Foto: Fundació Tàpies

Una mariposa vuela libre en la Tàpies

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Foto: Fundació Tàpies

Joseph Roth era una de las personas en quien más confiaba Stefan Zweig a la hora de recibir críticas estilísticas de sus escritos. En una de las cartas que el escritor galiciano le envía al vienés en 1934, le corrige:

“Pongo reparos a la palabra caprichoso aplicada a los chaparrones de abril, me resulta desagradable la primavera que deja tarjeta de visita, porque no solo es una primavera urbana, sino con modales, o sea que destruye usted la irrupción de lo elemental en lo urbano mediante las cualidades caprichosas de lo elemental”.

Me viene esta anécdota a la cabeza cuando tomo contacto con la nueva intervención que esta primavera de 2018 tiene lugar en la Fundació Tàpies a cargo de Daniel Steegmann Mangrané. El artista barcelonés afincado en Brasil ha colocado la crisálida de una bellísima Morpho heleonor, una mariposa de color azul brillante que abunda en zonas tropicales de América Central y del Sur, y que cuando esté lista, podrá volar libre por los 4.696 metros cuadrados de superficie de los espacios museísticos, donde la temperatura coincide con la tropical, entre 22 y 24 grados.

Una de las consecuencias que busca provocar esta acción es el desvío de la atención del visitante que se ve interrumpido por la aparición de la mariposa. Pero el artista también quiere provocar el encuentro entre dos mundos, a su entender, históricamente comprendidos como opuestos: naturaleza y cultura.

Hasta el 20 de mayo tiene el visitante de la Tàpies la posibilidad de encontrarse con este bello ejemplar de mariposa de 10 centímetros de tamaño, volando libremente por el museo. Amante del vuelo en áreas abiertas como ríos, caminos y  bosques, podrá aquí deslizarse por entre los dibujos y litografías que ahora reúnen la memoria personal de Antoni Tàpies en torno a su amada Teresa Barba, o posarse sobre el piano Bechstein situado en una de las salas mientras suena una de las piezas que los artistas Allora & Calzadilla incluyen entre su selección de obras dispuestas, o sobre su magnífico  Hope Hippo.

Foto: Fundació Tàpies

Pienso qué pensaría Roth. Aquí es la acción del artista la que provoca la irrupción de la naturaleza en uno de los iconos culturales del espacio urbano: el museo de arte. En él, un bello ejemplar de mariposa pasa a ser no solo animal, sino también obra y signo. Pero, ¿adónde apunta este signo? El artista no ofrece respuestas. El propio título de la exposición –‘— –‘- no da claves de comprensión. Parece seguir la estela –salvando las distancias- del artista y científico Carten Höller. Un arte que produce experiencias, pero no necesariamente ofrece respuestas. El visitante ha de enfrentarse a la pregunta y confrontarlo con su propia realidad.

Berta Ares Yáñez

Periodista e investigadora cultural. Doctora en Humanidades. Alma Mater: Universidad Pompeu Fabra.

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