Matías Néspolo | Foto: Chus Alonso

Néspolo: «El método me genera ansiedad y me ayuda»

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Matías Néspolo | Foto: Chus Alonso
Matías Néspolo | Foto: Chus Alonso

Matías Néspolo es un periodista honesto y el lector sospechoso pensará que la frase encierra dobles interpretaciones. No se equivoquen. En un mundo tan condicionado por las camarillas el argentino afincado en Montgat destaca por cumplir mediante una prosa personal que además informa con objetividad subjetiva. No existe otra, no le den más vueltas.

Ahora publica en Libros del Lince Con el sol en la boca, una novela con muchas capas donde además de contar una historia consigue conferirle matices donde la Historia y la memoria oculta juegan un papel fundamental. Si a eso le añadimos la habilidad con que Néspolo juega con la polifonía y la estructura de su novela tenemos un cuadro muy interesante que diseccionamos un viernes por la mañana en una terraza de la plaza Rovira de Gràcia. No me enrollo más. Hablemos. Enciendo la grabadora.

¿Estructuras mucho lo que escribes o dejas que fluya?
Todo lo contrario. Soy un autor de trabajar a ciegas, casi un método que tengo y trabajé con la primera novela. Siempre me dio resultado. En realidad no tengo ni la más remota idea de lo que quiero escribir cuando comienzo. Desovillo la historia que está en algún lado.

La tienes en la cabeza.
Sí, tal vez está ahí y debes buscarla o desenredarla. No me aburre el método, me genera ansiedad y me ayuda.

Pero las piezas deben encajar sí o sí.
Eso tiene trampa, porque estarás a ciegas en la primera línea, pero no a las tres páginas y cuando calculas que estás a medias de la historia ya sabes cómo todo se desencadena, porque en ese momento no sigues a los personajes, más bien los acompañas.

Claro, a medida que avanzas conoces mejor tanto a los personajes como a la trama.
Me di cuenta de que estaba narrando cuando encontré la cita del epígrafe de Richard Ford. Había pasado el ecuador de la novela y entonces me di cuenta que era una búsqueda de la identidad, el origen y el pasado que causaban el desasosiego del personaje. La estructura también es muy clara.

Libros del Lince
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Cuéntamela.
Cinco primeros capítulos focalizados desde el personaje del Tano. Otros cinco casi en espejo donde son primeras personas y el que no habla es el Tano, que empieza la novela mascando hielo y no puede hablar. Por último el epílogo final, la recuperación de la voz del personaje protagónica. Esa estructura la atiné mientras avanzaba, dando palos de ciego, poniéndome desafíos y encajando las piezas.

El Tano es un personaje muy misterioso y lacónico. Se mueve, sabemos que tiene una serie de actitudes, pero salvo la desesperación no comprendemos bien al principio sus motivaciones.
El estímulo era desentrañar su historia y recuperar su voz para recuperar su relato elidido, descifrarlo.

Hay un doble juego: una historia individual siempre se expande a una colectiva, pero aquí tienes la historia de su círculo íntimo que trasciende y abarca la Historia nacional.
Y en cierto modo quizás es una historia muy generacional, tiene qué ver con los hijos de la Dictadura, los que padecieron durante la infancia esa situación opresiva de silencio y violencia, explícita o sorda, una violencia que estaba ahí. Tal vez esa angustia debe relacionarse con esa especie de herida abierta de origen, con esa cosa no resuelta y que sí la veo más como un síntoma generacional. Es algo que termina saliendo sin que importe el papel que jugaras durante aquellos años.

Como argentino residente en Barcelona supongo que habrás establecido paralelismos entre ambos países.
Sí, es natural hacerlo. Como argentino te enorgullece pese a que la Historia de mi país de la segunda mitad del siglo XX hasta ahora está repleta de infamias. Sin embargo, algunas cosas hicimos bien y así debe reconocerse más allá de pequeñas claudicaciones. No me gusta hablar de reparación histórica, pero el nuestro es un caso único en el Cono Sur. La Junta Militar fue enjuiciada durante los primeros meses de la apertura democrática y fueron condenados los altos mandos. Vale, luego tuvimos Ley de Punto Final y la Obediencia Debida, pero eso no quita mérito a la cuestión, ni siquiera Chile lo solucionó de esta manera y en España el tema de las represalias franquistas aún sigue abierto.

Por eso te lo decía, porque el relato generacional existe porque, pese a todo lo que has comentado, aún hay muchas heridas abiertas.
Es a nivel de imaginario social y generacional que la espinilla sigue ahí.

Por eso la generación joven se pregunta los porqués de lo anterior para comprenderse a sí misma y a sus padres.
Es una cuestión inevitable. Más allá de la actitud que quieras tomar o de si quieres hacerte cargo de ese pasado cercano debes aceptar que en algún momento saldrá, no puedes escapar. Dos autores de mi generación lo han afrontado desde lo literario desde perspectivas distintas. Uno es Félix Bruzzone. El suyo es un caso extremo porque es hijo de desaparecidos. El otro es Juan Terranova, que incluso ha generado polémicos y ha agitado el avispero con su frase célebre, para bien o para mal: Los desaparecidos me chupan un huevo. En realidad tomaba una posición de querer escribir y hablar de otras cosas porque el tema le mataba. En esa negación furibunda reconocía la inevitabilidad de vislumbrar eso.

En el caso del Tano se haya esta voluntad de búsqueda. Lo curioso es que los elementos que tiene a su alrededor sí tienen más conciencia de ese pasado, como el Movi, que al recuperar películas recupera el pasado. En cambio el Tano se mueve sin ser consciente que sus desplazamientos activan ese pasado.
Tal vez lo que hay es una profunda negación de la historia reciente que de alguna manera acaba saliendo sólo con preguntarte por tu identidad. Tiene relaciones con gente mucho más comprometida, y ese es el caso de Movi, partícipe en la intención revolucionaria y la militancia. Tuvo un papel en la Historia y está marcado, pero él que nació durante esos años y ha intentado desentenderse de alguna manera también está condicionado.

La Historia nos compromete a todos y aunque queramos no podemos escapar. Desde el principio marcas esta idea. Los chicos del grupo quieren huir, y esa idea vehicula toda la novela.
Quieren fugarse. En esta empresa poco razonable de huir es donde el Tano de algún modo, muy elidido y lleno de rodeas, encuentra esa pertenencia y ese pasado turbio detrás. Quizás también había algo en el orden de la honestidad de buscar en ese pasado el papel que tuvo cada uno y cómo esa Historia violenta te influye y condiciona no siempre para bien, otro tema que en la literatura de las dos últimas décadas me generaba malestar.

En qué sentido.
El hecho de que cuando salía esa temática de manera explícita la relación de narradores, autores y personajes era desde la posición de derrotados de la Historia. ¿Qué pasa cuando te pones a escarbar y te das cuenta que estás más cerca de los verdugos? Es el caso del Tano. Uno no tiene porque hacerse cargo de las culpas de sus padres, pero igualmente están ahí.

Quien sí ha sido ecuánime en España con el tema al mostrar el tema de los vencedores y vencidos es Chirbes. Aparca el victimismo para plantear la situación desde una totalidad, porque si lo muestras desde una parte eres demasiado parcial e incurres en un gran error.
La herida abierta en el fondo de la identidad argentina está relacionada con esa gran masa que de manera involuntaria y por no implicarse se queda igualmente comprometida. Las víctimas contables son muchísimas.

¿Están comprometidos desde su pasividad?
A eso me refiero. La fórmula de calle repetida era no te metás. Se refería a qué pasa en la madrugada en la casa del vecino que entran civiles y se llevan a toda la familia. Qué pasa en la esquina con ese retén policial.

Y eso se ve en el libro tanto en el pasado como en el presente.
Esa pasividad es colaboración voluntaria.

Volvemos a lo silencioso. Para con el pasado se nota lo que dices en la familia del artista. Les cuesta estar bien entre ellas y les resulta muy complicado hablar del tema.
Y sí, tiene qué ver con ese papel incómodo que tuvieron. En el caso de esos dos personajes tiene relación con algo muy común por aquel entonces: el exilio interior, evitar caer en la gran redada, cuando Buenos Aires tras el golpe militar se convirtió en una inmensa ratonera. Muchos militantes optaron por el exilio, pero otros con una implicación más tenue optaron por el exilio interior, una claudicación que también te condena. Nadie te libra del peso de la culpa.

En España muchos optaron por estar en silencio con la Historia. Aquí partes del punto generacional de la huida, del malestar de la juventud, y consigues que el pasado se active a lo E.A. Poe. Un objeto desencadena todo, un cuadro que mete en la palestra de la trama a la intelectualidad.
Me permitió tramar intrigas más detectivescas para desentrañar el origen del personaje a través de una cosa material. Es un hecho más que documentado que durante la represión todo lo que se podía arramblar de los secuestrados era considerado botín de guerra, de la guerra sucia contra la subversión. Se apropiaban de hijos, propiedades, muebles, coches y demás. El motivo que se me ocurrió azarosamente fue qué hubiese pasado si en ese botín un objeto tuviera valor patrimonial y con los años un valor de marcado, como una obra de Antonio Berni. No era descabellado imaginarlo, hace poco apareció una obra suya que se daba por desaparecida. Por otro lado Berni era un artista plástico comprometido con cuestiones sociales.

El cuadro permite que el presente plácido adquiera la turbulencia de los tiempos de la represión.
A nivel plástico e icónico funcionaba para mostrar el desamparo vital del personaje. La figura de un cuadro, Juanito Laguna, es un personaje de una serie de cuadros bien cotizados. Este cuadro de la novela es una invención.

¿Qué simboliza Juanito Laguna?
La marginación, la pobreza y el desamparo de la miseria y sobre todo un momento histórico a finales de los sesenta y principios de los setenta, cuando se formaron los barrios de chabolas en Argentina.

En este sentido el Tano se mimetiza con Juanito Laguna.
Claro, por su orfandad, al mirar ese pasado busca la madre ausente y al padre que no cumplió su función.

¿Querías relacionar la madre ausente con el país que no se conoce?
Está bien, pero es una línea de lectura que me gustaría surgiera del lector. No sé qué simboliza la madre, sobre todo porque viene del interior del país y tiene sangre indíena.

Ahí entraríamos en otra capa.
¿Qué puede simbolizar esa madre ausente? ¿Qué papel cumple? ¿Es culpable de ese episodio violento? ¿Fue una traidora? ¿Colaboró?

En el caso español detecto la voluntad de enhebrar novelas de ideas a partir de la crisis, pero también creo que las buenas novelas de ideas las insertan en la trama sin que sean nada manifiesto, deben fluir.
El error es cuando la tesis va por delante de la narración. En mi caso las ideas surgen a medida que avanza el relato por una cuestión de honestidad. A veces lo que brota del mismo relato puede ser contraproducente para uno mismo, pero creo que la historia puede plantear las ideas, lograr que aparezcan por sí solas.

Esto me hace pensar en Piglia.
Y eso que es un gran crítico, es un ensayista muy sólido. Sus novelas plantean innumerables tesis.

¿Te afecta tu bagaje crítico como narrador?
Es difícil saberlo, porque también un exceso de conciencia crítica te puede llegar a bloquear o tergiversar la materia narrativa que tienes entre manos. Quizá esto esté relacionado con la intencionalidad, cuando la antepones a la historia que estás trabajando. Intento que no me afecte ser crítico para mi tarea como narrador. No creo que se necesite una brutal mente analítica para ser un buen narrador.

Vives en Barcelona y escribes sobre Argentina. ¿Te ayudó alejarte de tu meollo para centrarte en lo que querías narrar?
Me gustaría escribir una historia ambientada en otro sitio, pero tengo una digestión muy lenta de las cosas. No trabajo con material autobiográfico, pero sí creo que es necesario tener un conocimiento de las cosas y los espacios narrados. Lo vivido ahora me puede servir dentro de una década. De verdad te lo digo. Inevitablemente recuperas referentes, buscas el origen de tu ficción desde una lejanía, siempre viene desde una distancia temporal muy grande. Un ejemplo para que me entiendas. No sé si sería capaz de describir el lago Titicaca como hago en el epílogo final sin conocerlo físicamente. Lo visité a principios de los noventa.

Haberlo vivido te permite darle un simbolismo.
Sin duda, pero creo que me gusta pensar que debe existir un fondo de veracidad en la ficción, más que de verosimilitud. La veracidad es un recurso técnico que se puede adquirir a fuerza de trabajo. En cambio la verosimilitud es un mero efecto del texto. Me gusta pensar que la veracidad le da un valor de verdad ajeno a los detalles.

Otro mecanismo interesante de lo que cuentas es cómo te alejas de la actualidad y así adquieres un tiempo más pausado y no depende del detallismo concreto del hoy, algo que muchas veces lastra las novelas de hoy en día.
No me lo había planteado, pero es verdad.

Tu narración acelera por su ritmo y los personajes que se mueven, no hay una necesidad de plasmar lo que estamos viviendo de un modo absoluto. Puede que la lenta digestión sea la que da al relato su tono reflexivo.
También tiene que ver con el manejo de los ritmos y la temporalidad de cada historia. En la primera novela el ritmo narrativo era mucho más acelerado y cinematográfico por la imposición de un presente inmediato. Aquí era todo lo contrario, una reconstrucción pausada y más reflexiva de esa temporalidad pretérita.

Jordi Corominas i Julián

Jordi Corominas i Julián (Barcelona, 1979) ha publicado dos novelas en catalán ('Una dona que sap jugar amb els peus' y 'Colors', editadas por Abadía Editors), una biografía histórica en italiano ('Macrina la Madre', 2005) y el poemario 'Paseos simultáneos' (Ed. Vitrubio, 2010). En 2009 coeditó la antología 'Matar en Barcelona' (Alpha Decay). En 2011 publicó 'Loopoesía(s)' (Descrito Ediciones) y el cuento 'John Wayne' (Sigueleyendo). Es integrante y fundador del proyecto poético-experimental Loopoesia. Como crítico coedita 'Panfleto calidoscopio', y colabora en varios medios, entre los que destaca RNE. En 2012 ha publicado los poemarios 'El gladiador silenciado' (Versos&Reversos), 'Oceanografías' (Vitruvio) y la novela 'José García' (Barataria). En 2013 salió su poemario 'Los lotófagos' y en 2014 aparecerá su suite 'Al aire libre', versos con los que el proyecto Loopoesía cumplirá un lustro de existencia.

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