Jan Assman | Foto cedida por la Editorial Fragmenta

Jan Assmann: «Oriente es parte de nuestro tiempo»

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Jan Assman | Foto cedida por la Editorial Fragmenta
Jan Assman | Foto cedida por la Editorial Fragmenta

“Las culturas” sostiene Jan Assmann, “hacen a los hombres más diferentes de lo que son por naturaleza”. No es una afirmación gratuita la de este historiador alemán, catedrático de egiptología, doctor honoris causa por las Universidades de Münster, Yale y Jerusalén, premio Max Planck a la Investigación y miembro del selecto círculo de Eranos.

No es gratuita porque la religión forma parte de las más antiguas e importantes técnicas culturales de traducción, es decir, de producción de comprensión mutua. Y algo se rompe cuando brota el monoteísmo. Hasta entonces, las religiones antiguas se sustentaban en un concepto débil de verdad: todos los dioses son verídicos a su manera. Las nuevas religiones reveladas pusieron término a este sistema. Se consideraban las detentadoras de una verdad. En este libro, Assmann desmonta de un plumazo la tesis de René Girard según la cual la religión es el antídoto más eficaz contra todas las formas de violencia humana. “La alianza entre la fe y la violencia” explica, “se remonta al Antiguo Testamento, en el que se describe de manera totalmente glorificante un gran número de actos de violencia motivados por la religión. Y la dinamita semántica que se esconde en los textos sagrados de las religiones monoteístas se inflama en manos de los fundamentalistas”.

Converso con él una mañana de diciembre. Viene a Barcelona con motivo de la presentación de su libro Violencia y monoteísmo que edita la ya imprescindible Fragmenta Editorial. Con prólogo de Lluis Duch y traducción de Mayka Lahoz. El libro presenta un trabajo tan interesante como innovador en su planteamiento, realizado a través de distintas disciplinas de las ciencias humanísticas para hilar un discurso sabio y potente. Hablamos de su libro, pero también del imaginario europeo heredado del antiguo egipcio, y de la muerte como centro y origen de la cultura.

¿Qué tesis defiende en su libro Violencia y monoteísmo?

Editorial Fragmenta
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Este libro trata sobre cómo se produce la transición de una antigua religión hacia una nueva religión. Y en él me pregunto por qué la nueva religión realiza un trabajo de memoria de su propia victoria de forma tan violenta, por qué los textos bíblicos describen la fundación y la victoria de la religión monoteísta con imágenes tan violentas. Fijémonos, por ejemplo, en la violencia que hay detrás de la historia del becerro de oro o en la historia de Pinjas. Hay que tener en cuenta que hablamos de historias, de narraciones muy influyentes. Desde luego no tomo estas narraciones como Historia, sino como Memoria. Creo que el Libro del Génesis y el Libro del Éxodo fueron escritos ambos en su mayor parte en el siglo VI a.C., mitad en el exilio, y tras el exilio durante la fundación del Segundo Templo. Es decir, esta literatura emerge y es codificada en base a anteriores tradiciones, y se le dio forma secuencial de libros, quizá en el siglo V a.C. Así pues, lo que hicieron fue codificar en base a la memoria y una vez estas narraciones tomadas de la memoria se escribieron, se llevaron a la acción política.

 Ojo avizor. En su libro sostiene Assmann que al judaísmo se le puede considerar responsable de su relación con la Biblia hebraica pero no de su origen. Muy al contrario, según este historiador, la práctica exegética judía exploró muy pronto horizontes de interpretación humanizantes, que condujeron a neutralizar su semántica explosiva. Pero el lenguaje de la violencia que encontramos en los escritos sagrados de los judíos, cristianos y musulmanes, así como otras numerosas religiones fundadas en un concepto exclusivo de verdad –explica-, es un fenómeno que requiere ser comprendido más allá de toda crítica y polémica, y eso tanto más cuanto que el mundo de hoy en día conoce una explosión de violencia religiosa sin precedente que parece no haber sido prevista por nadie.

Por situarnos en la acción. Hablamos del retorno a Sion tras la cautividad de Babilonia y la reconstrucción de Jerusalén, que es cuando tiene lugar esa conversión al monoteísmo.
Creo que no hay ninguna razón para dudar de la historicidad de los libros 1 y 2 de los Macabeos; por supuesto, están muy elaborados, pero no hay duda de que los Macabeos lucharon en una guerra civil contra judíos helenizados, llevando los textos de las escrituras a la acción política. Judíos contra judíos. Porque los judíos helenizantes, paganos, no cumplían con los preceptos del pacto, y sin embargo también eran miembros de la alianza. Así que el verdadero enemigo fue el judío infiel. El que rompe el pacto es el verdadero enemigo. Esto sigue sucediendo hoy en día, donde algunos islamistas llevan el Corán a una práctica violenta.

Detrás de la violencia hay una cuestión de Fidelidad al pacto…
Oseas y Amós citan “el Dios del Éxodo que nos libera de Egipto, Él quiere nuestra lealtad y fidelidad exclusiva”. Está claro que el Éxodo se aleja mucho del Génesis. En el Éxodo no hay mucha creación, es la liberación lo que cuenta, y Dios es el socio (partner) de la liberación, y “si no lo hemos adorado ahora tenemos que soportar las consecuencias de nuestro pecado”.

En qué memoria se basa esta transición del paganismo al monoteísmo.
Esta transición del paganismo al monoteísmo se formó mediante el Libro del Éxodo, tomando en consideración la idea de emigración y liberación de Egipto y no la de la creación del Libro del Génesis. Creo que originalmente el Libro del Génesis y el del Éxodo son dos versiones independientes de esta nueva religión monoteísta y del origen de Israel.
En el del Génesis este pacto tiene lugar entre Dios y Abraham, el patriarca, la familia; en el del Éxodo es el pacto entre Dios y el pueblo. En el Génesis se trata de un pacto muy tranquilo, sin más ley que la circuncisión; el pacto implica sólo bendición, no hay maldición, así que detrás no está esa idea de «si rompes el pacto puedes ser destruido” ¡No hay nada de esto en el libro del Génesis! El libro del Éxodo es totalmente diferente, aquí el pacto implica tanto la bendición como la maldición.
Creo que estos dos conceptos del origen de Israel y del pacto no son historia, en el sentido de que primero se sucede uno y luego el otro; sino que ambos son interpretaciones alternativas de la transición del paganismo al monoteísmo.

Qué más diferencias encuentra entre Génesis y Éxodo.
La interpretación en el Génesis es más inclusiva, la familia de Abraham vive como extranjera (gerim) en la tierra de Canaán, pero eran muy respetados, y no conquistan la tierra, sino que pagan por ella; Abraham compra la Cueva de la Machpelah (lo que actualmente se conoce como la Tumba de los patriarcas) por cuatrocientos shekels, y tienen relaciones pacíficas con los habitantes. Mientras que en el Éxodo, en la narración se exhorta a que los habitantes tienen que ser expulsados y destruidos, ¡es muy exclusivista! Por otro lado, la decodificación de los sacerdotes combinó estas dos tradiciones, y las dotó de una línea cronológica, donde se sucedían primero una y luego otra. De cualquier manera, la idea principal aquí es la transición, la transición de ninguna religión hacia una religión.

Su análisis se realiza desde el plano de la memoria cultural.
Estamos hablando de literatura, de la codificación y recepción de estas historias recogidas en el Antiguo Testamento, no de Historia. Podría haber existido un Moisés, naturalmente, pero personalmente no estoy seguro. Resulta extraño que se haya inventado un nombre egipcio, como el extraño hecho de que se case con una mujer madianita. Si pensáramos en la historia de Moisés desde un punto de vista de ficción literaria, no esperaríamos que el héroe de la ficción tuviera un nombre egipcio y que su esposa fuera una madianita, no encaja en la semántica del siglo VI. Así que estp puede indicar que hay algún tipo de meollo histórico, puede ser que haya algún tipo de verdad; pero según informa la Biblia le acompañaban seiscientos mil hombres armados, llegando a ser tres millones de personas si contamos las familias. ¡Más que los habitantes de Egipto!

Habla de literatura, no de ficción.
Soy cauto cuando empleo el término ficción, porque son ficciones que no funcionan como tales, sino como historia real, entonces ya es algo más. Por supuesto, el libro del Éxodo es ficción, y la revelación en el Sinaí es ficción, pero yo no lo calificaría de ficción porque tiene tanta influencia… ¡Es tan real! No en un sentido histórico, sino en un sentido performativo. La historia del Éxodo nunca se ha recibido como ficción y eso tiene una influencia inmensa, no sólo para los judíos, sino también para los cristianos, los puritanos… Mi esposa, Aleida Assmann, profesora de literatura en la Universidad de Konstanz, ha publicado numerosos libros sobre la memoria y la historia comprendida ésta en un sentido performativo, y cómo lidiar con el pasado. Dice que para saber acerca de la historia, no basta con conocer los detalles sino convertirlo en una narrativa que realmente determina nuestros comportamientos, la moral y las interpretaciones de la Historia. Estos mitos en los que y para los que vivimos tienen un inmenso poder para guiarnos, nos orientan, y ya no es una ficción o mito en el sentido de invención, sino mito en el sentido de fundación, de fundación semántica de la realidad.

¿Por qué tomamos la religión de Moisés y no la de Akhenatón como primer monoteísmo?
Akhenatón fue el primer reformador religioso que tuvo el valor de destruir la religión tradicional con el fin de instalar un nuevo culto a un solo Dios sol. Desde entonces, sólo un sol, sólo un Dios. Pero esto no es monoteísmo real, sino cosmología, esta idea era que todo viene del sol, el sol es luz, calienta, nutre, ilumina el mundo y con el movimiento crea el tiempo en el que todo crece. Akhenatón se vio capaz de explicar todo a través del funcionamiento del sol, por lo que los otros dioses se hicieron superfluos. La de Akhenatón es una teología cosmológica.
El monoteísmo bíblico se basa en la idea de pacto, de una relación personal entre Dios y la gente. Esta idea no se encuentra en Akhenaton, no hay pacto entre el pueblo y el Sol, el Dios. Por otro lado, por supuesto, no convirtió a toda la población de Egipto a su nueva religión. Fue más bien idea de una pequeña élite, de un pequeño grupo en la corte, y luego un grupo ilustrado de intelectuales que influyeron en el rey para llevar a cabo este reforma. Pero no se tuvo en cuenta a la población, que sufrió mucho porque no aceptaban la erradicación de sus dioses. Sufrieron y esperaban la muerte de Akhenatón para volver a sus dioses.

Esta teología cósmica, ¿es un tipo de paganismo?
En lugar de paganismo hablo de cosmoteísmo, concepto relacionado con la adoración de una deidad o deidades cuya cooperación mantiene el mundo. Y esta idea de cooperación cósmica se basa en la idea del tiempo cíclico. Porque todo depende de la posibilidad de volver al origen. Según la idea cósmica el sol se levanta por la mañana, luego viene la noche y se suceden los años, y se ve el Cosmos como una constante regeneración; y este es el modelo que se aplica a una sociedad, a los hombres, al individuo: todo tiene la oportunidad de empezar de nuevo.

El tiempo cíclico significa regeneración.
Así es, el tiempo cíclico significa regeneración, mientras que el lineal significa decadencia. Y esta tendencia lineal hacia la disolución se revierte en la idea del tiempo mítico y promesa: la Tierra Prometida y la bendición para la Historia. Así, estas promesas que pertenecen a la idea de pacto, convierten el tiempo en lineal, histórico. El pacto es un mito, por supuesto, pero no se entiende como tal, sino como acontecimiento histórico del pasado, un tiempo que podemos calcular, desde antaño hasta nuestro presente. Y se entiende que cuando el pacto se rompe, se producen catástrofes como el exilio de Babilonia. Pero el pacto siempre puede ser reformado, y retomar la historia de dicha. Y, por supuesto la última etapa de la religión israelita conlleva la idea del mesianismo, de fin de los tiempos. Es también una idea lineal: el fin de los tiempos traerá la redención y la salvación de un mundo debido.

En su libro Death and Salvation escribió que “la muerte es el origen y centro de la cultura”, y lo ilustra tomando la cultura del antiguo Egipto como ejemplo. ¿De qué manera la muerte está presente en la cultura judía?
La muerte tiene una influencia muy grande en la cultura del antiguo Egipto, porque todo estaba centrado en la idea de cómo sobrevivirla. Sin embargo, yo no diría que la muerte está en el origen de la cultura hebrea, en la que lo que realmente importa es vivir una vida en la Tierra conforme a la alianza y la ley. El pueblo, no el individuo, sino el pueblo permanece en la Tierra, sobreviviendo a su aniquilación. Esta es la idea según la cual el pueblo elegido no sería ni destruido ni disperso, y disfrutaría en la Tierra de las bendiciones del Señor. Así que esta idea de continuidad se refiere al colectivo, al pueblo, y se extiende en una secuencia de generaciones, en el transcurso del tiempo, y en los siglos por venir. Mientras que en Egipto, la idea de continuidad, en el sentido de sobrevivir a la muerte, es una cuestión individual, es la vida del individuo en el más allá, en el otro mundo. El sentido de la muerte en Egipto e Israel se opone diametralmente, así como otras muchas cosas también diametralmente opuestas.

¿Y en el cristianismo?
Por su parte, el cristianismo heredó, de alguna manera, no la idea hebrea, sino esa idea egipcia de supervivencia individual a la muerte. Por supuesto, el término cristiano para esta cuestión es la redención, la salvación. Pero esa idea según la cual los hombres tienen una oportunidad de salvarse, de ser redimidos de la muerte, esa idea es egipcia. Ya en el mundo antiguo, antes de la llegada del cristianismo, esta idea fue tomada por los griegos, por Platón, por ejemplo.

Acerquémonos a Europa. ¿Qué encontramos hoy en nuestra cultura del conocimiento que mamaron de Egipto judíos y griegos?
Por supuesto, hay una cierta tradición de conocimiento, adquirida mediante la lectura de los jeroglíficos. Pero hay una tradición mucho más fuerte que es la de la imaginación. La imaginación recibida de los antiguos egipcios a través de dos tradiciones: la bíblica y la griega. En la tradición bíblica, Egipto es visto como una casa de servidumbre, esclavitud, una imagen muy oscura. No en el libro del Génesis, donde se ve que Joseph hace brillante carrera en Egipto, sino en el libro del Éxodo, donde Egipto aparece como un lugar de esclavitud y opresión, forjando un concepto oscuro de Egipto aún muy influyente. Sólo hay que ver cómo el líder árabe Mubarak ha sido llamado faraón, como signo de opresión.
¡Y los griegos admiraban Egipto…! Por supuesto por su antigüedad, pero también por sus misterios. Los griegos sostenían la idea de que los egipcios utilizaban sistemas diferentes de escritura, un sistema para comunicarse, y otro sistema, la criptografía, para transmitir secretos. Y entendieron que si utilizaban dos lenguajes, bien podrían hacer valer dos religiones: una politeísta, popular y exotérica, y otra esotérica, misteriosa, sólo para los iniciados, para unos pocos afortunados.
El culto egipcio se centra en el secreto, es decir, el secreto y lo sagrado van de la mano, pero esto no es religión especial, sino lo normal en el pensamiento egipcio… Pero los griegos sostenían la idea de que los egipcios mantenían en secreto conocimiento, incluso conocimiento original sobre cómo se ha creado el mundo, y que este conocimiento les permitía hacer magia. Toda esta idea de magia, secreto, misterio, y antigüedad era una verdadera fascinación para los griegos y todo Occidente.

Su especialidad de hecho son los himnos egipcios.
Empecé hace más de 55 años con mi tesis doctoral sobre himnos egipcios y descubrí que ¡hay cientos de ellos! Está claro que lograron un gran desarrollo en pensamiento teológico, tendente hacia la idea de unicidad (oneness). Pude dibujar una línea entre los himnos egipcios y la teología egipcia tras la revolución de Amenhotep, que desarrolló una nueva teología en la que se trataba de mantener la idea de unidad.

¿Podría producirse una vuelta al paganismo?
No es posible una vuelta al paganismo en el sentido de que el Cosmos está radicalmente desencantado. Pero tampoco lo queremos, porque el cosmoteísmo también significa la inmanencia del Dios cosmos sobre, por ejemplo, los que detentan la soberanía política. Es decir, ¡la clase política sería al mismo tiempo representante de la Divinidad! Esta inmanencia de lo divino en los gobernantes políticos es una idea pagana: todo sobrevive en la política. Y este tipo de teología política ha estado muy presente entre nosotros hasta el siglo XIX.

¿Quizá esa inmanencia ha pasado al capital?
Sí, por supuesto. Si tiene un sentido sagrado y es donde se invierte el pensamiento y el corazón, es paganismo.

¿Y a la tecnología?
Sí, creo que creemos en la tecnología como la redención del mundo. (Ríe)

Una última pregunta, ¿cómo describe usted la época que vivimos tomando en consideración tiempo y lugar?, ¿cuál es el cronotopo de la globalización?
Estamos viviendo momentos muy diferentes en Occidente y en Oriente. Nunca deberíamos olvidar que Europa no lo es todo. Nuestro tiempo occidental es muy materialista, tecnológico y muy orientado a la economía, y hemos perdido muchas de las dimensiones espirituales que son importantes para el mundo oriental. Pero este Oriente es parte de nuestro tiempo, así que tendríamos que estar más abiertos a lo que está pasando allí, a lo que está sucediendo con otras formas del Islam mucho más importantes. Ahora sólo nos centramos en el islamismo como movimiento político, pero esto es política pequeña. Incluso me atrevería a decir que el llamado Estado Islámico no tiene nada que ver con el Islam, que no saben qué es el Islam. Son hombres jóvenes simplemente violentos, felices de tener todo ese dinero… Y efectivamente, vivimos en la época de la globalización, por tanto nos estamos moviendo hacia un cronotopo global. Aún no hemos llegado a él, pero ya deberíamos trabajar para proyectar un sistema global que por supuesto nunca tendrá una religión común, pero que podría derivar en un sistema común de reconocimiento, respeto y no violencia. ¡Insha’Allah!

Berta Ares Yáñez

Periodista e investigadora cultural. Doctora en Humanidades. Alma Mater: Universidad Pompeu Fabra.

5 Comentarios

  1. Hola
    Como siempre, un diálogo muy sugerente. Tuve el libro en las manos y, al final, lo dejé sobre la estantería otra vez. Pero ahora, tras esta lectura, me apetece mucho leerlo.
    Saludos.

  2. Gracias Rubén, ya te echaba en falta por aquí. El libro es muy interesante. Merece la pena. Jan Assmann hila un trabajo soberbio. B.

  3. ¿Contradicción? Me llama la atención que el famoso egiptólogo, que descifra el motivo de las dependencias religiosas, su efecto en el individuo y en la sociedad y el conflicto de la supuesta verdad única… llame a su esposa con su propio apellido y no el de su familia originaria, Bornkamm.

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