Alberto Barrera Tyszka (Caracas, 1960) ejecuta en CrÃmenes (Anagrama) una suerte de combinado narrativo cuyos diez ingredientes (los cuentos que conforman el volumen), según Jorge Herralde, su editor, «están unidos por un hilo subterráneo de color rojo: el de la violencia, la trangresión y la sangre, sin olvidar el caracter ominoso de su literatura».
En efecto, no se trata de una antologÃa al azar, sino que las piezas se unen para ofrecer una poliédrica visión sobre las diferentes formas de la violencia, siempre bajo la experiencia vital de su creador.
En un encuentro con la prensa celebrado en Barcelona, Barrera Tyszka ha defendido el cuento («un género trÃstemente olvidado», tópico que ha desmontado Herralde, afirmando que «el castigo no es por parte de los editores, sino de los lectores»), como «parte de la lógica latinoamericana donde se ha cultivado de manera habitual, con autores entregados a la narración corta, como Borges, Monterroso, Arriola o Quiroga, además de los referentes que, como decÃa Roberto Bolaño, son las dos puntas del género y que más me han influenciado: Chéjov y Carver».
El autor de la exitosa novela La enfermedad (Premio Herralde de Novela 2006), se planteó estos cuentos «con una unidad que no querÃa que fuera evidente. Creo que la violencia en América latina está cargada de estereotipos que se pueden saltar, haciéndola aparecer detrás de lo ordinario. Quise evitar los lugares comunes de la violencia mediática, lo que aparece en la prensa, porque también tenemos historias Ãntimas y cerradas que no pertenecen a la Historia».
La forma de estos cuentos le llevó al autor a «entregarlos con un final abierto, querÃa que las historias quedaran rebotando en el lector». Para conseguir que el efecto resultara más cercano, «me preocupó la búsqueda del tono, ya que querÃa evitar uno que fuera excesivamente melodramático. Una técnica eficaz para encontrar la forma y el tono es subrayar los adjetivos, a los que les tengo mucha manÃa, y hacer una lectura sin ellos. Lo literario, sin duda, está en los adjetivos bien utilizados».
Haciendo lo posible para que su obra no resultara demasiado polÃtica (Barrera Tyszka tiene una columna dominical en El Nacional contraria al gobierno venezolano), «intenté evitarlo para centrarme en temas más Ãntimos, aunque resultó inevitable en cuentos como «Balas perdidas», sobre lo que sucede cuando en una marcha de manifestantes cae un herido y nadie sabe a qué bando pertenece, o «La correspondencia ajena» sobre un taller literario en la cárcel. Al final, la literatura acaba no convirtiéndose en literatura».
En cuanto a la violencia, presente en su tierra, afirmó que «el año pasado, en Venezuela, se cometieron 13.800 crÃmenes, cifra superior a la que se produjo en México, todo y que lo que acontece en México es mucho más mediático debido al narcotráfico. Es algo que está muy presente en las calles. Sin embargo, hay una libertad de expresión que no se da en otros paÃses más incómodos con sus dictaduras. Más que control sobre las opiniones, hay un control sobre los medios contrarios al gobierno, provocando el cierre».
Hubo también espacio para hablar del sector del libro en Venezuela y de la escasez de autores publicados en España, algo que están subsanando editoriales como Candaya o Anagrama. En palabras de Barrera Tyszka, «el cambio financiero provocó un aislamiento literario en cuanto a la importación de libros, hasta el punto de que algunos editores y libreros llegan a viajar a Barcelona para comprar pequeñas cantidades de ejemplares. Debido a eso, hubo un «boom» de autores venezolanos, ya que mayoritariamente se publicaban a los de autores del paÃs, lo que , ahora, facilita que «salten» a otros paÃses y se den a conocer. Pero la industria, como tal, está muy mal. Es el problema del Estado que quiere producirlo todo. El gobierno compró una imprenta alemana que tiene la capacidad de imprimir tiradas de tres obras al dÃa, pero son libros que para nada interesan a la población. Con Chávez el acceso a los libros va a ser cada dÃa más problemático, se está impidiendo que los proyectos sean plurales, aún con ideas interesantes que permiten acceder a libros a precios económicos, como la Fundación gubernamental «El Perro y la Rana»».
José A. Muñoz
Muy bueno