Tim Ingold | CCCB, Miquel Taverna

Ingold: «Las certezas engendran conflictos incontrolables»

Uno de los antropólogos más innovadores de la intelectualidad contemporánea visita el CCCB para explicar su teoría de las líneas

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Tim Ingold | CCCB, Miquel Taverna
Tim Ingold | CCCB, Miquel Taverna

Como criaturas que hablamos, caminamos o deseamos los seres humanos trazamos líneas. Así lo entiende el catedrático de la Universidad de Aberdeen Tim Ingold, uno de los antropólogos más innovadores de la intelectualidad contemporánea. En su fascinante estudio de antropología comparada Una breve historia de las líneas (Gedisa Editorial, 2015) traza una suerte de hermenéutica de las líneas que revelan el sentido de nuestro paso por el mundo. Conversamos con él con motivo de su conferencia Una ecología de la vida organizada por el Centro de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB), dentro del ciclo Habitar el mundo.

¿Qué significa para usted habitar el mundo?

El mundo no es algo que esté fuera de nosotros. Participamos en él, y lo hacemos porque somos parte de él. El mundo está moldeado por nuestras actividades, pero a su vez él mismo nos moldea a nosotros. Si transformamos el mundo con nuestras actividades es precisamente porque vivimos en él, y esas actividades que lo transforman son a su vez parte del propio mundo que se transforma a sí mismo. No somos algo ajeno al mundo sobre el que venimos a actuar de vez en cuando moviendo cosas de un sitio a otro, sino que inevitablemente, existencialmente, somos parte de él. Esto es lo que significa habitar el mundo.

Y según usted, las líneas son un reflejo de esa actividad humana.

En mi trabajo trato de distinguir dos tipos de líneas. Una que funciona como un conector entre dos puntos; esta sería la línea recta que Euclides definió como la distancia más corta entre dos puntos. En este sentido, para que haya una línea solo tienes que señalar dos puntos y conceptualmente ya tienes esa línea recta. El otro tipo de línea es el trazo procedente del gesto, ese “sacar a pasear una línea” de Paul Klee. Coges un lápiz con la mano, y simplemente vas moviendo el lápiz y la línea va surgiendo. No tiene que detenerse en ningún lugar, no finaliza en ningún lugar, simplemente aparece el trazo sobre el papel. El trazo se detiene cuando mi lápiz deja de apoyarse sobre la superficie del papel y finaliza cuando lo aparto pero continúa cundo le vuelvo a imprimir movimiento.

¿Qué tiene que ver esto con la Modernidad y el pensamiento actual?

Trato de defender que parte de la lógica de la Modernidad ha consistido en reemplazar la idea de vida como un movimiento largo, en el sentido de esa línea que se va creando con la gestualidad, por una línea recta que va conectando puntos. La línea recta se ha convertido en un icono de la Modernidad. Ofrece razón, certeza autoridad, un sentido de dirección.

Gedisa
Gedisa

La Ilustración sublimó el racionalismo.

Racional procede de la palabra razón, y este es efectivamente un elemento importante en la filosofía de la Ilustración. Aquello que distinguía la humanidad de cualquier otra forma de vida en el mundo, porque era la única criatura dotada de esa particular facultad intelectual que llamamos razón. Gracias a la cual, se dice, los humanos podemos emanciparnos del mundo natural y diferenciarnos del resto de los seres vivos. Esto es parte de la ideología de la Ilustración y  ha acarreado una tremenda carga de conocimiento y de entendimiento, sin embargo…,  en mi opinión, aporta una estrategia de pensamiento que no se corresponde con la realidad de nuestras vidas como seres vivos que habitamos el mundo.

¿Quiere decir que el mundo es irracional?

No significa que el mundo sea irracional. Quizá significa que nosotros somos irracionales, y que necesitamos situar nuestra existencia vital constriñéndola en un discurso de construcción de racionalidad. Sin embargo, como señalo en mi estudio, la razón ha demostrado con frecuencia que funciona de manera irracional, las certezas han engendrado conflictos incontrolables, la autoridad se ha revelado como máscara de la intolerancia y la opresión y las direcciones se han confundido en un laberinto de callejones sin salida. La línea se ha roto en fragmentos.

Entramos en la posmodernidad.

Si la línea recta era un icono de modernidad, la línea fragmentada parece estar emergiendo como un icono igualmente poderoso de la posmodernidad. En vez de estar todo cohesionado y unido…, esa manera racional de pensar que todo está conectado en líneas rectas ha sido sustituida por múltiples dislocaciones que muestran que esas líneas están rotas, no hay unión entre ellas. Esa es la experiencia contemporánea. Vivimos en un mundo en el que las líneas se suponen conectadas pero no lo están, en vez de ello tenemos grietas a modo de ruinas de un edificio donde pareciera que una vez todo estaba conectado. Creo que la experiencia vital de mucha gente es de este tipo. Personalmente, creo que tenemos que dar un paso al frente y reconocer que generamos otro tipo de movimientos, y crear y construir en torno a esa idea, más que caer en la trampa de intentar unir y conectar líneas rectas.

Esto guarda relación con su defensa de una antropología de la especulación.

Creo que deberíamos tener una antropología más orientada a futuro. Una disciplina especulativa, de alguna manera comprometida con el futuro y con las futuras generaciones, que mira las posibilidades y potencialidades del ser humano. Ese pensar con visión no significa proyectar estados futuros, que es precisamente lo que hacen los que desarrollan políticas, que piensan el futuro, por ejemplo, el 2050 o el 2100 en términos de nivel del mar o aumento de temperaturas. No me refiero a eso, sino a ver por dónde se van moviendo las cosas, tratar de comprender esos movimientos y tendencias. Pero no proyectarnos a un futuro y aplicar toda nuestra ingeniería para alcanzarlo, eso me parece bastante terrorífico.

El ser humano también proyecta deseos.

Recientemente he desarrollado una teoría del anhelo directamente relacionada con las líneas. A veces es difícil saber si pertenecen al campo de la memoria o del futuro. Pero es indiferente. Los movimientos los impulsa un anhelo imaginativo que siempre desborda las expectativas. Hay una conceptualización del futuro en el pasado, en un intento de unir la línea  en una suerte de círculo…, pero las líneas de anhelo no conectan, las cosas suceden entre medio.

Obra de Kandinsky |Centre Pompidou
Obra de Kandinsky | Centre Pompidou

En su investigación la antropología dialoga con el arte y la arquitectura.

Tradicionalmente, la antropología estaba a un lado y la arquitectura y el arte en otro, creo que porque artistas y arquitectos tenían plena libertad para proponer formas de vida de cosas que no existían antes, mientras que al antropólogo se le atribuía el único papel de entender o analizar algo que está ahí o que acaba de suceder. Creo que esa división es insostenible, y que la antropología, también junto al arte y la arquitectura, tiene que ser especulativa y experiencial, para explorar las posibilidades, potenciales y condiciones de la vida humana en el mundo.

Creo que encontraría puntos de unión con Gaudí, que también evitaba las rectas.

Por razones que me llevarían bastante tiempo explicar, comienzo a tener más simpatías por las líneas rectas. Una línea recta más allá de la definida por Euclides. Empiezo a preguntarme si no habrá otro tipo de línea recta. Todo es más complicado de lo que ciertamente he escrito en este libro.

Extienda su investigación a líneas globales. Norte, Sur, Este y Oeste.

Hablamos de Occidente, de lo que arbitrariamente llamamos Oeste, como una cierta manera de pensar en términos de progreso y de modernidad, por otro lado, Occidente impone sus líneas al resto del mundo. Del Este hablamos en términos de las grandes civilizaciones orientales. Del Sur en términos de resistencia al colonialismo. Pensemos en el Norte, creo que tienen una sensibilidad especial, quizá procede de cómo entienden su relación con la tierra y los océanos, una relación de pertenencia mutua. Quizá de una manera similar a como pensamos el movimiento, un proceso de vida comparable a la manera en que se mueven los animales, o los glaciares, o al movimiento de los ríos. Un movimiento que se entiende muy diferente a esa simple migración de un punto a otro. No sólo en el transcurso de la naturaleza, sino también en términos de narrativa para pensar la Historia y nuestra relación con el medio ambiente. De esta manera todo es más inclusivo, el agua, el clima, el aire.

Entre Escocia e Inglaterra hay una gran línea divisoria.

Las cosas están muy complicadas en este momento. Tuvimos un referéndum en 2014 en el que el voto a favor de permanecer en el Reino Unido ganó por una estrecha mayoría, y uno de los argumentos para permanecer era precisamente el beneficio de mantenerse miembro de la Unión Europea. Decían que si rompíamos, tendríamos que abandonar la Unión Europea. Y ahora una estrecha mayoría de Reino Unido ha votado salir de la Unión Europea. No Escocia, todas las circunscripciones de Escocia han votado a favor de seguir siendo miembros. Ningún lugar de Escocia ha votado abandonar la Unión Europea. Dos años después, parece que la independencia es la única manera de mantenernos en la Unión Europea. El problema, no obstante, es la caída de los precios del petróleo, y la industria del petróleo es muy importante para la economía escocesa y más si quiere ser independiente. Lo cierto es que ahora, se produzca o no otro referéndum, todo se ha vuelto muy indefinido con el Brexit. Yo estoy convencido de que Escocia será tarde o temprano independiente, la única cuestión es cuánto tiempo tomará, si será algo repentino o si se producirá de forma constante mediante la adopción de medidas. Pero la tendencia, el movimiento, es irreversible. Estoy igualmente convencido de que la Historia echará la culpa de la ruptura al anterior gobierno conservador. Y por último, recordemos que la mayoría del voto a favor de la salida de la Unión Europea procedía de la población más vieja, mientras que los jóvenes votaron en su mayoría por  permanecer. Esto ha generado un sentimiento muy amargo.

Parece que de las dos partes, Escocia es quien tiene las cosas más claras.

Tengo que decir que tenemos un parlamento que funciona muy bien, un sistema multipartidista que también funciona y trabaja como se espera de él en una democracia. Y luego está el famoso carácter pragmático del escocés. Nos sentamos y decimos “resolvamos el asunto, encontremos una situación que sea gestionable”. Pero parece que Inglaterra tiene problemas profundos que está haciendo las cosas muy difíciles. Yo quiero vivir en un país donde la democracia funciona y esta es la razón por la cual estoy a favor de la independencia de Escocia.


Sigue aquí la conferencia de Tim Ingold, impartida en CCCB, el 7 de septiembre de 2016:

Berta Ares Yáñez

Periodista e investigadora cultural. Doctora en Humanidades. Alma Mater: Universidad Pompeu Fabra.

1 Comentario

  1. Este tipo es un separatista porque en el fondo es un racista: cree que los escoceses son superiores al resto de los ingleses. El separatismo es una mezcla de racismo y de corrupcion economica de una elite que apelando a la diferencia justifica el racismo y el despojo de los subidos a los que aspira a «gobernar»

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