Tormenta transparente. Javier Lostalé
Calambur (Madrid, 2010)
El inicio de la andadura poética de Javier Lostalé (Madrid, 1942) data de 1971, cuando se publicó Espejo del amor y de la muerte, una antologÃa prologada por Vicente Aleixandre y que reunÃa a poetas como Luis Antonio de Villena, Eduardo Calvo o Luis Alberto de Cuenca. En 2002, 31 años después, Calambur publicaba La rosa inclinada, su poesÃa hasta ese momento. Ahora esta misma editorial – con un catálogo magnÃfico, con gente como Juan Carlos Mestre, Miralles Sall o Jesús Hilario Tundidor - vuelve a respaldar al que fuera periodista de RNE y le publica Tormenta transparente – culminación de su obra para muchos – cuyo tema medular es el amor. Pero maticemos esto y vayamos al grano.
El tÃtulo puede ser una buena puerta de entrada: la tormenta equivale al amor y va acompañado del adjetivo transparente porque no acaba de desatarse, porque la pasión amorosa no deviene en consumación. Estamos, pues, ante un libro de deseo y anhelo. Esto es lo importante, dicho de manera muy sucinta, del tema del poemario. Quiero explayarme más – pues es donde más difiero – en cuestiones formales. La poesÃa de Lostalé gira sobre dos ejes: la emoción y el cuidado exterior del poema, en un intento de conjugar ética y estética. Y lo consigue. Otra cosa es que estemos de acuerdo con el trasfondo de sus poemas – que yo lo estoy - y con su forma de llevarlos a cabo – aquà no tanto -, pues son composiciones de tono indudablemente clasicista, arropadas por palabras poéticas (esto es, luz, tristeza, ausencia, cielo), algunas empleadas sin atisbo de novedad; otras, sin embargo, todo hay que decirlo, actualizadas y dotadas de nuevos significados o de un tratamiento especial. Los poemas, además, traen consigo una importante carga sensitiva – emocional y conceptual – muy potente, que dota al libro de un cierto hermetismo (ayudado también, dicho sea de paso, por el uso ocasional – por poner un ejemplo – del hipérbaton, quizás por cuestiones métricas, como se ve aquà : » Ciego sin sombras soy de ti/ permanente anunciación sin horizonte» o «Pausa triste en tu olvido soy/ para que eterno cante el atardecer«) pero que se puede salvar con paciencia en la lectura, volviendo varias veces al texto.
Éste se nos muestra como un libro coherente, sin disonancias, sin fisuras de ningún tipo, fiel a su – tácita – poética, de la que, como he dicho antes, se puede estar más o menos de acuerdo, se puede ser más o menos partidario. Un libro que no impresiona por la chispa de un poema sino por el entramado del conjunto. Comentaba Juan Cobos en otra reseña que él lo consideraba libro palimpsesto (por las huellas que atesoraba) y yo, en otra lÃnea y sin tener mucho que ver con la afirmación del escritor onubense, pero que me vale para decir la mÃa, lo valoro en términos de libro holÃstico, en tanto que la suma de todos los poemas no da como resultado el libro, sino que hay algo más que los conecta; quizá la ordenación o las relaciones con los epÃgrafes iniciales: lo desconozco.
En mi opinión, tan discutible como las otras, – y ya voy acabando -, los dos mayores aciertos de Lostalé han sido la configuración de un universo poético, pues ha conseguido ser inconfundible, y el haberse mantenido al margen de grupos y modas: por edad, se podÃa haber subido al carro de los novÃsimos, y por comodidad, a la experiencia; pero no lo hizo y ha trabajado sus versos a la sombra de otros escritores y se ha ganado a pulso su espacio y su público. Y además – esto es importantÃsimo – ha dado a conocer poetas y poemas a través de las ondas: un gesto loable en este mundillo donde abundan los egos y cada uno mira su ombligo.
Rafael Banegas Cordero
http://arsspoetica-rafa.blogspot.com