Chagall, poesía y color

Aviso a amantes del arte de Chagall. La gran retrospectiva dedicada a este poeta del color comienza a tener los días contados: puede verse hasta el día 20 de mayo. En Madrid, Museo Thyssen-Bornemisza y Fundación Caja Madrid (Sala de las Alhajas).

La gran retrospectiva dedicada a Chagall es una muestra espléndida, una visita obligada para los que amamos su poesía, sus colores, y su mundo extraordinario. Un universo que en palabras de Meret Meyer –vicepresidente del Comité Chagall y nieta del artista- “nos acoge nada más acercarnos a él, con independencia de cuáles sean nuestras raíces y nuestra cultura, y nos invita a descubrir sus visiones de lo imaginario, sean de tipo lírico, literario o plástico, hasta hacernos disfrutar de ellas, hasta implicarnos incluso en los contrastes de sentimientos”.

El poeta tumbado (Marc Chagall, 1915)

La muestra reúne más de 150 obras procedentes de colecciones e instituciones públicas y privadas de todo el mundo, gracias a la participación de más de una veintena de museos, entre ellos el MoMA y el Guggenheim de Nueva York, la Kunsthaus de Zürich, el Kunstmuseum de Berna, el Stedelijk Museum de Ámsterdam, el Tel Aviv Museum of Art, la Tate Modern de Londres, el Centre Georges Pompidou de París y numerosas colecciones de particulares.

El recorrido sigue un orden cronológico. La primera parte El camino de la poesía (Museo Thyssen-Bornemisza) transcurre desde los inicios de su obra en Rusia y sus primeros años en París hasta su exilio forzoso en Estados Unidos, incluyendo su experiencia en la Rusia revolucionaria y su regreso a Francia en 1920. La segunda parte, El gran juego del color, centra su atención en su evolución artística posterior a 1950, con los grandes asuntos que centraron el interés del artista en las últimas décadas como la Biblia o el Circo, su relación con los poetas contemporáneos y su producción escultórica y cerámica.

Es una exposición que embriaga, por la cantidad de obra expuesta y la fuerza cromática que desprende. El espectador se sitúa frente a frente con los recuerdos del poeta, que su inconsciente transforma, con sus motivos procedentes de su imaginario personal, de su país natal, de su mundo judío. Una obra que desafía el sentido común, con sus cabezas al revés, sus violines, abanicos, ramos de flores, los animales domésticos portadores de esperanza. Con temas que exalta a través de su pintura: el amor, el circo, su Vitebsk natal, la crucifixión, también la guerra y el exilio.

Como un bárbaro*

Allí donde se apretujan las casas retorcidas

allí donde se empina el camino del cementerio

allí donde corre un ancho río

allí es donde soñé mi vida

Un ángel vuela por el cielo en la noche

un blanco relámpago sobre los tejados

Me predice un larguísimo camino

va a gritar mi nombre por encima de las casas

Pueblo mío, canto siempre para ti

¿Te gustará este canto?

De mis pulmones surge una voz

llena de pena y de cansancio

Pinto siempre por ti

Flores, bosques, gentes y casas

Como un bárbaro coloreo tu rostro

Noche y día te bendigo

Citando a Jean-Louis Prat, comisario de la exposición, Chagall “vive en la encrucijada de varias culturas, pero articula su propia modernidad con los ecos de su vida personal” en un compromiso con la libertad y un fuerte deseo de independencia, que marca su arte desde el principio hasta el final, y lo marca también el sentido de la precariedad de la existencia, reflejo de su cultura judía.

El personal estilo de Chagall despierta la atención y provoca la extrañeza de sus contemporáneos, que saben que encarna un mundo poético que es inédito en la pintura. Chagall se lanza por los caminos de la poesía hacia un mundo sorprendente que transformó de modo radical la visión de la pintura de esta época, un mundo irreal, sobrenatural como lo califica su amigo el poeta Guillaume Apollinaire.

Rotsoge* (Guillaume Apollinaire, 1914)

Al pintor Chagall

Tu cara escarlata tu biplano transformable en hidroplano

tu casa redonda en la que nada un arenque ahumado

Me falta la clave de los párpados

Menos mal que hemos visto a Monsieur Panado

Y a ese respecto estamos tranquilos

Qué quieres mi querido Monsieur D.

90 ó 324 un hombre en el aire un ternero que mira a través del

                                                                                                            vientre de su madre

Busqué mucho tiempo por los caminos

Hay tantos ojos cerrados al borde de los caminos

El viento hace llorar los sauzales

Abre abre abre abre abre

Mira vamos mira

El viejo se lava los pies en la palangana

Una volta ho inteso dire Auch du lieber Gott

y me puse a llorar al recordar nuestras infancias

y tú me haces ver un violeta espantoso

Ese cuadrito donde hay un coche me ha recordado el día

un día hecho de fragmentos malvas amarillos azules verdes y rojos

En que me fui al campo con una chimenea encantadora que llevaba

                                                                                        a su perra sujeta por la correa

Yo tenía una flauta de caña que no habría cambiado por un bastón

                                                                                                      de mariscal de Francia

Ya no queda nada ya no tengo la flauta

La chimenea fuma lejos de mí cigarrillos rusos

su perra les ladra a las lilas

y la lamparilla se ha consumido

Sobre el vestido han caído pétalos

Dos anillos de oro junto a las sandalias

se han encendido al sol

Tus cabellos entretanto son como un trolebús

a través de Europa vestida de fuegos multicolores.

La retrospectiva muestra la estrecha vinculación entre la vida y la obra del artista. Por sus orígenes, Marc Chagall acusa intensamente los problemas de la comunidad judía en la Europa de comienzos del siglo XX. Le inquietan las amenazas, serias y reales, que se ciernen sobre el mundo occidental en los primeros años treinta. Su angustia se expresa, con fuerza y fe. En su obra titulada La Guerra, fechada en 1964-1966 (fue necesario que pasara el tiempo para que pudiera expresar el dolor), Chagall retrata el shtetl –la aldea judía símbolo de una vida pasada, de un mundo ya perdido para siempre- atacado a sangre y fuego, mientras sus habitantes huyen. Invade el lienzo el animal mítico, enorme, blanco. En lo alto de la escena, Cristo reúne y agrupa a las víctimas de todas las tragedias.

A los artistas mártires* (Marc Chagall,1950)

¿Los conocí a todos? ¿Fui

a sus talleres? ¿Vi su arte

de cerca o de lejos?

Ahora salgo de mí, de mi tiempo,

voy hacia su tumba desconocida,

ellos me llaman, me arrastran al fondo

de su agujero –a mí el inocente- a mí el culpable.

Me preguntan “¿Dónde estabas?” Huí.

A ellos los llevaban al rincón de su muerte

y allí se comieron su propio sudor.

Allí alcanzaron a ver la luz

de sus lienzos no pintados.

Contaron los años no vividos,

vigilados y esperados.

[…] Las manos de sus madres y sus ojos

los escoltaban hasta el tren de la lejana gloria.

Ahora los veo, se arrastran en harapos,

descalzos por los caminos silenciosos,

Los hermanos de Israel, de Pissarro y de

Modigliani, nuestros hermanos a los que llevan

atados con cuerdas los hijos de Durero, de Cranach

y de Holbein hacia la muerte y los crematorios.

Cómo puedo, cómo debo verter mis lágrimas.

Veo el fuego, el humo y el gas

Que asciende hacia la nube azul y

la vuelven negra.

Veo los diente, el cabello arrancado,

proyectan hacia mí, arrebatado,

mi propio color.

Estoy en el desierto, frente  a montañas de zapatos,

de ropas, basura y ceniza. Murmuro

mi Kadish.

Y mientras permanezco así, de mis cuadros

desciende hacia mí el David pintado. Llega con

su arpa en la mano,

me ayuda a llorar, a cantar versículos de salmos.

Tras él desciende nuestro Moisés.

Dice: “No tengáis miedo de nadie”.

Os prescribe que descanséis en paz

hasta que otra vez él haya grabado

nuevas Tablas para un mundo nuevo.

La última chispa se apaga,

el último cuerpo se desvanece.

Todo sucede como antes de un nuevo diluvio

Me levanto y digo adiós,

Y me tomo el camino que lleva al nuevo

Templo

y allí enciendo una vela por vosotros.

Son muy interesantes también sus grabados para la Biblia, y para las Fábulas de La Fontaine, textos que ejercieron en él una gran influencia. Finalmente, la exposición reúne una selección de piezas escultóricas, cerámicas y relieves, piezas algunas de ellas inéditas, que centraron la actividad del artista a partir de 1950. El recorrido termina con un espacio dedicado al circo, un mundo mágico que le conecta con su infancia en Vitebsk, donde era frecuente la llegada de grupos ambulantes de saltimbanquis que, con su aire de libertad y fiesta, fascinaba a los niños que como él esperaban impacientes su visita.

El circo azul (Marc Chagall, 1950-1052)

Esta gran retrospectiva muestra el enorme compromiso del artista con la libertad e independencia, con la poesía y el color, mediante historias vividas e imaginarias, convocadas -como señala Jean-Louis Prat- de manera recurrente en su compleja y generosa obra.

Berta Ares

Imágenes © Museo Thyssen-Bornemisza

*Las poesías se incluyen en el catálogo con traducción del francés de Ángeles Caso.

Catálogo: Chagall. Ed. Fundación Colección Thyssen-Bornemisza. Madrid, 2011. (39,90€)

Información, vídeos y entrevistas en torno a la exposición: http://www.museothyssen.org/microsites/exposiciones/2012/chagall/index.html

Berta Ares Yáñez

Periodista e investigadora cultural. Doctora en Humanidades. Alma Mater: Universidad Pompeu Fabra.

4 Comentarios

  1. Lástima que una circunstancia personal me haya hecho imposible viajar para visitar esta exposición. En cambio, hace ya años, pude asistir a la que programó la Fundación Juan March sobre este pintor, que mu gusta muchísimo. ¡Qué de vuelos, solo o acompañado, a hecho uno por encima de casas y campos a semejanza de sus pinturas!
    Un saludo «sintónico».

  2. Pues no ha sido el ratoncito Pérez, sino un servidor,quien se ha comido la «h» de «ha hecho», que es como un brochazo sin ton ni son en un cuadro. Perdón.

  3. También vi la de la Fundación J. March. Fue hermosa. Gracias por recordarla. Bss, B

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