Eduardo Mendoza: “Un hombre se levanta y se ha convertido en un bicho; es lo que me pasa a mà cada mañanaâ€
Llibreria Calders. Primer dÃa de la «Semana de la literatura checa». Siete de la tarde. Stanislav Skoda y Radka Denemarková ya pasean entre los libros. Denemarková es escritora checa, al dÃa siguiente, o sea, hoy si van leyendo esto en tiempo más o menos real, presenta también aquà en la librerÃa su última novela El dinero de Hitler. Llama a la librera. “Ya sé que estás liadaâ€, dice, “pero me gustarÃa que me recomendaras un libro para mi hija; tiene quince años y estudia español.†“Hombre, últimamente han ido publicando relatos de la Matute ilustrados que, para empezar, están muy bien.â€, dice la librera… digo yo, vaya (vamos a dejarnos de hablar de nosotros mismos en tercera persona, que me estoy viendo como desde fuera y acabaré dándome cuenta de que me han salido muchas patas y no me puedo levantar). Le enseño el librito. “No.â€, me dice, “se creerá que pienso que es una crÃa y se ofenderá.†“Vale, tiene quince años y va de punk.â€, le digo. “SÃ, eso cree ella.†“Pues Ainhoa Rebolledo.â€, le respondo y le paso Tricot. Le cuento de qué va. “¡Perfecto! ¡Perfecto!â€, exclama ella. Mientras tanto, Skoda ha colgado un póster tamaño casi natural con la famosa imagen de Kafka con sombrero, que presidirá la librerÃa durante los cuatro dÃas que durará la semana.
Llega Mendoza. Vinos, cervezas, gente que espera. Mendoza que se sienta. Skoda que también.
Stanislav Skoda es el director del Centro Checo de Madrid y el secretario del agregado cultural de la embajada checa en España, cargo que me acabo de inventar y que no quiero ir a comprobar a la web del consulado por miedo a empezar a pasearme por pasillos de links, nombres y membretes, perderme y no saber después encontrar la salida. Skoda le pregunta a Mendoza qué se siente al recibir el premio Kafka que le acaba de otorgar la Casa Kafka de Praga; premio que en otras ediciones ha recaÃdo sobre, atención: Philip Roth, Elfriede Jelinek, John Banville, Václav Havel… “Una vergüenza horrorosaâ€, responde rápidamente Mendoza (primeras carcajadas del público) e inmediatamente procede a recordar la famosa conferencia que él mismo escribió y leyó hace un tiempo, TeorÃa general de la novela se titulaba, en la que soltó aquel espectacular (por el espectáculo que generó después) “Kafka no tenÃa sentido de la narración†sostenido en el argumento de que los principios de sus novelas son tan redondos que ya no hacÃa falta seguir leyéndolas después. “Dije eso entoncesâ€, continua Mendoza, “porque, como todos los tontos, pensaba que se me entenderÃa, pero no. Y, claro, la gente se enfadó muchÃsimo conmigo y me empezaron a caer encima objetos que lanzaba el público y tuve que escapar de allÃ. Ahora me dan el premio Kafka. Y me da una vergüenza horrorosaâ€.
Y entonces Mendoza empieza a hablar de Kafka: desgrana los principios de sus novelas, sigue afirmando que más que principios parecen finales: que si uno empieza una novela asà como las empezaba el checo, lo único que puede venir detrás es el drama de seguir escribiendo hasta llegar al final. Y se le empieza a notar en seguida a Mendoza una admiración por Kafka que es la admiración de quien lo conoce a fondo y le ha sabido ver hasta los fallos. “Cuando uno empieza a escribir, siempre quiere intentar imitar a Kafka, pero Kafka es irrepetibleâ€. “En casi todos los libros de Kafka hay un momento tan dramático que uno no puede sino reÃrse: Kafka era una mezcla entre el profeta y el cabaret; y, ojo, -bromea- esto es una cosa que sólo han conseguido Kafka y Ferran Adrià .†(más carcajadas del público).
Y siguiendo con su recorrido por arranques, escenas, puntos clave de los libros de Kafka, Mendoza habla de sà mismo: “Un hombre que se despierta y se ha convertido en un bicho; es lo que me pasa a mà todos los dÃasâ€. “Escribir es una cosa terrible y agónica, pero peor es trabajar; yo trabajé también al principio (como Kafka) en una oficina de seguros; es un trabajo que te enseña a ser observador. Luego tuve suerte y pude dejarlo para dedicarme a escribir. Mira…â€, concluye mirando a Skoda, “…ahora pienso que sà que me merezco el premioâ€.
Skoda ha leÃdo al principio de la conversación cartas de Marketa Malisová (directora del Centro Franz Kafka de Praga, que es quien otorga el premio) y Katerina Lukeová (embajadora checa en España), ellas también creen que Mendoza se lo merece.
Sigue la charla. Escritores checos, escritores checos en alemán, escritores checos en checo, escritores catalanes en castellano: “Marsé y yo somos escritores catalanes. Terenci, cuando escribe en castellano, y Vila-Matas, también; si no somos de aquÃ, ¿de dónde vamos a ser? Si consideramos la lengua, Kafka es alemán; si consideramos en cambio que la literatura es también otra cosa además de la lengua, Kafka es muy checo.â€
“Me ha gustado muchoâ€, me dice Radka Denemarková fumando después en la puerta de la librerÃa. “VenÃa pensando que lo de hoy serÃa una cosa snob, pero no lo ha sido para nada.â€
Hoy jueves ella presenta su libro aquà mismo, sentada justo debajo del póster de Kafka. A las 19.30h, recuerden. Y mañana, más.