Viajo cada noche desde mi habitación. Ahora estoy en ParÃs, arrastrándome por la Calle de los Maleficios, pero durante el dÃa vivo en Madrid.
La ciudad que elegimos.
En esta ya ha caÃdo la nieve y el asfalto de las calles más estrechas tiene el brillo de las piedras preciosas. El invierno no decepciona con su actitud hostil, aunque no le permito que se convierta en un obstáculo. Es martes por la tarde, un momento como otro cualquiera para enfrentarse a la estación. Asà que cojo mi abrigo naranja, los guantes y el pañuelo violeta, y salgo con la intención de encontrarme con el poeta Iñaki Echarte en la barra de los Tipos Infames, la nueva librerÃa que se ha convertido en obligado punto de encuentro en Malasaña y que gestionan tres libreros/empresarios (extraña combinación) con la admirable cualidad de tratar a cada cliente como si fuera el único. Me doy cuenta porque a mà no me conocen de nada y, sin embargo, me reservan un pequeño pastel de almendra que no tarda en convertirse en mi perdición. Sabe a gloria.
Los Tipos Infames son tipos atentos e incluyen en sus estanterÃas tÃtulos tan imprescindibles como injustamente exóticos, sirva de ejemplo Los fabricantes de montañas; el último Premio Lazarillo, imposible de encontrar a dÃa de hoy en ninguna de las grandes cadenas, pero sà mezclado con los vinos y detrás de las cristaleras de esta tienda recién nacida en el barrio más canalla de la ciudad.
Al grano: también Iñaki me espera entre los libros. Toma café con leche; está contento, se nota que en enero saldrá la antologÃa Viscerales, en la que participa; y se viene conmigo a La VÃa Láctea, lugar elegido por MarÃa Zaragoza, último Premio Ateneo Joven de Sevilla, para cerrar la gira de Dicen que estás muerta, la novela merecedora del galardón.
Alberto GarcÃa Alix, que, con su voz quemada por la memoria y el celuloide, confiesa no haberse leÃdo el libro, ejerce de maestro de ceremonias y asegura que lo que más le llama la atención de Dicen que estás muerta es su arranque desgarrador, con asesinato y comisarÃa incluidos. A mÃ, lo que más me llama la atención, mientras me bebo una cerveza helada al lado del escritor Antonio Gómez Rufo, del que Alfaqueque Ediciones acaba de publicar El manantial de los silencios (trilogÃa donde se rescata El alma de los peces, una de las historias más limpias y transparentes que he leÃdo), es la fuerza de la propia MarÃa, que define su obra como un mapa humano y, al mismo tiempo, de Madrid; la fuerza de quien ha conseguido por fin transmitir un mensaje y desprenderse para siempre de su peso.
Todos tenemos la oportunidad de escucharla a través de la lectura de un capÃtulo de la novela; aquel en el que Arthur Barley se interroga acerca de la persecución infinita de las moscas.
Pecados veniales.
Vanidad nunca satisfecha.
Pequeñas transgresiones destinadas a pasar eternamente desapercibidas.
Marina SanmartÃn
La Fallera Cósmica
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