«Topología de una página en blanco», de Alejandro Céspedes

Topología de una página en blanco.
Alejandro Céspedes
Epílogo de Jesús Malía
Amargord Ediciones
(Colmenar Viejo, Madrid, 2012)

Muchos calificaron de proeza inútil y, por supuesto, de locura la hazaña que perpetró Philippe Petit en 1974 al recorrer, sobre el vacío, la distancia entre las torres gemelas del World Trade Center de Nueva York, sobre una cuerda floja suspendida a 417 metros; y, sin embargo, hoy podemos otorgar, sin lugar a dudas, a aquel arriesgadísimo ejercido de funambulismo, a aquel maravilloso e increíble paseo en las alturas, no sólo un lugar en la memoria visual colectiva del siglo XX, sino también un carácter universal y tremendamente simbólico, que perdura a propósito de lo efímero del genio humano: pues efímero fue el paseo en la cuerda floja, efímeras (o, al menos, temporales) aquellas construcciones descomunales que desafiaban al cielo de Manhattan; y vulnerable, en fin, la vida de las miles de personas que perecieron en ellas en los atentados del 11-S.

Pues bien, Alejandro Céspedes se está convirtiendo en el gran equilibrista de la poesía contemporánea española. Principalmente por lo arriesgado de sus propuestas; pero, también, por ser cada día más un disidente de las corrientes poéticas (o modas) actuales y, por tanto, por su lejanía de cualquier encasillamiento. Ciertamente, Céspedes ha hecho transitar su poética por temáticas novedosas u originales -si es que puede haber temáticas innovadoras más allá de la vida, la muerte o el amor-. Si, por ejemplo, en Flores en la cuneta (2009) abordaba un tema, en principio, tan poco poético como el de los accidentes de tráfico, y en Los círculos concéntricos (2008) adoptaba una voz femenina para relatar el terror dentro del hogar, en el reciente Topología de una página en blanco, se atreve nada más y nada menos que con un tema de gran transcendencia: pensar la poesía. En este sentido, me parece muy esclarecedora la cita de María Zambrano, que el poeta ha colocado al inicio del libro, pues la pensadora malagueña fundió filosofía y poesía en un reencuentro del pensamiento (razón) con la estética del idioma (poética).

Con Topología de una página en blanco, publicado por la editorial madrileña Amargord en la colección Pi de Poesía (dirigida por Jesús Malía, quien también firma el extenso e interesante epílogo del libro), Céspedes recorre varios espacios simbólicos, físicos y mentales, transitando por encima de esa finísima línea que divide lo tangible de lo intangible en la escritura. Y, manteniéndose en un equilibrio inestable, recorre la distancia entre lo que quiere escribir y lo que finalmente escribe, recorre la distancia entre lo que el lector quiere leer y finalmente lee, recorre la confianza entre lo que él escribe y el lector lee.

El recorrido se realiza de una forma autorreferencial y alevosamente “intratextual” o “intertextual”, si se me permite usar palabras invitadas para explicar la cita de otros autores dentro del libro, así como las referencias constantes a páginas del propio libro. Además, el recorrido es también por el espacio físico de la página, creando poemas con formas reconocibles, a la manera de caligramas, con páginas cárceles (llenas hasta el horror vacui) y también desde su contrario: la página en blanco; así como desde el juego de los espejos (con página espejo incluida). Todo ello aderezado por una estética expresiva, arriesgada y densa, erradicando cualquier norma sintáctica, o mejor: inventándoselas sin jerarquías; consiguiendo, por ejemplo, efectos rizomáticos o fractales como:

alguien escribe que alguien lee que alguien mira

un cuadro

y todos esos alguien hacen fila

y alguien tendrá que verlo

Verso a verso, con giros constantes, con metáforas y paradojas que ahondan en la materia poética de una manera esencialista, desgranando los diferentes aspectos de la identidad personal enfrentada o conseguida gracias a la identidad de la poesía, el poeta va perpetrando la proeza de escribir y reflexionar sobre la escritura, cuestionándose todo lo que de poético se le supone a la poesía, a la vez que el lector podrá leer y reflexionar sobre la lectura misma.

Se recorre también la distancia entre poesía y poesía visual. Así, por ejemplo, en la página 33, nos encontramos con uno de los iconos del libro, el vertiginoso pozo creado con los círculos del verso

cualquier página podría ser un pozo en el que ahogarse

y que tanto me recuerda a aquella canción de mis añoradísimos Esclarecidos que decía “porque vamos a excavar un agujero en el cielo, porque vamos a trepar tierra adentro…”.

Alejandro Céspedes (foto: alejandrocespedes.com)

Topología de una página en blanco es, por tanto, un osado reto acometido con la mayor de las valentías: la creativa; un reto que puede desequilibrar al lector, pues a la manera de una Rayuela poética, en este libro -como en ningún otro que yo haya leído- la forma de leer es fundamental. Es decir que Céspedes no busca ponérselo fácil o difícil al lector, sino que busca su implicación máxima, busca una lectura activa, entregada, cómplice. Por otro lado, Céspedes habla cara a cara con sus lectores, mirándoles directamente a los ojos, no desde arriba -como la mayoría de los escritores, elevando su ego por encima del común de los mortales-, más bien al contrario pues me atrevería a decir que el poeta consigue elevar a su arriesgada altura a los lectores: los conoce y sabe que son inteligentes y sensibles; y, al fin, los convierte a su vez en creadores, pues sólo con una lectura creativa, que es capaz de apropiarse de las palabras y del espacio diseñado por el poeta, el lector realizará su propia e intransferible topología de las páginas del libro; hasta que, como ocurre en el dibujo de una cuerda a punto de romperse que recorre todas las páginas del libro, al final se perpetra la ruptura y el lector se suelta y se adentra en el nihilismo de una escritura abierta hacia el infinito.

Alejandro Céspedes atraviesa el vacío en Topología de una página en blanco, el vacío que no es otra cosa que la distancia entre el creador y su creación. Si el lector se atreve, puede seguir de la mano del poeta un recorrido tan arriesgado como emocionante.

Finalmente, no sé si los tiempos actuales exigen heroicidades, pero sí estoy seguro de que están necesitados de inteligencia creativa, asunción de riesgos, compromisos personales, coherencia y sana renovación. Alejandro Céspedes camina perfectamente por la contemporaneidad, y Topología de una página en blanco no es una proeza inútil, es una obra que crecerá en reconocimiento y, por tanto, que perdurará.

Agustín Calvo Galán
http://proyectodesvelos.blogspot.com

Agustín Calvo Galán

Agustín Calvo Galán (Barcelona, 1968) ha publicado 'Letras transformistas', una selección de sus poemas conceptuales y visuales (2005), 'Otra ciudad' (libro objeto, 2006), 'Poemas para el entreacto' (2007) y 'A la vendimia en Portugal' (2009). Su obra como poeta visual ha sido recogida en varias antologías especializadas.

3 Comentarios

  1. Me ha gustado el artículo y todo lo que dice sobre este libro y la forma en que se ha escrito. Me encanta la poesía y mas si no es convencional. Leeré Topología de una página en blanco, en cuanto pueda.

  2. Preciosa forma de escribir sobre un libro precioso. Dignos uno del otro. Un libro que cambia, por lo menos para mí, la percepción que el lector tiene del libro como una cosa ajena a él. Creo hasta donde yo sé que es el primer libro que lo hace. Viva la renovación de una poesía vieja y aburrida. Este libro va a dar muchísimo que hablar y que escribir. Marca tendencia, ya vereis. Felicito al autor de este artículo porque nunca había sentido que el crítico hablara por mí hasta hoy.

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