Nicholas Mirzoeff: “En EE.UU. nos inspira el 15M. Ahora podemos cambiar las cosas”

Vivimos un momento crucial en relación con la salud del planeta (y nuestra supervivencia) y el lugar que el individuo -como  persona o colectivo- puede ocupar en este mundo fuertemente globalizado. Por eso, los Movimientos Indignados -cuya visión de futuro choca con la de un poder sujeto a intereses económicos y financieros-  reivindica el derecho de hacer las cosas de otra manera, y de decidir mediante una democracia directa. Quien me explica todo esto es Nicholas Mirzoeff, profesor de Medios, Cultura y Comunicación en la Universidad de Nueva York y uno de los más destacados teóricos sobre cultura visual contemporánea.

Las investigaciones de Mirzoeff se centran a menudo en el arte contemporáneo, los nuevos medios y los derechos humanos. Ha participado en proyectos artísticos y curatoriales, en investigaciones sobre la cultura visual del cambio climático y, recientemente, ha iniciado un proyecto en relación con Occupy. Este proyecto está basado en un blog en el que reflexiona, principalmente, sobre la crisis, el significado del espacio público y el cambio climático, una de sus grandes preocupaciones y objeto del libro que está preparando.

Conversamos con motivo de su participación en el ciclo Ciudadanía, internet y democracia que organiza el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona.

Nicholas Mirzoeff (CCCB © Jordi Gómez, 2012)

Bienvenido a la Tierra de la Indignación.

Esta es una de las razones por las que estoy tan contento de haber venido. Nos inspira mucho todo lo que se está haciendo en España durante el ultimo año y medio, y el movimiento 15M es realmente resistente. El movimiento Ocuppy Wall Street en el que estoy involucrado, y otros que han ido surgiendo tomamos el 15M como modelo. Ahora nos damos cuenta de que podemos cambiar las cosas. Y esta es una gran oportunidad para nosotros. Llevamos 40 años escuchando que no hay alternativa. Este es el pensamiento que impuso Margaret Thatcher. El germen de esta idea ha sido muy fuerte durante los pasados 40 años. Y esta es la primera vez en la que nos creemos capaces de alcanzar la posibilidad de una alternativa, y llevarla adelante, eso es genial. Paradójicamente, a pesar de todas las dificultades que encontramos, soy muy optimista porque es la primera vez que veo la posibilidad a la alternativa en mucho tiempo. Recuerdo cuando Margaret Thatcher fue elegida primer ministro, yo tenía 17 años. Ahora tengo 50. Está claro que necesitamos hacer muchos cambios.

Quizá esperaba encontrar más manifestaciones en las calles…

Es como en Nueva York, a veces toca manifestarse, otras veces puedes expresar de manera diferente lo que piensas y deseas. Lo realmente importante es ponerlo de manifiesto públicamente. La gente pide cambios,  y al no verlos satisfechos, sale a la calle. Esa es la cuestión.

Nuestros políticos están preocupados por la marca España. En su opinión, ¿cuál es la imagen que España está enviando al mundo?

Depende de cómo lo enfoques, o por donde lo mires. Yo hablo por aquéllos que están preocupados por buscar una alternativa, en este sentido España es una referencia. En Occupy nos hemos inspirado por la amplitud del movimiento indignado en España, su capacidad de participación directa en la práctica democrática, y su manera de plantear cómo pueden usarse esas formas de participación directa para crear una visión de futuro alternativa. Obviamente, también estamos al tanto de las complejidades financieras, pero lo que a mí me parece interesante y particular en España es esa fuerte resistencia (resilience). Realmente, nos gustaría ver una participación masiva tan potente en EE UU como la del 15M.

Aplicando sus teorías de cultura visual, entiendo que las movilizaciones en la calle proceden de una manera de visualizar el futuro contraria a la de los que ejercen el poder.

Así es, visualizar no tiene un sentido biológico sino mental, e implica una capacidad para crear una imagen, una visión. Todavía nos encontramos con líderes políticos que te dicen “tienes que  confiar en mí, porque yo visualizo y entiendo lo que necesitas de una manera que tú no puedes hacerlo”. Esta visión aristocrática, que sólo el líder político parece o cree tener conlleva otra visión alternativa, que es lo que yo llamo contra-visualización, o visualizar en contra. Es lo que están haciendo movimientos como el 15-M u Occupy. Están diciendo a sus líderes políticos “No, no eres tú el que visualiza el futuro, somos nosotros. Nosotros tenemos la visualización de cómo nos queremos organizar y estructurar nuestras vidas”.

Rosa Parks con Martin Luther King Jr., en 1955 (foto: Ebony Magazine/wikipedia)

En 1955 Rosa Parks se convirtió en un icono al negarse a ceder su asiento a un blanco e ir al fondo del autobús, como obligaba la ley a los negros. Negándose a ceder su asiento, creó una contra-visualización. ¿Esta contra-visualización la encontramos en el movimiento Indignado?

Desde luego, es muy similar. En el caso de estos movimientos, la contra-visualización procede de negarse a abandonar el espacio público. La policía puede decir “Muévanse, no hay nada que hacer aquí, no pueden estar aquí”. Y los integrantes de del 15-M y de Occupy lo que hacen es negarse a abandonar el espacio público y decir “Sí que podemos estar, tenemos cosas que hacer aquí, y nosotros pedimos el derecho de poder hacerlas y de decidir”. Ocupando físicamente las plazas, mostrábamos esta posición al mundo y decíamos “Mirad, esto es lo que estamos haciendo y esto es lo que pedimos”. Creo que todo el mundo lo entendió. Y la reacción violenta y la fuerza desatada por la policía en todas partes para evacuar las calles y las plazas mostraron cuál es el gesto del poder y la importancia de este enorme movimiento. Ahora es crucial no pararse, no retroceder, e incluso ir pensando en otras formas de mantener activo este negarse a abandonar la participación directa.

Hay un punto de inflexión importante en EE.UU. tras el huracán Sandy. Durante el desastre surgieron unos mecanismos de participación social voluntaria y colectiva, y se produjo una toma de conciencia de que todos los ciudadanos somos iguales e igualmente valiosos. Así pues, por un lado está ese movimiento o contra-visualización de rechazo, pero al otro lado está la igualdad, este es el término que entre todos debemos replantear ahora. Mi rechazo no tiene un sentido individualista sino colectivo, para todo el mundo. Este es el centro de la cuestión.

También se decide y se expresa a través del voto.

Tenemos una tecnocracia, y ocasionalmente el gesto de la consulta electoral, donde podemos votar a las izquierdas, los liberales o los neoliberales. Pero ninguno de ellos representa una alternativa. Cuatro años después de las consultas se repiten las elecciones y es como volver al principio de nuevo. Así pues, lo que esperamos ver ahora es la posibilidad de visualizar cómo tiene que ser construido el mundo. Y esto es muy importante ahora para nosotros en EE.UU., particularmente en Nueva York. Tras el huracán ha quedado claro que el cambio climático ha influido en el debate público, ahora tiene que ser una prioridad. No nos podemos permitir el lujo de incrementar una economía antiecológica para pagar la deuda del desastre y luego esperar a que llegue el año 2020 (la fecha que marca el techo medioambiental manteniendo el actual consumo) sin haber resuelto los problemas de emisiones. Hemos creado un mundo extraño, y lo más extraño y paradójico es que se basa en un sistema que extermina nuestra vida en este planeta.

Por tanto, el mensaje es que tenemos que mantener la presión ciudadana y decir que no estamos satisfechos con la situación, que los pasos que se están dando no son suficientes, y que hemos de cambiar el sistema de representación democrática, por el bien de la supervivencia del planeta. Bueno, del planeta no, porque el planeta nos va a sobrevivir…

¿Es posible organizar una visión global ecologista?

Seguro, es absolutamente posible. De hecho, no es nada difícil. Es interesante destacar el resultado de un estudio realizado durante los JJ.OO. de Pekín. Durante las Olimpiadas hubo una restricción del tráfico, por la cual la gente sólo podía conducir su vehículo en días alternos, y además cerraron durante unos días la industria. El estudio ha demostrado que con esta simple acción se redujo la cantidad de emisiones en 0,25% del total necesario para evitar que el planeta se caliente más de 2 grados Celsius.

Tomando medidas de este tipo, incluso sin cambiar la tecnología -que lo que busca es perpetuar el modelo-, nos ahorraríamos emisiones de carbono. Hay que cambiar las prioridades. En EE.UU. el área más productiva es la de las grandes petroleras, seguido por la minería y la extracción de materia prima. Tenemos la economía más devastadora que podíamos haber elegido. Hemos de cambiar totalmente esta situación. Y hacerlo es muy, muy factible.

Le veo muy optimista, sin embargo, se suelen recibir con cierto escepticismo las noticias relacionadas con el cambio climático y las propuestas ecologistas.

Mantener un posicionamiento optimista es más difícil, porque te obliga a participar en el cambio, a asumir una implicación personal y política que pasa por participar, cambiar determinados  hábitos, etc. Ser cínico o escéptico es más fácil, sólo tienes que decir “No hay nada que hacer”. Hay una forma de ser realista que es decir que no hay alternativa, que la única manera de hacer las cosas es la habitual. Es un realismo reaccionario. Mi reivindicación es hablar de realismo desde ese punto de vista que tiene en cuenta la dificultad del proceso, pero que piensa que también otro mundo es posible. Así que vamos a seguir reclamando otra manera de hacer las cosas y de actuar, porque el mundo funciona de forma diferente en función de nuestros actos.

En este espacio público donde estamos -las plazas, las calles- vamos a continuar debatiendo y comunicando nuestra reivindicación, y no pretendemos hacerlo de otra manera. Nuestras actuales formas de régimen político y económico quieren que continuemos desarrollando una vida en nuestra casa y en nuestros puestos de trabajo. Estos son los lugares que nos asignan y no quieren que nos movamos de ellos. Lo que hacen movimientos como el 15M y Occupy es precisamente insistir en ir al lugar adonde elige ir para reivindicar lo que creemos que es una forma de democracia directa. Y actualmente, hay un reconocimiento de que estamos ahí para reivindicar una manera diferente de enfocar el futuro.

¿Es Internet un espacio público?

Internet es una herramienta que permite movilizar el espacio público como nunca antes se había podido hacer. Internet es un espacio de acción política cuando se conecta con lo que hacemos en el espacio real. El activismo online tiene un gran impacto y propicia el activismo en el espacio público. Pero como medio, Internet es una herramienta agnóstica, puede constituir un espacio para las ventas o el juego, por ejemplo, su definición final dependerá de nuestro uso.

Lo que hemos aprendido en el curso del último año y medio es cómo utilizar Internet, cómo movilizarnos con Internet y convertirlo en una herramienta de diálogo. Pero tenemos otras muchas vías para desarrollar fórmulas de democracia directa, no sólo mediante Internet. No seamos tan arrogantemente modernos como para pensar que repentinamente en los últimos diez años hemos inventado una forma de comunicarnos como nunca antes había existido. Ya antes había diferentes maneras de crear una democracia horizontal y directa.

Son pocos los propietarios de los grandes medios y tienen el control de lo que vemos.  Pero, gracias a Internet, podemos ampliar nuestro campo de visión de la realidad…, y también es más factible filtrar informaciones que el poder esconde.

Desde luego. Una de las cosas más urgentes dentro de esta emergencia de movimientos es la necesidad de ciertos medios que hagan posible una nueva difusión e intercambio de información y comunicaciones entre ciudadanos y los grupos organizados de personas que discuten y comparten ideas de forma horizontal, sin tener que pasar por instituciones que controlan el acceso a las informaciones o a las ideas (gatekeeping). En este sentido, Internet es una herramienta crucial, eso es muy importante. También es un nuevo espacio que permite nuevas formas de periodismo. Si bien tradicionalmente la visualidad permitía sólo a la autoridad el privilegio de ver algunas imágenes, Internet ha reforzado la voluntad de parte de la sociedad de romper con esos derechos.

Imagen del blog de Nicholas Mirzoeff

Como profesor de Cultura Visual, estudia la Estética de Ocuppy y del 15M.

El estudio de los movimientos indignados es muy interesante porque no se refiere a representaciones, es un directo (It is not about representations, it is direct, we are doing it…). Es directo también en el sentido de que puedes situarte tú mismo en la acción, en vez de situarte a un lado poniendo distancia, que es lo que hemos hecho en el pasado, ¡un absurdo! Nos poníamos a un lado y esperábamos a que los políticos lo hicieran todo. Lo que hacen los ciudadanos a través de estos movimientos es implicarse y preguntarse qué están haciendo los políticos,  cuáles son los proyectos que llevan a cabo, debatir sobre lo que están haciendo.

Y ahora es también mi responsabilidad y me he involucrado, participo. Escribo y reflexiono diariamente a través de un blog y lo comparto con aquellos a los que les pueda interesar. Esto nos ayuda a entendernos como movimiento y pensar lo que haremos después, cuál será el siguiente paso.

No podemos seguir viendo las cosas de forma separada. Ya no hay representación en el sentido de que no delego en nadie la responsabilidad política de la misma manera que no delego mi responsabilidad académica. Hemos de cumplir ambas para reivindicar conjuntamente aquello que nos afecta a todos, eso es lo que trato de decir. Es necesario el compromiso directo de cada uno. No hay, ni necesitamos representación.

¿Cree que se está produciendo algún cambio en la mentalidad de la gente?

Yo creo que sí. Actualmente se están llevando a debate público algunos temas, como por ejemplo la deuda de los estudiantes, que hace apenas un año era impensable. Ahora hay más debate público en general. Es posible que Occupy y otros movimientos se entendieran o aparecieran como radicales, pero si te conduces de forma apropiada te acaban escuchando. También, los últimos acontecimientos con el huracán Sandy han hecho que la gente tomara una conciencia social que antes quizá no era tan evidente. Pienso que los movimientos indignados están siendo muy útiles para introducir a la sociedad en el debate público.

Berta Ares

Según reza en la Wikipedia, el Movimiento 15-M, también llamado Movimiento de los Indignados, es un movimiento ciudadano formado a raíz del 15 de mayo de 2011 con una serie de protestas pacíficas en España con la intención de promover una democracia más participativa alejada del bipartidismo PSOE-PP y del dominio de bancos y corporaciones, así como una “auténtica división de poderes” y otras medidas con la intención de mejorar el sistema democrático. Ha aglutinado a diversos colectivos ciudadanos con distintos lemas, como el de la manifestación del 15 de mayo: «No somos marionetas en manos de políticos y banqueros» o «Democracia real ¡YA! No somos mercancía en manos de políticos y banqueros».

Por otro lado el Occupy Wall Street es una rama de la acción de protesta Movimiento 15-O, que desde el 17 de septiembre de 2011 ha mantenido ocupado el Zuccotti Park de Lower Manhattan en la Ciudad de Nueva York, Estados Unidos. Esta concentración de protesta se dirige contra el poder omnímodo de las empresas y las evasiones fiscales sistemáticas del 1% más rico y está inspirada en las protestas en España de 2011 que surgieron con el Movimiento 15-M. Los iniciadores expresaron el deseo de que la ocupación dure “algunos meses”. El 27 de septiembre hubo protestas en 52 ciudades, entre ellas Boston, San Francisco, Los Ángeles, Portland y Chicago.

Links:

Blog Nicholas Mirzoeff
Blog Movimiento 15M
Blog Occupy Wall Street

Berta Ares Yáñez

Periodista e investigadora cultural. Doctora en Humanidades. Alma Mater: Universidad Pompeu Fabra.

4 Comentarios

  1. Ojalá estos movimientos de recuperación de la política en manos del pueblo cada vez adquieran mayor protagonismo y la reivindicación de lo público. No soy optimista, cada vez lo veo todo más negro. Vivimos en «una extraña dictadura» o una especie de nuevo neocolonialismo, con base en la deuda. En nombre de la competitividad, el poder deja de lado la atención de sus ciudadanos y quiere que éstos muerdan este anzuelo y que cada uno instaure en su alma una oficina bancaria . Pero como dice el maestro Josep Fontana (¿para cúando una entrevista?), lo único que no se puede hacer es entregarse a la resignación. Un fuerte saludo.

  2. Rubén, romper con la inercia individualista y consumista en la que hemos crecido y en la que nos hemos educado, y comenzar a adquirir una conciencia colectiva, responsable ¡y global!, no es poco. Me parece a mí. Pero claro, tampoco es suficiente. Sobre todo en ese contexto que tu apuntas. Vamos a ver…
    ¡Josep Fontana! Pues me encantaría. Comenzaré leyendo su Historia del mundo desde el 45. Un abrazo.

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