Filmoteca Literaria (XVII): «Nosferatu» (F. W. Murnau, 1922)

Nosferatu (F. W. Murnau, 1922)
Basada en la novela Drácula,
de Bram Stoker
Guión: Henrik Galeen
Fotografía: Fritz Arno Wagner y
Günther Krampf
Vestuario y decorados: Albin Grau
Música: Hans Erdmann
Intérpretes principales: Max Schreck, Alexander Granach, Gustav von Wangenheim, Greta Schröeder, GH Schnell, Ruth Landshoff, John Gottowt, Gustav Botz

La novela

A través de decenas de documentos personales pertenecientes a los personajes protagonistas, descubrimos los extraños sucesos que acontecieron a finales del siglo XIX en los que se vieron involucrados Jonathan Harker, un joven abogado que debe visitar por negocios al conde Drácula en su castillo de los Montes Cárpatos (Transilvania); a su prometida, Mina Murray, y a la amiga de ésta, Lucy Westenra, que padece de sonambulismo; al prometido de Lucy, Lord Arthur Holmwood; a Quincey Morris y al doctor John Seward, quien regenta el manicomio en el que está internado Renfield, súbdito inconsciente del conde. Gracias al doctor Abraham Van Helsing, experto en vampirismo, comprenderán la naturaleza real de Drácula cuando recurran a él para salvar el alma de Lucy, convertida en No-muerta, e inicien una larga persecución para destruir al monstruo.

¿Quién no conoce la historia? Drácula (y el vampiro, como personaje) es el gran mito del género de terror. Desde la publicación de la obra de Stoker, en 1897, no ha dejado de estar presente en el imaginario colectivo, ya sea mediante la novela original, reeditada sin cesar hasta nuestros días,  otras historias protagonizadas por «chupasangres» en forma de relatos o sagas, cómics, adaptaciones teatrales, cinematográficas, televisivas, radiofónicas…

Inspirándose en Vlad Draculea (también conocido como Vlad Tepes -«El empalador»-) y en la condesa húngara Erzsébet Báthory, Stoker consiguió reunir todos los mitos y leyendas referidas al vampirismo en una única historia, haciendo de su libro la principal referencia ficcionada de este «transtorno mental», según la explicación clínica. Obra clásica de la literatura, Drácula permanece eternamente viva, eternamente joven, como el personaje que le da título.

Bram Stoker (foto: D. P.)

El autor

Abraham «Bram» Stoker (8 de noviembre de 1847, Clontarf – 20 de abril de 1912, Londres), fue el tercero de los siete hijos de Abraham Stoker y  Charlotte Mathilda Blake Thornley. La familia, de clase media, mantenía un gran interés por la cultura. Los primeros siete años de Abraham fueron muy difíciles, ya que su delicada salud le obligó a permanecer en cama. Sin embargo, buena parte de su interés por las historias de fantasmas surge en ese tiempo, ya que su madre le entretenía explicándole relatos de misterio y de fenómenos paranormales.

En 1870 se graduó en Matemáticas y Ciencias. Empleado como funcionario del gobierno británico de Irlanda, comenzó a dedicar parte de su tiempo a redactar críticas teatrales para el Dublin Evening Mail. En 1878 contrajo matrimonio con Florence Balcombe y juntos se trasladan a Londres.

Ya instalado en la capital británica, Stoker comienza a rodearse de amistades vinculadas al teatro y la literatura. Se convierte en secretario y representante del actor Henry Irving y comienza a publicar críticas, de nuevo teatrales, en el Daily Telegraph, al tiempo que escribe relatos y novelas. Su interés por lo oculto le llevó a interesarse por Arminius Vámbéry, un orientalista con quien se reunió en repetidas ocasiones para documentarse sobre Vlad Tepes y el vampirismo. Fruto de esos encuentros y de un amplio periodo de investigación, nació su proyecto más ambicioso y con el que conseguiría la fama: Drácula.

Max Schreck encarnando al conde Orlok en un fotograma de «Nosferatu».

La película

Nosferatu fue uno de los proyectos cinematográficos más extravagantes y conflictivos de la época muda. Murnau, empeñado en adaptar Drácula al cine, decidió sacar adelante la película sin contar con la autorización de Florence, la viuda de Stoker, propietaria de los derechos. Modificando los nombres (el conde Drácula pasa a ser el conde Orlok; Jonathan Harker se convierte en Thomas Hutter; y Lucy es Ellen, pretendió que pasara desapercibido el origen de la historia que, por cierto, no disimulaba su parecido con la novela. Al descubrir la adaptación Florence Stoker acabó denunciando a la productora Prana Film. El tribunal ordenó la destrucción de todas las copias existentes, pero se lograron esconder algunas de ellas. Al morir Florence salieron a la luz varias de esas copias, en bastante mal estado y con diferentes metrajes. No fue hasta 2006, de la mano del restaurador Luciano Berriatúa, que se pudo ver, al fin, una versión limpia, con los tintes cromáticos ideados por Murnau, los diseños de rótulos de la época y la partitura musical original
del estreno, compuesta por Hans Erdmann.

Dejando de lado la fidelidad de Nosferatu con respecto al libro de Stoker, estamos ante una obra artística que se nutre de diferentes influencias: el esoterismo, impuesto por Albin Grau, quien no fue tan sólo el director artístico y creador del vestuario, sino que también produjo el film y aportó muchas ideas (llegó a venderla como una «película erótica-ocultista-espiritista-metafísica») o la pintura, con claras referencias a Georg Friedrich Kersting o de Alfred Kubin, entre otras.

Nosferatu está considerada, además, como una de las más importantes películas del expresionismo alemán, junto a El gabinete del doctor Caligari, de Robert Wiene, y Metrópolis, de Fritz Lang.

José A. Muñoz

José A. Muñoz

José A. Muñoz (Badalona, 1970), periodista cultural. Licenciado en Ciencias de la Información, ha colaborado en varias emisoras de radio locales, realizando programas de cine y magazines culturales y literarios. Ha sido Jefe de Comunicación de Casa del Llibre y de diversas editoriales.

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