, pausado.

No he publicado todo lo escrito. No es poco lo que fue a parar al cesto de los papeles… Si bien comencé a escribir desde niña, los poemas quedaron guardados hasta, aproximadamente, mis cuarenta años.

¿Significa eso que tienes suficiente material inédito pero que no te apuran las publicaciones?

No, no tengo mucho material inédito en cuanto a poesía. Desde hace aproximadamente tres años la novela fue ganando un lugar de privilegio. Es un deseo de larga data que comencé a concretar sin una decisión demasiado consciente. Un buen día me encontré escribiendo mi primera novela, así, de un tirón. En tres meses estaba terminada y no me lo podía creer. Y después le siguió otra, y otra, y ahora estoy trabajando en una cuarta. Por supuesto, todas inéditas.

Atzavara es el título de tu nuevo libro de poesía publicado, por cierto, en España. Y te pregunto: ¿es una oportunidad para que sepamos algo más de tu existencia como poeta, para que tu poesía se expanda más allá de sus propias fronteras, del alcance editorial que ha tenido hasta ahora?

Haber publicado en España es muy emotivo para mí. Aquí soy una total desconocida, y lo seguiré siendo, pero es mi tierra de nacimiento y nunca dejé de sentirme española a pesar de los años que llevo viviendo en Argentina y de haber asimilado su cultura y sentirme parte de ella. La ironía es que aquí, en Barcelona, soy tenida por extranjera. La pregunta constante que me hacen es de dónde soy. Y, la verdad, yo misma no lo sé. ¿De dónde se es cuando se ha dejado la tribu?

¿Esto último que expresas vendría a ser el meollo de Atzavara? Es decir, ¿podría desentrañar de alguna manera su contenido, su intención poética, su clave de lectura y entendimiento? ¿Qué hay de esa sensación de pérdida o desubicación personal en Atzavara?

Es difícil hablar de la propia obra, pero en una reflexión posterior -y bajo la guía de algunos comentarios recibidos- he podido concientizar una de las temáticas obsesivas de mi escritura: el extrañamiento y la separación, planteados bajo la apariencia de la enfermedad. En términos filosóficos el dolor es siempre el resultado de la individuación, aquella separación originaria que en el mito da origen a la caída. En ese sentido aquí está el poema II de primera visión del litio -y perdón por la auto cita- que dice: su enfermedad: / dispersión de lo uno // se  abre hacia su adentro -en fuga- un espacio / de   magnitud /  igual  al  espacio  de  afuera // esos – sediciosos – millones  de  toneladas  de  luz // la queman // la ausencia / la quema // -hidrógeno: vuelve el agua a su fuego / a su violencia el aire // pez: al mar // brezo: a tu dura semilla – // el bisel de otra agua  se abre cuando su cuerpo entra.

Para quien no conoce toda tu obra, ¿qué conexión hay entre este último libro y los anteriores? ¿Vienen a conformar una progresión tanto temática como formal o no tienen nada que ver entre sí, aparte de que tú seas su autora?

Si bien nunca he tenido una “poética” explícita y que fijase forma y/o contenido a mi encuentro con la escritura, me parece descubrir la continuidad de una búsqueda tanto existencial como estética en los pocos libros publicados. En este último se hace evidente mi acercamiento a la práctica del zen. La meditación modifica el modo de insertarse en la vida… y el modo de enfrentarse con la muerte. En ese sentido, las preguntas siempre subyacentes en el poema si bien no reciben respuesta -las respuestas son un imposible- adquieren un modo distinto de planteo. El lenguaje es el que habla a través del hombre y el poeta, que según Heidegger es el que está más cerca del Ser, tiene que estar en esa escucha de la que te hablaba antes para permitir que el lenguaje diga, recupere el sentido originario de su decir.

María Rosa Maldonado (foto: Aníbal Cristobo)
María Rosa Maldonado (foto: Aníbal Cristobo)

Has venido desde Argentina para asistir a la presentación de tu libro en Barcelona. ¿Sueles visitar España, tu país de origen, de vez en cuando?

Pues mira, Antonio, la cosa ha sido al revés. He venido, como cada año, a pasar un mes con uno de mis hijos que ya hace unos años se radicó en Barcelona -la trama, como ves, va y viene-, y ya que hace poco Kriller71ediciones me publicó Atzavara, pensamos que era una oportunidad para presentarlo. Yo, pues muy feliz e ilusionada de poder, de alguna manera, iniciar este reencuentro con mi tierra de origen desde el quehacer poético.

¿Y cómo has encontrado a tu España en esta última visita?

Estaba al tanto de la situación de España por los medios y por las conversaciones con mis familiares, pero la vivencia directa te enfrenta a una realidad más penosa de lo imaginado. Es triste pensar que un país que gozaba, hasta hace muy pocos años, de un crecimiento económico y, consecuentemente, de beneficios sociales que parecían apuntar a una mayor igualdad y justicia, haya podido retroceder tan abruptamente. El pensamiento de un progreso continuo y sin vuelta atrás está mostrándose como el sueño utópico del optimismo histórico. Se van quedando por el camino derechos duramente logrados. Y, en cambio, continúan inconcebibles prebendas como la de estar sosteniendo una monarquía. Con la crisis del mercado laboral la patronal ha vuelto a tener la sartén por el mango con las consecuencias nefastas que todos sabemos. Más allá de que esta crisis generalizada sea una característica cíclica de todo sistema político o se haya producido por intereses perversos de grupos económicos, la primera obligación de los gobiernos es proteger y cuidar a sus pueblos, y no expoliarlos.

¿Y Argentina, cómo has dejado a tu Argentina?

La situación actual en Argentina presenta un aspecto conflictivo por la fuerte oposición con la que se tiene que confrontar de continuo el gobierno, justamente por intereses creados e ideologías conservadoras, aunque esta oposición no se concrete, a nivel propuesta política, en una plataforma consistente con objetivos definidos y claros. Quiero dejar constancia de varios temas: la educación en Argentina es totalmente gratuita en todos sus niveles; la Universidad de Buenos Aires recibe a cuanto estudiante quiera ingresar -ya sea éste argentino, chileno, peruano o chino- y es una de las mejores de Latinoamérica; los hospitales son gratuitos y cumplen con la misma condición, nadie queda excluido sin importar nacionalidad o situación legal; los transportes están parcialmente subvencionados por el Estado, así como la luz, el gas y ciertos impuestos… Todo esto no significa que no haya sectores carenciados ni problemas a resolver. Sí significa que la mirada de sus gobernantes se dirige hacia la instrumentación de soluciones.

María Rosa, ¿la poesía vale para salvar el mundo? ¿Es una pregunta con algún valor para una poeta como tú, cooordinadora de talleres de escritura y conferenciante habitual sobre temas literarios y filosóficos?

Tal vez lo que tengamos que preguntarnos es si el arte tiene un poder curativo. A eso te respondería que sí. Aristóteles, en el siglo IV a.C. consignó la palabra “catarsis” para definir el efecto que la tragedia producía en el alma de los espectadores. El filósofo tomó este término de la medicina: en griego ‘katharsis’ significa “purificación” o, más claramente, “purga”. La tragedia, decía, provoca una limpieza sanadora del alma. (En psicología, ya en el siglo XIX, inspirados en aquel concepto griego, el término fue aplicado para referirse a la liberación terapéutica de las emociones que causan tensión o ansiedad). Por su parte, los japoneses poseen una antigua tradición en la cual el arte se enraíza directamente con la meditación y, en especial, con el Zen: el arte Zen de la arquería, la pintura Sumi-e, el Ikebana y, por supuesto, la poesía. El haiku, poema breve de gran intensidad y belleza, es un modo de meditación individual, en tanto que los tankas permiten un trabajo colectivo. En Japón la práctica de los talleres de escritura tiene siglos; la familia o los amigos reuniéndose a escribir tankas en encadenamientos llamados rengas. Contrariamente, los que defienden la idea de “el arte por el arte”, consideran que el arte tiene su sentido y finalidad en sí mismo y rechazan toda otra función, ya sea de índole comunicativa, contemplativa, o curativa. Cierto, el sentimiento de lo estético es universal y autónomo: todos los hombres participan de él, aunque difieran en su conceptualización. Sin embargo, esta es una falsa antinomia: el hombre, según la ya clásica definición de Ernst Cassirer, que valido para mí, es un animal simbólico. Como tal, su mundo y él mismo son una creación continua. Crear es hacer mundo y hacerse a sí mismo. Es la tarea fundante del hombre. La autenticidad de este hacer produce un ahondamiento en el conocimiento y armonización del propio ser, es decir, una cura, que va desde lo más ínfimo e íntimo de nuestras células hasta lo más dilatado y desconocido de nuestra alma. La salvación es una posibilidad individual y que difiere en sus formas… Me gustaría concluir esta entrevista preguntándote algo a ti: Antonio, ¿tú puedes concebir un mundo sin el arte?

Yo no, María Rosa. Creo que en esto estamos totalmente de acuerdo.

Antonio Jiménez Paz
http://antoniojimenezpaz.blogspot.com.es

 

Antonio Jiménez Paz

Antonio Jiménez Paz (Islas Canarias, 1961), es autor de los poemarios Los ciclos de la piel (Ed. La Palma, 1992); Tratado de ornitología (La Calle de La Costa, 1994). Diario de la distancia (Huerga & Fierro, 1996) y Casi todo es mío (Baile del Sol, 2008). También ejerce la crítica y publica reseñas literarias.

5 Comentarios

  1. Excelente María Rosa Maldonado, aún no leí este libro sino algunos poemas sueltos que se publicaron del mismo por internet y por youtube pude ver y escuchar a la autora leyendo uno de sus poemas que surgieron de una meditación.Sin embargo tengo en mi poder EL ZUMBIDO DE DIOS, uno de sus tantos libros, y encuentro constante renovación y un modo y estilo que la identifica en su poesía.
    Esta nota me resultó muy importante y ya la copié para no perderla.
    Gracias María Rosa por tu producción y espero tener tu, próximos libros a la brevedad.
    Felicitacones y nuevamente gracias!!

  2. pido disculpas por errores en la tipografía, pero creo que se entiende lo que quise expresar!!. Gracias.
    Susana

  3. Es un gusto enorme leer que María Rosa Maldonado haya editado su libro en España. Una mujer que ama las letras y tiene actitudes singulares de bonomía hacía la gente que quiere escribir. Yo la conozco por haber sido alumna de ella en el taller literario que dictaba para un grupo de gente en un pueblo alejado de Capital Federal, al cual ella viajaba todos los viernes para brindarnos sus conocimientos. Nunca le importó el dinero (poco) que cobraba y si, trató de sacar lo mejor de nosotros en cuanto a escritura creativa se trata. Era un placer escuchar sus charlas y realmente hemos aprendido mucho de su enseñanza. !!!La felicito!!! !!!Se lo merece!!!

  4. He leido María Rosa Maldonado: “La poesía es un modo de percepción y de conocimiento, una manera de estar en el mundo” – Revista de Letras con mucho interes y me ha parecido ameno ademas de bien redactado. No dejeis de cuidar este blog es buena.

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