La cultura tiene múltiples sentidos. Más allá de su vÃnculo etimológico con las ideas de cultivar y habitar, solemos hablar de cultura cuando nos referimos a la colección —al patrimonio— de producciones artÃsticas o cientÃficas o, a través de una lectura más antropológica, cuando hablamos de todo aquellas herramientas con las que el ser humano se relaciona. «La clave es el concepto de complejidad», ha afirmado Antonio Monegal, en un acto organizado por el CCCB, y en el que también han participado Nuccio Ordine y Marilena de Chiara.
Monegal, catedrático de Literatura Comparada, ha expuesto sus reflexiones y su reconocida experiencia como humanista en un reciente ensayo, Como el aire que respiramos. El sentido de la cultura (Acantilado, 2022), y que ha servido como punto de partida para el debate que ha tenido junto al autor de La utilidad de lo inútil (Acantilado, 2013).
Marilena de Chiara ha presentado el acto poniendo en valor el espacio simbólico que ocupa la cultura, y, citando uno de los discursos más conocidos de Susan Sontag, La conciencia de las palabras, ha subrayado la memoria como un acto de compromiso social. Pensamiento, poesÃa y acción, ha dicho, conforman la mirada crÃtica de la poesis.
La cultura, ha explicado Antonio Monegal, protagoniza una curiosa paradoja en la sociedad contemporánea. Por un lado, es menospreciada como algo puramente decorativo, mientras, cuando ocurre alguna fatalidad, le exigimos que nos salve como especie. Y la cultura, insistirá el autor, «no necesariamente» nos hace mejores. Pero comprender la hibridación que supone nos ayuda a interpretar el complejo sistema de interrelaciones que encarnamos. Por eso mismo, «no se puede hablar de cultura sin hablar de polÃtica». «El mundo de la cultura es el mundo, no está apartada», añade.
Los profesores y los maestros deberÃan ayudar a fomentar la autonomÃa intelectual, no a producir mano de obra, ha añadido Monegal, quien, junto a Ordine, se ha mostrado preocupado por el utilitarismo que persigue actualmente la Educación. Es Nuccio Ordine quien ha recordado cómo el léxico del mercado ha inundado las facultades. Los estudiantes han de superar «créditos», y los profesores presentan «productos». «La vida de un alumno la podrá cambiar un maestro, no un ordenador», ha sentenciado el italiano.
«La cultura no es automática», dice Ordine. Sostiene que, como en la paideÃa griega, la cultura necesita de la Educación para ser trasmitida. El autor de La utilidad de lo inútil ha tildado la ideologÃa neoliberal de «rapaz», y ha afirmado que la pandemia nos ha mostrado los dos pilares de la dignidad humana: la sanidad y la educación.
«Creciendo saber, la ignorancia se despierta; / a quien más sabe le sobreviene mayor duda». Con estos versos de Ausià s March, Ordine ha querido poner en valor la curiosidad como un motor que va más allá de la utilidad y el lucro, ejes de lo que considera la actual «pedagogÃa monetaria», y que asegura que está impulsada por el Banco Mundial y la Organización del Comercio, entre otras instituciones.
Antonio Monegal ha aclarado que su trabajo como docente consiste, entre otras cosas, en ayudar a «desfamiliarizar» palabras como «nación», «identidad» o «memoria», y hacer del extrañamiento el primer ejercicio crÃtico. «No hay nada más peligroso que las cosas que damos supuestas de antemano». Ha señalado, también, que los polÃticos suelen referirse a la cultura como «motor económico» y como mecanismo de «cohesión social». «Es cierto, pero lo sustancial es otra cosa», ha defendido. Pese a las dificultades actuales, pese a la complejidad del debate, el autor ha querido concluir con un aprendizaje de su propia práctica cotidiana: «Ser profesor me ha enseñado a ser optimista».