Contra la literatura de la indignación, por Marina Sanmartín

Esta de moda leer a autores cabreados con el sistema, como si recorrer las palabras que expresan su enfado nos concediera una especie de bula papal que eximiese a nuestras conciencias del remordimiento por no rebelarnos de verdad. Cuánto más fuertes son los títulos, más breves los textos y más bajos los precios, mejor; más tienen las ediciones de insultos desbocados en la barra de un bareto sin licencia.

Esta de moda que los ancianos de la tribu, como Hessel y Sampedro, que sí han vivido y han participado físicamente de la batalla, actúen como impulsores de la sobremesa de los progres más jóvenes, que así se sienten más comprometidos y concienciados. No creo que fuera esa su intención e imagino que, en silencio, con una media sonrisa, se avergüenzan de nosotros.

Me enfado.

La subversión no debería quedar atrapada en la literatura, no es el mosquito en el ámbar de Parque Jurásico. La subversión no es prehistórica, es injusto que se retire a las urnas de cristal de los museos o se derive hacia debates inocuos que no influirán en las decisiones sobre las que se empeñan en discutir: de nada servirán las barreras a Internet ni eternizarse en la contemplación de los países que se hunden y nos recuerdan que esta vez tampoco hemos sido nosotros, aunque –para qué nos vamos a engañar- es probable que nuestra capitulación se halle a la vuelta de la esquina. El debate no es ese.

No hay que hablar del sistema, hay que hablar de nosotros: los responsables de la abstracción y de la permisividad y la indiferencia. Somos nosotros los que hemos llegado hasta aquí. Nadie más es culpable, nadie nos puso una pistola en la cabeza; la culpa es nuestra si permitimos que nos hagan trampas: nos parecemos a jugadores desinteresados de parchís, que se dejan matar mientras se quejan de su mala suerte.

Leo en La tierra permanece que los intelectuales no son buenos líderes a la hora de conducir efectivamente al pueblo. La antigüedad habla por sí sola.

¿A qué estamos jugando?

Las arengas se leen en las plazas de las ciudades que se hunden en la guerra, no a la luz de la lámpara de Ikea que ocupa nuestra mesita de noche y proyecta la sombra del despertador.

… y lo peor es que este post, después de todo lo que dice, se convierte en sí mismo en una contradicción.

Un amigo al que aprecio, la otra tarde, puso en su estado de Facebook: “¡A las barricadas!”; la forma de hacerle caso es facilitar a las librerías de humanidades la consecución de su presupuesto.

Marina Sanmartín
La Fallera Cósmica

Pequeña bibliografía de la indignación

.COMITÉ INVISIBLE. La insurrección que viene (Melusina, Junio 2009)

.HESSEL, S. ¡Indignaos! (Destino, Febrero 2011)

.MAYOR ZARAGOZA, FEDERICO. Delito de silencio (Comanegra, Marzo 2011)

.ECO, CARLOS. Indígnese (Ediart-Pena Veiras,  Marzo 2011)

.ASKENAZY y COUTROT. Manifiesto de economistas aterrados (Barataria, Marzo 2011)

.VV. AA. Reacciona (Aguilar, Abril 2011)

Marina Sanmartín

Marina Sanmartín (Valencia, 1977), periodista, escritora y librera, es "La fallera cósmica", premio RdL a Mejor Blog Nacional de Creación Literaria. Actualmente trabaja en su primera novela, "El principio del desierto", tras la publicación del libro de relatos "La vida después", editado por Baile del Sol.

8 Comentarios

  1. Tienes toda la razón, Marina. Aquí estamos mirando la constucción del muro que nos aprisiona, nos va sacando derechos que nuestros antepasados defendieron con sus sabañones y sus hambrunas. Pero somos una sociedad satisfecha, bien alimentada que no sabe de verdadero dolor ni sacrificio. De todas formas siempre queda la esperanza de ver una pequeña tormenta convertida en un destructor tornado.

  2. qué hay de malo con indignaos? quiero decir, qué hay de malo en leerlo? es que no es un problema real la sociedad del consumo? creo que tu crítica es un pelín categórica. no deberíamos ceñir tanto el cerco. por supuesto que el problema está en nosotros, sin duda, pero creo que todo lo que sucede a nuestro alrededor nos afecta y es bueno que alguien avise, que alguien dija ¡ojo! a ver, este libro se lee en una sesión de wc, no es la biblia de nada, pero tiene más valor del que tú le estás dando, un poquito más por lo menos. de todos modos gracias por compartir tu crítica con nosotros. acabo de descubrir una gran revista.

  3. Hola Miquel, yo al libro le doy todo el valor, creo que me explico mal, admiro a Hessel porque en cada periodo de su vida ha hecho lo que tenía que hacer, ha «actuado»… y ahora nos incita a actuar. El problema no está en él, sino en el efecto de su ensayo, que seguro que no ha sido el que él esperaba. Lo leemos y ya está, pero no reaccionamos… Gracias a los dos por acercaros hasta aquí.

    Morgana, un abrazo!!!

    Marina

  4. claro; corre el riesgo de convertirse en uno de esos aforismos que cuelgan de miles de facebooks repletos de autoayuda, que en el fondo sólo logra aumentar aún más el índice de autocomplacencia, y nos quedamos sentados, orgullosos de nosotros mismos porque sabemos que tenemos que vivir el momento.
    lo que está claro es que tenemos que reaccionar ante esta pesada montaña de mierda que nos ha caído encima, incluida la literatura de la autoayuda. depende de cada uno.

  5. Decir que cada uno de nuestros actos, aptitudes individuales nos ha hecho llegar donde estamos es igual de simplista que decir que la situación que vivimos actual la ha provocado el sistema o la sociedad. La cuestión es que es algo complejo y grande. Supongo que debemos mirarnos a nuestro ombligo y también como funcionamos nosotros dentro del sistema. Y las contradicciones nos abruman cuando hablamos así…

    un saludo Marina!

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