Bob Dylan | Foto cedida por Malpaso

Espíritu sobre las aguas

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Bob Dylan | Foto cedida por Malpaso

Aún resuena la polémica por el Nobel de Literatura que la Academia Sueca ha decidido conceder a Bob Dylan “por haber creado una nueva expresión poética dentro de la gran tradición americana de la canción”. Lo cierto es que ahora, gracias a la magnífica traducción de sus letras completas realizada por Miquel Izquierdo, José Moreno y Bernardo Domínguez Reyes, para la edición bilingüe que Malpaso presenta en casi 1.300 páginas, el lector puede detenerse en muchos de los juegos literarios (a veces sutiles, a veces de trazo grueso) que el de Minnesota ha ido realizando en una carrera indiscutiblemente incomparable.

La literatura del camaleónico Robert Zimmerman bebe, sobre todo, de la poesía (no es casualidad que su nombre artístico nazca como una suerte de homenaje a Dylan Thomas). Primero está la letra y luego, como él mismo ha explicado muchas veces, la melodía. Pero, más allá de si aplaudimos la concesión del máximo galardón literario a un cantautor o no, lo cierto es que hay múltiples resonancias (espirituales, casi siempre) en sus canciones que demasiadas veces han quedado silenciadas bajo el palimpsesto que toda creación estética arrastra. En su particular trayectoria, su paso del folk al rock (por el que le llamaron traidor) es casi una anécdota si lo comparamos con las referencias bíblicas de sus textos. Y ahí, una vez más, agua y cultura vuelven a encontrarse para hablar tanto del amor como de la búsqueda de una identidad voluntariamente independiente.

Malpaso

El caso más paradigmático es Spirit on the water, el segundo tema de Modern Times, el disco que publicó en febrero de 2006 y que entró, directamente, en el número 1 de las listas estadounidenses. En Espíritu sobre las aguas vemos esa constante alusión al “origen”, a través de un ambiente de jazz creado para narrar una historia de amor. Abre la canción así, con esa invocación al agua, a su mística, para sortear los abismos de una relación que supera todos los recovecos de la simple amistad. Y el poeta confiesa: “Tienes la llave de mi cerebro / He pisado el barro / Rezando a las fuerzas divinas”.

Dylan es capaz en Spirit on the water de envolverse en un lenguaje directo y, a la vez, introducir todas esas referencias casi ancestrales. Promete arrojar el amor “al hondo mar azul” cuando se siente “contra el muro”. Sin la unión total con la protagonista de Espíritu sobre las aguas no existe la posibilidad de un paraíso (una salvación) futuro. El agua, pues, es transición entre cielo y tierra, lugar de asombro y reunión. “¿Acaso importa el precio / que por ello he de pagar?”, se pregunta.

Hablando de literatura, el músico fue preguntado (¡en 1977!) por el Times Literary Supplement acerca de los libros que él consideraba el más infravalorado y el más sobrevalorado. La respuesta fue la misma en ambos casos:

-La Biblia.

En esa lectura personal e intensa de la Biblia (siempre desde su judaísmo de ida y vuelta) donde nace esa profunda relación entre agua y cultura. En Pedro 2:17 leemos algunos versículos que podrían estar firmados (disculpen la blasfemia) por el mismo Dylan en Modern Times: “Estos son manantiales sin agua, bruma impulsada por una tormenta, para quienes está reservada la oscuridad de las tinieblas”. Algo mucho más esperanzado (como algunas de sus canciones más luminosas) son los fragmentos de los Salmos 1:3: “Será como árbol plantado junto a corrientes de agua, que da su fruto a su tiempo, y su hoja no se marchita; en todo lo que hace, prospera.”. Incluso encontramos en el Apocalipsis 21:6 esa recóndita conexión entre agua y espíritu: “Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tiene sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida”.

Bob Dylan, después de días de silencio, aceptará el Nobel. Sin embargo es Patti Smith (que reivindica su enorme legado) quien acude a la ceremonia. Decide terminar su actuación (muy emocionada) ante la Academia Sueca con A Hard Rain’s a-Gonna Fall. Será atroz la lluvia pertenece al disco The Freewheelin, que el músico publicó en 1963. Aunque su letra se suele asociar con la crisis de los misiles de Cuba, no hay duda de que, entre otros guiños, hay una alusión directa al “fin de los tiempos” de las Sagradas Escrituras. El diluvio es un arquetipo universal (no solo aparece en la Biblia) que anuncia una nueva era para un “mundo envejecido”.

Esa lluvia atroz, ese espíritu sobre las aguas, ¿es huida o promesa de purificación? Toda la obra de Bob Dylan, y el ocultamiento de Robert Zimmerman, atraviese el mismo interrogante. La respuesta, una vez más, vuela con el viento.

Este artículo pertenece a Agua y Cultura, sección patrocinada por la Fundación Aquae.

Albert Lladó

Albert Lladó (Barcelona, 1980) es editor de Revista de Letras y escribe en La Vanguardia. Es autor, entre otros títulos, de 'Malpaís' y 'La travesía de las anguilas' (Galaxia Gutenberg, 2022 y 2020) y 'La mirada lúcida' (Anagrama, 2019).

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