I
Hay una araña atrapada en una galerÃa de Londres. Una araña de tres metros de alto y algo más de nueve de diámetro, esculpida con detalle hasta el horror, tensa y espigada, como si acabara de despertar de una pesadilla arácnida y su nuevo mundo fueran las cuatro paredes y el techo blancos que la rodean. Parece que estuviera a punto de impulsarse con sus garras a través de los cristales de la galerÃa Hauser & Wirth, y fuera a trepar por la paredes de los edificios y saltar de pared a pared utilizando las redes de luces navideñas que cubren las calles paralelas a Savile Row.
II
Hace un par de dÃas, Julian Assange se entregó a las autoridades en una comisarÃa en Londres, terminando asà con una de las persecuciones menos emocionantes y más previsibles de la prensa actual. El escándalo en passant de los archivos de Afganistán e Iraq convirtió a Assange en un icono pop, lo más próximo a un Che Guevara moderno, un revolucionario en los tiempos de Twitter. La fulgurante construcción del personaje Assange ha sabido combinar en dosis exactas lo que se le pide a un héroe moderno: una pose madura e inconformista; un toque de romanticismo hacker y el beneplácito de un vago pero endémico sentido de la conspiración y la paranoia, extendido a través una densa red digital de verdades y bulos; red sobre la cual Assange y su organización poseerÃan la clave para saber qué es realidad y qué es pura invención.
Para enriquecer al personaje, se llega a especular con la posibilidad de que la CIA misma ponga fin a la vida de Assange y diera comienzo al mito, para regocijo secreto del conspiranoico, satisfecho ante el cierre lógico de sus razones paranoicas o, más apropiado, la completitud del grafo, metáfora que el propio Assange utilizaba en su manifiesto sobre la conspiración en 2006 [1].
La similitud de la trama con Matrix y los universos orwellianos resultan un poco defraudantes.
III
Al contrario que la otras arañas de Louise Bourgeois, como aquella que ocupaba la sala de Turbinas de la Tate Modern o la del Guggenheim, la envergadura y la altura de los ojos de la que está atrapada en Hauser & Wirth es mensurable, muy cercana a la altura de los mismos ojos del visitante, de ahà que el terror que infunde sea más próximo, más humano. En esos ojos de obsidiana uno cree ver como su propia imagen rebota en el interior del cuerpo del arácnido, infinitas veces repetido hasta llenar el cuerpo esférico y peludo del insecto y quedar atrapado indefinidamente.
En el vÃdeo precedente, Louise Bourgeois habla de una de las decisiones más importantes de su vida artÃstica: distanciarse del movimiento de sus “padres†surrealistas. “Because I objected to them, voluntarily†dice, y acto seguido baja la mirada como si de alguna manera sintiera vergüenza por tomar una decisión que, sin embargo, determinará y dará coherencia a su obra. Un gesto, los ojos agachados, que de alguna manera acepta esa sumisión, ese respeto previo a la resistencia a su autoridad artÃstica.
IV
Si la sensatez y la benevolencia de los servicios secretos mundiales a la hora de ponerse de acuerdo en no descerrajarle dos tiros a Assange en sus numerosas apariciones públicas desde que anda perseguido han venido dadas por el escándalo que supondrÃa liquidarlo sin más consideración moral, o a que su perfil polÃtico no es el de un Litvinenko desafiando a Putin, ni del disidente Georgi Markov agonizando en el puente de Londres, no lo sabremos hasta dentro de unos meses. Los cargos por los que se detiene a Julian Assange nada tienen que ver con Wikileaks, al menos no oficialmente y hay que tomar con pÃldoras a aquellos que aseguran que se trata de un complot orquestado por la CIA para desacreditar a Assange: se ponen en tela de juicio la transparencia de los sistemas judiciales de dos paÃses (el Reino Unido y Suecia, ambos entre los veinte primeros paÃses en transparencia polÃtica según los datos de Transparencia Internacional) y por tanto la soberanÃa de ambos estados; asà como las carreras y vidas de las dos denunciantes, capaces de convertirse en las personas más odiadas del planeta por algo asà como un despecho amoroso, razonamiento algo preocupante, según el cual se exculparÃa al Héroe de cualquier falta menor (la violación) merced del Bien ya hecho o por venir.
It is said that we live in a free society because we have a certain number of constitutionally guaranteed rights. But these are not as important as they seem. The degree of personal freedom that exists in a society is determined more by the economic and technological structure of the society than by its laws or its form of government. [2]
Sin embargo, para ganarse la legitimidad del proyecto ni Assange ni Wikileaks necesitaban de esto, de las cuidadas sesiones fotográficas con los reporteros del Guardian en las calles de Londres mientras la Interpol le pisa los talones, la confusa cháchara acerca de lo que es libertad de prensa y quiénes son sus garantes (inicialmente sólo se proporcionó el acceso a los cables a cinco periódicos, todos de una lÃnea editorial muy similar), ni la excusatio non petita, cuando asegura que Wikileaks necesita una cara, alguien que responda: un tótem o un mártir, según acontezca. No era necesario porque anteriormente a la caÃda en desgracia del hacker, Wikileaks ya habÃa sido reconocida por AmnistÃa Internacional con el premio “AI 2009 Media Award†[3] por la publicación de documentos en los que se detallaban ejecuciones extrajudiciales en Kenia. Wikileaks trataba de eso, de dar cabida a las filtraciones que la prensa tradicional no querÃa o no podÃa publicar: informes detallados sobre las torturas en Ãfrica, la censura en Tailandia, la corrupción en Centroamérica. Sin embargo, Wikileaks ha encontrado el diamante que sà pulirá la prensa tradicional, los cables – aburridos, sorprendentes, poco menos que la confirmación de chismorreos -, y que demuestra de qué pasta están hechas las agencias de noticias y los periódicos que ahora alzan la bandera de la libertad de prensa. La ignorada existencia de Wikileaks antes de los archivos de Iraq dan buena prueba de ello: ¿en qué momento un oficial de la policÃa mexicana se volvió hacia una página en internet para revelar la corrupción dentro de los cuerpos de seguridad? ¿Qué lleva a un funcionario keniata a sentirse más seguro mandando documentos a un desconocido a través de internet que al corresponsal de un periódico nacional o internacional?
AmnistÃa Internacional, en su página web, cuida de momento su posición en torno a un asunto que ha desatado la primera ciberguerra mundial. Mientras los servidores oficiales de Wikileaks van replicándose al tiempo que van desapareciendo de sus servicios de host tradicionales, un grupo de activistas han lanzado un ataque distribuido contra todos los organismos o empresas que han cortado su apoyo a Wikileaks, al nombre de Operation Payback, memento de los nombres con los que el gobierno norteamericano daba credibilidad a sus incursiones iraquÃes: asà como los canÃbales se comÃan los órganos de sus enemigos muertos para adquirir sus poderes, Anonymous absorbe miméticamente la terminologÃa militar y la técnica misma, y ataca a los servidores de Visa, Mastercard y otros tantos. Lo siguiente fue el atracón de terabits que recibieron una periodista [4] y un abogado [5] que pusieron en duda el quijotismo de Assange. Se produce otra vez, como dice el propio hacker, la completitud del grafo de las conspiraciones, las paradojas: un grupo que trata de garantizar la libertad de expresión interrumpe las comunicaciones de periodistas y abogados opuestos a su proceder.
V
La exposición de Hauser & Wirth ha capturado la araña de Louise Bourgeois y la utiliza como reclamo, como señuelo para una versión más Ãntima de la artista francesa y, por cierto, más interesante. “The Fabric Works†muestra una serie de estampados que la artista realizó durante sus últimos años de su vida. Los padres de la escultora, dueños de un taller de tapicerÃa en Francia, volcaron cierto sentido de la composición ornamental en la conciencia artÃstica de la escultora. En esta serie de grabados y estampados se puede apreciar una versión menos estridente de Bourgeois, menos agitada que en el vÃdeo de 1975. Los patchworks y revisiones sobre los tejidos acercan a la artista al oficio de tapicero y estudiados con cierta flexibilidad se puede observar un soplo a ready-made en alguno de ellos. Esta es la sala donde descansa una araña que trata de asemejarse desde la escayola a todo lo que pueda parecer un miedo, una realidad, desde la escayola.
Raúl Quirós
http://yoibaparaalgoenlavida.es
Enlaces
[1] http://www.thecommentfactory.com/exclusive-the-wikileaks-manifesto-by-Julian-Assange-3342
[2] Extracto del Manifesto de Unabomber – http://cyber.eserver.org/unabom.txt
[3] http://www.guardian.co.uk/media/2009/jun/03/amnesty-international-media-awards
[4] http://www.politico.com/news/stories/1210/46201.html
[5] http://www.informador.com.mx/internacional/2010/255199/6/hackers-vengan-a-assange-con-guerra-tecnologica.htm
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