En alguna entrevista has declarado que tu intención no es precisamente hacer reÃr a la gente, es decir, no te consideras un humorista. ¿Es realmente asÃ, o solo lo era en un principio?
Y si tu ánimo no era de humorista, ¿te sorprendió que el público respondiera con carcajadas?
Lo que me sorprendió fue que todos lo etiquetaran como humor, y a mà como humorista. Mi punto de partida era otro, aunque con el paso del tiempo tuve que ir adaptando mi espectáculo a las exigencias del oficio. Ahora la gente ya sabe lo que le espera; todo el mundo viene al Ultrashow sabiendo más o menos lo que va a ver. SerÃa absurdo que yo lo enfocara con la misma actitud que al principio.
Cuando hacÃa Bellas Artes me rodeaba de gente que hacÃa un tipo de arte entre cómico y cÃnico, sin demasiada carga social o simbólica. Eran artistas gamberros, cómicos, que apostaban por lo insignificante, lo obvio, lo estúpido. Lo que hago deriva de eso. Me gustaron desde el principio artistas como David Shirgley, que mezcla el arte contemporáneo con el humor gráfico. Es un tipo de arte muy básico, que te entra de forma orgánica. No necesitas gran bagaje cultural para comprenderlo, pero sà cierta finura para apreciarlo, supongo.
No tengo referentes muy claros. Leo sobre todo filosofia, principalmente Deleuze y Guattari. Son los pensadores más recurrentes entre la gente que estudia arte, porque es una filosofÃa que se aproxima a la creatividad artÃstica. Me interesa el formato de sus libros, con tanto pie de página y tanto desbarajuste. En cierto modo es lo que más se acerca a lo que yo hago.
¿Y en ficción?
Foster Wallace, Robert Walser, Kafka… Autores que supongo que dirÃa cualquiera. No soy una persona demasiado culta, no me paso el dÃa leyendo. Indago en aquello que se acerca a mi forma de interpretar el mundo. Últimamente estoy leyendo a Kierkegaard.
Me preguntas si me he vuelto loco ¿no? No, no. No voy por la vida pensando Ideas, no veo el mundo en esa clave. Pero bueno, en cierto modo las Ideas parten de mis vivencias. De hecho llevo una libreta siempre conmigo, y todos los dÃas apunto algo que me haga pensar, algún esbozo: un tipo en un bar, lo que pide… cualquier cosa. La mayor parte de las veces se queda en eso, en apuntes, pocos llegan a convertirse en Ideas.
Miguel Noguera (foto: Júlia EchevarrÃa)
¿Cuanto hay de improvisación en los «ultrashows»?
Algunas de tus Ideas giran en torno al tema de la religión. ¿Alguna razón en especial? ¿Consideras que es un tema incómodo o conflictivo que hay que distender?
O el Papa. El Papa como ente. El hombre, el sujeto. Es un enigma, y si lo piensas detenidamente puede resultar muy cómico. Lo ves ahà con ese aspecto, todo encapsulado, rodeado de caras enfermizas…
Por otra parte, y a diferencia de la mayorÃa de humoristas, no sueles tocar ningún tema de actualidad, ¿no surgen las Ideas mientras lees el periódico o miras el telediario?
Es que el punto de partida de lo que yo hago es otro. No es algo consciente, no es que diga «de polÃtica y actualidad no voy a hablar», pero no suele surgir. Las Ideas parten de otras fuentes, aunque sà que hay algunas que aluden a temas históricos, en plan revival. Algunas Ideas tienen un punto costumbrista….
¿Y el hecho de que hayas publicado en una editorial «alternativa»?
Bueno, yo creo que Jan no pretende ser indie. Él no quiere competir con las editoriales de ese sector, tiene una visión muy comercial. Él querrÃa competir con las grandes editoriales como Anagrama, y no las independientes.
Es cierto que el planteamiento de la editorial es distinto, el libro en sÃ, esas ediciones tan bonitas…
Porque es parte de la filosofÃa de la editorial: hacer del libro un fetiche, rollo coleccionismo.
¿Y las fajas? Las de Ultraviolencia eran distintas en cada edición. Las cambiaban por completo, hasta hacer que parecieran libros distintos… Pensabas «yo quiero esa otra faja».
Buena entrevista. Miguel Noguera todo un genio!