Buried bebe de una corta pero intensa tradición cuyo punto culminante en el imaginario colectivo cinéfilo acaso sea Premature Burial, una de las célebres adaptaciones de relatos de Poe realizadas por Roger Corman en los 60. Respecto a los últimos años, cabrÃa citar la secuencia de Kill Bill en que la protagonista logra salir de la tumba tras ser enterrada viva (inspirada en realidad en una remota cinta de Lucio Fulci), asà como un capÃtulo de la serie CSI Las Vegas (“Grave Dangerâ€) escrito y dirigido por el mismo Tarantino. Nunca hasta ahora, no obstante, se habÃa alguien atrevido a imaginar una historia que ocurriera Ãntegramente en el interior de un ataúd. Buried hace de esta autoimpuesta limitación su mejor virtud, gracias a un solvente trabajo de guión y a la notable dirección de Rodrigo Cortés. El punto de partida es de un ascetismo radical, y la verdad es que a estas alturas resulta de lo más estimulante echarse a los ojos una pelÃcula de género fantástico en la que no haya escenas de acción ni efectos especiales. ¿O sà los hay? ¿Debemos considerarla, de hecho, una pelÃcula de género?
PermÃtanme que introduzca a bocajarro, a modo de respuesta tajante, una palabra clave, una palabra mágica: ELIPSIS. Hubo un tiempo en que la elipsis era considerada un recurso básico de la puesta en escena cinematográfica, la solución más efectiva y elegante para tratar ciertas situaciones que no debÃan o no podÃan ser mostradas en pantalla, ya fuera por criterios puramente expresivos, a causa de condicionantes materiales (técnicos y/o económicos) o por imposición moral o legal (censura). Buried recupera con convicción todo tipo de estrategias relacionadas con la elipsis, y aunque su propuesta no tiene mucho de nostálgica, sà que me parece detectar en ella cierto espÃritu combativo, como si, más allá del imperativo espacial dictado por la propia narración, sus responsables se deleitasen aludiendo en todo momento a un “más allá†visual que jamás contemplaremos. Buried es, entonces, una pelÃcula que transcurre en otro lado, un diálogo constante con un fuera de campo que hace exclusivo acto de presencia a través del sonido. Y en esta reivindicación de lo sonoro como elemento expresivo de primer nivel encontramos otra de las caracterÃsticas que la convierten en una rara avis de nuestra cartelera.
Ryan Reynolds en "Buried" (Imagen: WB/Lionsgate) “Ejercicio de estilo†y “tour de force†son dos expresiones más que manidas en el ámbito de la crÃtica cinematográfica, pero sin duda vienen muy al caso cuando uno se ocupa de un artefacto como Buried. Sin embargo, y a pesar de sus hallazgos estilÃsticos y de su pericia narrativa, he de reconocer que me interesa bastante más su estrategia de posicionamiento en el mercado cinematográfico de nuestros dÃas, en relación con su naturaleza hÃbrida en tanto que producto audiovisual o, más justamente, cultural. Porque Buried no deja de ser una obra de autor disfrazada de pelÃcula de género. O viceversa. Buried, en definitiva, ha sabido vender a un público amplio una propuesta conceptualmente arriesgada, casi experimental, haciéndola pasar por un estreno con potencial comercial, no limitado al circuito de salas en V.O., rodada además en inglés para favorecer su exportación. En este sentido, Rodrigo Cortés ha logrado lo que antes consiguieron, salvando enormes distancias y cada uno dentro de sus contextos socioeconómicos, cineastas como Hitchcock, los hermanos Coen, Johnnie To o de nuevo Corman y Tarantino. Y estarÃa bien alegrarse por ello.
Juan Vico
http://improntuario.blogspot.com