Joan Tarrida, Tamara Djermanovic, Radka Denemarková y Stanislav Skoda | Foto: Isabel Sucunza

Denemarková no cabe en una presentación

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Joan Tarrida, Tamara Djermanovic, Radka Denemarková y Stanislav Skoda | Foto: Isabel Sucunza
Joan Tarrida, Tamara Djermanovic, Radka Denemarková y Stanislav Skoda | Foto: Isabel Sucunza

Radka Denemarková llega a la Calders desde Madrid donde acaba de presentar también su última novela, El dinero de Hitler, publicada ahora en castellano por Galaxia Gutenberg. “No es el mejor título”, me comentará una de las asistentes con el libro en la mano después de la charla; “Y ¿cuál lo sería?”, pregunto yo. No cabe; no cabe en un título todo lo que Denemarková, Tamara Djermanovic y Joan Tarrida acaban de explicar del libro de la primera. O sí: el libro de Radka podría titularse simplemente, como si fuera poco, Europa. O Humano. O Humanos europeos, mejor. Entre Denemarková y Djermanovic lo acaban de resumir muy bien:

“La novela apuesta por defender el sentirse humano, el humanismo, cosa muy difícil de defender en algunos momentos de la historia.”

Ahora voy a explicar qué pasa en una buena presentación de un libro (que, si encima es la presentación de un libro bueno, ya es un festival): los ponentes, hablando de una novela concreta, hablan de muchas novelas, porque no están, en el fondo, hablando de ninguna novela sino de cosas mucho más profundas. Denemarková explicaba que algo parecido a esto le pasa a ella cuando se pone a escribir: no puede quedarse simplemente con el intento de explicar una historia; le pesa la responsabilidad, dice, de lo humano, de la historia y del contexto que ha conocido sólo por haber nacido en un sitio determinado en un momento concreto. Las etiquetas le pesan; etiquetas que, a lo mejor, ni siquiera es consciente de llevarlas desde el mismo momento en que nació.

Galaxia Gutenberg
Galaxia Gutenberg

“Gita, la protagonista, no sabía que era judía.”, ha explicado Radka; y a mí, que apuntaba, me ha venido a la cabeza Els desposseïts, de Szilárd Borbély, que es otra novela trufadita de etiquetas que acaba de publicar Edicions del Periscopi; y también me he acordado de El defecto, de Magdalena Tulli, que ahora mismo acaban de traducir en Rayo Verde. Y en Kertész, he pensado también. Y entonces las presentadoras han dicho Zweig. Y alguien del público ha soltado: Akhmatova. Y con lo que decíamos y pensábamos, entre todos hemos ido tejiendo en la Calders una especie de… mapa de la literatura, iba a decir, pero no: del género humano, mejor, que trascendía toda novedad literaria para entroncar el libro de Radka con algo mucho más grande, mucho más general.

Acabada la presentación, una asistente me preguntaba si teníamos El dinero de Hitler en checo, Monika Zgustova le aconsejaba que lo leyera en castellano primero, que no es un lenguaje fácil el que utiliza Denemarková; otra lectora le preguntaba a Radka por el papel de las víctimas y ella le respondía hablando del importantísimo papel de la memoria; y, me permito un momento celebrity spotting ahora, Chantal Maillard se retiraba discretísimamente, igual que había llegado, despidiéndose con un leve gesto de su editor, que es Joan Tarrida también; el mismo que esta tarde, nada más llegar a la librería, me decía: “Es difícil mover autores extranjeros, darlos a conocer.” ¿Difícil moverlos? Radka Denemarková volaba media hora después.

Isabel Sucunza

Isabel Sucunza (Pamplona, 1972). Vivió en Navarra hasta finales de los 90, cuando se le acabó el chollo de estudiar y decidió buscarse un trabajo en Barcelona. Lo encontró en la redacción de la Guía del ocio. Trabajar allá durante cinco años supuso una especie de segunda carrera sobre qué se cocía en la ciudad. Pasó después por BTV y TV3 como miembro del equipo de los programas 'Saló de lectura' y 'L'hora del lector', y aquello fue como una especie de tercera carrera sobre qué se cocía en los libros. En los últimos dos años ha publicado un libro suyo ("La tienda y la vida". Blackie Books) y ha colaborado en la publicación de unos cuantos libros de otros en Navona Editorial.

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