Hace algunos años los cineastas ElÃas Querejeta y Ana Querejeta trataron de llevar al cine la novela Todas las almas, de Javier MarÃas. Sin sentirse de entrada demasiado convencido ante la idea, el escritor acabó por aceptar la propuesta. La realización del proyecto provocó pronto la aparición de diferencias insalvables entre MarÃas y los Querejeta. Una de las principales causas de las desavenencias, según MarÃas, fue el nulo respeto que mostraba la adaptación cinematográfica al espÃritu de la novela. MarÃas denunció a la productora por incumplimiento de contrato y exigió que se eliminara del film toda referencia a su novela. Los tribunales le dieron la razón y de ese modo el novelista recuperó los derechos para una futura e hipotética adaptación de la obra.
Esta polémica pone de manifiesto la variedad de problemas que a menudo entorpecen las colaboraciones entre cineastas y escritores. Aunque a MarÃas se le reconoce por su condición de cinéfilo, por ahora su contacto con el cine no ha ido más allá de este fallido intento de adaptación de Todas las almas.
Ha habido, en cambio, otros escritores que sà han tenido oportunidad de involucrarse de manera más directa y con mayor fortuna en proyectos cinematográficos. José MarÃa Aresté nos habla de algunos de ellos en su obra Escritores de cine. Relaciones de amor y odio de doce autores y el celuloide, que recoge las experiencias con el cine de escritores tan diversos como Paul Auster, Graham Greene, Michael Crichton, F. Scott Fitzgerald o William Faulkner.
La de Paul Auster es quizás una de las incursiones más afortunadas que se conocen, hasta el punto que llegó a escribir varias pelÃculas, como Smoke, Lulu on the Bridge o Blue in the face. Smoke, dirigida por Wayne Wang en estrecha colaboración con Auster, narra el dÃa a dÃa de una serie de personajes corrientes y variopintos del barrio de Brooklyn: Por un lado Auggie Wreen (Harvey Keitel), que regenta un estanco desde donde ve pasar la vida del barrio. Auggie no es solo un estanquero. Cada mañana, a la misma hora, realiza una foto de la esquina en que está situada su tienda. Cada instantánea recoge un amanecer distinto. Auggie confiesa que le dedica a su afición sólo cinco minutos al dÃa, pero todos los dÃas. Las más de 4.000 fotografÃas que lleva hechas son el proyecto de su vida. Paul Benjamin (William Hurt) es un escritor que no ha vuelto a publicar tras la pérdida de su esposa, fallecida fortuitamente a consecuencia de una bala procedente de un atraco. Paul acude asiduamente a comprar cigarrillos a la tienda de Auggie. Una noche Auggie le muestra sus fotos. En un principio Paul cree que son todas iguales. Auggie le enseña a detenerse en ellas para apreciar que el dÃa a dÃa, las fotografÃas aparentemente iguales, componen un colosal mosaico de historias de la gente del barrio. De esta manera Auster reivindica la inusual idea de un cine y una cultura que deben dejar lugar a las historias y las preocupaciones de la gente corriente.
Se dice que Smoke es también un homenaje a los cuentacuentos. Todos los personajes cuentan historias, algunas son ciertas y otras no. La historia de cómo calcular el peso del humo; la del hombre que se encuentra fortuitamente con el cadáver de su padre, perfectamente conservado en un bloque de hielo tras años desaparecido. Cierra la pelÃcula la historia de cómo Auggie consiguió su primera cámara fotográfica. Tras oirla, Paul le dice a Auggie: “Para mentir bien hace falta talento. Hay que saber manipular para contar historias. Y tú en eso eres un maestroâ€. Auster buscaba plasmar la idea de que cada personaje debÃa ayudar a los otros a sacar lo mejor de sà mismos. Y eso es exactamente lo que los protagonistas de Smoke hacen mientras salen adelante.
Jordi Pacheco
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Otra incursión interesante de un escritor en el cine es la de Antonio Skármeta, que fue guionista, director y actor de la versión cinematográfica de su novela «Ardiente paciencia» (Ediciones del Norte, 1985), luego publicada por Plaza & Janés en 1995 con el tÃtulo «El cartero de Neruda».