El dolor y la incertidumbre se traducen en barreras que los personajes alzan entre sÃ, frente al afecto de los demás: “Lo que cautiva en un hombre o una mujer puede ser algo tan vaporoso como un acento rumano o la curva serena de un párpado, un misterio con un aire ilÃcito†(Material). Sobre la página, se abordan movimientos hacia una intimidad que se retrasa deliberadamente: “El perdón en las familiasâ€, leemos en la historia homónima, “es un misterio para mÃ, cómo llega o cómo perduraâ€. Ambivalentes acerca de sus propios placeres, estos relatos sugieren que lo que tienen que ofrecer no basta, pero es todo lo que hay. Su mayor desafÃo no consiste en reestructurar las crisis que nos asolan, sino la tarea más simple, no menos complicada, de sobrevivir a ellas.
“Todos los libros se agolpan en el local como un prodigioso torrente multicolorâ€, enuncia la autora canadiense Alice Munro (1931) en su apólogo Dime sà o no, “o un ancho rÃo, y me resulta tan imposible entender lo que hay en su interior como respirar debajo del aguaâ€. Un grito de reconocimiento cobra vida en la narración Viento de invierno, donde cada recuento destierra rencores enterrados. La visión compartida por los avatares articula una dialéctica que genera la ironÃa de la fábula La barca abandonada, que no se traduce en “nombres o personasâ€, sino en “alaridos, reflejos, audaces y pálidos, estridentes y escandalosos, y veloces como flechasâ€.
En la colección de cuentos Algo que querÃa contarte (1974; Lumen, 2021. Traducción de Eugenia Vázquez Nacarino) se intercalan crónicas de una sentimentalidad que comparte repudios del razonamiento. Se suceden los sÃmiles, se perpetúan los acontecimientos en monólogos melodramáticos en los que abundan percepciones del aislamiento. Con el don de para evocar intimidantes inversiones emocionales,  respuestas contradictorias a los diferentes destinatarios. Momentos extraordinarios se buscan a sà mismos en Marrakech, “como esos dibujos a tiza difuminados que [Dorothy] solÃa pintar en la pizarraâ€; una mente da paso a otra en La dama española, donde se desarrollan peripecias “fuera de control, vibrando, haciendo ruidosâ€.
En Despedida, se privilegian los abusos de la ficción, los vacÃos de la inexperiencia: “Libros que no acaban de despegar. Cierta atmósfera del lugar los lastra, los contiene, los atenúaâ€. La respuesta a la amenaza de la creadora norteamericana no es el nihilismo de la sinrazón, sino la empatÃa de la clarividencia. Frente a las pérdidas de sentido de la mediana edad, las coreografÃas de El valle de Ottawa esbozan una mirada atemporal entre yuxtaposiciones tensas, oleadas de locuacidad que transmutan pensamientos incómodos, que “podrÃa continuar, incansablemente, empleando todas las habilidades que poseo, usando todos los trucos que conozco, y nada cambiarÃaâ€.
En la literatura de la Premio Nobel de 2013, el discurso es irrelevante si no se adentra “en las profundidades del marâ€, se advierte en el texto que da tÃtulo a la entrega, “a través de la inmensidad y el frÃo y los restos sumergidos, para descubrir ese algo único que desea encontrar de todo corazónâ€. Las relaciones crepitan con la réplica de una introspección de oscuros juicios, auto-escrutinios culpables a cargo de seres humanos cuyas inacciones se emplean, con microscópico afán, a expresiones llenas de posibilidad, en silencios que emocionan.