Diálogo con Boris Pahor, por Jordi Corominas i Julián | Revista de Letras
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Antes de la Primera Guerra Mundial era la más bella Babel, los que empezaron a arruinar la vida de Trieste fueron los irredentisti italianos un poco antes, en 1880. Quisieron reivindicar su ciudadanÃa italiana y eran una minorÃa, porque la Trieste económica y ciudadana navegaba en otros mares, no estaba por esas cuestiones, querÃa mantener una independencia ajena al nacionalismo.
Además la misma historia literaria de la ciudad, con nombres como Italo Svevo y James Joyce, ya muestra este espÃritu abierto contrario a la uniformidad.
Yendo a las cuestiones que aborda en su libro me parece muy interesante su reflexión centrada en que los campos de concentración no fueron un problema hebreo, sino europeo. Al fin y al cabo esta condición hermana el universo concentracionario con la situación de Trieste, dos Babeles que prueban, desde situaciones diametralmente opuestas, lo absurdo del nacionalismo, un invento nacido de una necesidad represora.
Desde mi punto de vista es diferente a otros libros sobre el fenómeno que tratan más la gran tragedia, y en cambio usted se centra en pequeños detalles que son un radiografÃa de los campos sin insistir en el dolor, que se sobreentiende.
Espero haberlo logrado. Hace poco entendà que mi libro necesitaba una introducción. Mi libro habla de los campos de trabajo donde fueron condenados los anti-nazis que llevaban el triángulo rojo. Hace una semana estuve en ParÃs para ver un documental sobre el libro y lo han titulado asÃ, El triángulo rojo, el sÃmbolo de los resistentes contra el nazismo, no se debe confundir con los hebreos de Auschwitz, hombres inocentes, no como nosotros, culpables por actividades de oposición. Éramos resistentes.
El único punto en común entre Auschwitz y su campo es que en ambos recintos se buscaba la muerte del preso mediante el trabajo. Arbeit macht frei.
Trabajar hasta la extenuación. Tuve la suerte de ejercer mi labor en interiores, sin pisar la nieve ni empaparme de lluvia con ese vestido que era como cartón. Era enfermero, eso me salvó.
Y al trabajar como enfermero creo que usted explica en el libro que al ver tanta muerte terminó siendo insensible a la misma.
SÃ, y es algo horrible, una pesadilla. Uno puede habituarse a cualquier cosa. Al principio, cuando te quitan todo y te dan los pantalones y la chaqueta, te sientes nulo, pero como enfermero la posición era diferente. Primo Levi nos llamaba eminentes y nos condenaba porque no Ãbamos a la mina, nuestra labor era ligera, sin excavar ni cargar piedras pensando en la hora de la menestra. Gracias a Dios vivà otro tipo de sufrimiento.
De todos modos padeció y adquirió mayor conciencia del horror.
Civiles alemanes de Nordhausen, supervisados por soldados americanos, entierran en fosas comunes a las vÃctimas halladas en el campo de Mittelbau-Dora (Foto: United States Holocaust Memorial Museum)
Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial uno de sus compañeros de reclusión publicó un libro donde proponÃa masacrar a todos los alemanes.
La clase polÃtica italiana es especialista en esconder las partes más oscuras de la Historia patria.
Y eso nos afecta a los eslovenos. Ahora hay un dÃa que recuerda los muertos del diez de febrero de 1945 en Trieste, pero olvidan sin muchas complicaciones todas las fechorÃas del fascismo con nuestra nación.
[…] Diálogo con otro superviviente (vivo) de los campos de exterminio nazis http://www.revistadeletras.net/dialogo-con-boris-pahor-por-jordi… por joseluis.amores hace 2 segundos […]
[…] fuente: Revista de Letras […]