Un sueño fugaz. Iván Thays
Anagrama (Barcelona, 2011)
Las reminiscencias de una literatura prometedora son una soga al cuello. Los ideales acarrean estructuras demasiado rígidas. El conocimiento es concluyente y por tanto condiciona al propio pensamiento. La dualidad entre el éxito y el fracaso son el reflejo de una misma moneda. La frustración como lugar recurrente. Los vestigios de un taller literario para adolescentes llamado Centeno cuyos integrantes reaparecen esporádicamente en la vida del protagonista. El implacable tiempo conduce a aquellos entusiastas escritores por imprevisibles senderos. Algunos se entregaron de pleno a la literatura y otros claudicaron. Hubo quien no tuvo agallas, vendió arte al mercado, se obnubiló en un estilo. Un amigo que trae noticias de otro. Una muerte empapada en misterio. Cada capítulo de la novela Un sueño fugaz de Iván Thays narra un encuentro entre el protagonista y alguno de antiguos integrantes del taller literario. La angustia reside en aquello que el protagonista percibe, en la distancia entre aquello que pudo ser y no fue.
Son muchas las novelas en las cuales los personajes principales son escritores. Cada uno escribe sobre lo que sabe. Un escenario conocido a partir del cual puede desarrollarse un universo propio. Mirarse con cierta distancia, engrandecerse, mitificarse, o simplemente reírse de sí mismo. Santiago Roncagliolo utiliza este recurso en su novela Memorias de una dama (Alfaguara, 2009). El protagonista es un escritor que intenta desesperadamente hacerse un nombre. Después de asistir a un congreso literario se dirigen a un bar con un pequeño grupo de escritores entre los que se encuentra Santiago Roncagliolo. Entrada la noche trasladan la reunión a un puticlub. El protagonista no encuentra la manera de rechazar la invitación y acaba presenciando una imagen grotesca del propio Santiago Roncagliolo rodeado de putas y alcohol. En el caso de la novela Un sueño fugaz el recurso de los personajes escritores le sirve a Iván Thays para imaginar las innumerables bifurcaciones que rigen sus destinos.
Iván Thays (foto: escritores.org)
Las conversaciones son excelentes receptáculos para contraponer argumentos. Una compañera del taller que con los años se ha vuelto agresiva e hiriente aprovecha la oportunidad para despachar una crítica sin concesiones. La gente cambia poco y los años potencian los defectos. Recriminaciones cruzadas. Aquel que se transformó en un escritor famoso y respetable es blanco del resentimiento. La literatura es una forma de ver el mundo. También una forma de evadirlo. Será un buen profesor de literatura pero jamás será un buen escritor, vaticina alguien. Un personaje demasiado ensimismado como para obtener una imagen objetiva de la realidad. La intimidad entre los dialogantes permite un tono distendido en el que la contundencia de las palabras es un símbolo de confianza. Excelente motivo para traspasar la superficie y adentrarse directamente en la intimidad.
Un comienzo prometedor pervive en la memoria. Los avatares de la vida se encargan de echar por tierra aquellos sueños de juventud. El destino en manos del azar. La frustración es la brecha generada entre el pensamiento y la acción. La mirada enturbia la experiencia. En el capítulo dedicado a Ana el protagonista recibe un pedido que no puede rechazar. Esteban lo llama desde Lima pidiendo que reciba Ana en su casa de Roma. Ahora que están separados se siente verdaderamente enamorado. En el otro extremo del mundo Ana está sumida en una profunda depresión. El protagonista recibe todas las instrucciones para atenderla como es debido. Siente que debería haberse negado. Nunca se cayeron del todo bien. Una indolencia permanente habita en su mirada. Un par de horas después de su llegada la conversación se agota. Ana se retira con la excusa de descansar. Las directrices de Esteban no demoran en llegar. Todo está dispuesto para trasladarse a una villa en las afueras de Roma. La campiña se presenta como el lugar idóneo para el descanso. Al segundo día Ana cae enferma. Cuando el médico llega su estado es alarmante. Es necesario trasladarla al hospital. El casero y el médico disponen todo para ir a buscar una ambulancia. La espera se torna eterna. La mano de la mujer moribunda irradia un sudor frío. Decide cambiarle la ropa interior y el camisón, así es como Ana lo desearía. Una erección repentina lo incita a violarla. Nunca nadie se enterará que abusó de ella en aquellas condiciones. Los pensamientos discurren caminos inesperados. En cuestión de segundos la imaginación de un hombre frustrado proyecta su ruindad. Finalmente Ana se recupera de forma milagrosa. La condición de fracaso se acentúa en la distancia entre aquello que pensó y nunca fue capaz de hacer.
La literatura es omnipresente y funciona como nexo en las diferentes historias que conforman la novela. Cuando el escritor se separa de sus dominios aparecen los pasajes más extraordinarios de la narración. La acción se sucede mientras la literatura es una mera excusa.
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