Es imposible encontrar un lugar idóneo para conversar sobre Hobo (Ed. La Isla de Siltolá), el nuevo libro de Juan Vico. Pese a buscarlo, tropezamos con locales aislados acústicamente hasta la grima y limpios, demasiado limpios; salas equipadas con modernos sistemas de ventilación que hacen que las palabras sean excesivamente higiénicas y un sonido digital y perfecto. Nada que se le parezca al surco del disco, a las voces de los ciegos del blues, a asuntos que son pura filigrana y sonido granulado, reflejo del tiempo como Blacke Snake Moan o a Police Dog Blues. Totalmente imposible. Asà que es mejor no fijar el lugar, perseverar en el no-lugar que Ãlex Chico referenció en su poemario Dimensión de la frontera (y al que acabamos de dejar hace unos minutos conversando sobre la Deriva de Laia López Manrique) y comenzar el diálogo, con alguna copa y el ciego Joe Reynolds dándole a su Cold Woman Blues.
Hobo narra las andanzas de Bob Skynny Lunceford, que convive con mitos reales, bluesmans legendarios, y se ambienta de forma perfecta en la época en la que los negros pasaron de la esclavitud a la explotación, y la música era resultado y expresión de ese encarcelamiento soterrado, de sus vÃctimas. Toda época tiene sus vÃctimas y Bob fue una de ellas. Precisamente, Bob, el protagonista de la novela Hobo de Juan Vico es el que plantea la única pregunta que circulará en esta conversación, pese a que hayan unas cuantas más: “¿Qué saben ellos del mundo en el que surgieron, los campos de algodón, el barro, la cárcel, las llagas en los dedos, la niebla en el alma, el alcohol en la sangre, la sangre coagulada en el suelo de un antro, una mujer llorando de madrugada ante su bebé muerte, los trenes cabalgados, la continua oscuridad?â€. Y es que Bob es un personaje que logra el desarrollo en la novela, ese desarrollo que todo novelista desea para sus personajes. Bob, el delgado Bob, Skynny, es la piedra angular de la narración y espejo de la vida de cualquier pionero del blues de su época, principios del siglo XX en el Delta del Mississipi. Un pobre muchacho que consigue expresar a través de la cuerda y la voz. Un pobre muchacho que se distingue de los demás, que forma parte de la inauguración del género.
-Bob es pura versatilidad –dice Vico-, un tipo que lleva al público al nudo en la garganta narrando los desastres del mundo y sin más que se pone de pie y aúlla hasta llevarlos al éxtasis.
-Esto está reservado solo para unos cuantos.
Para los que expresan con todo y van a la cabeza, aquellos que son reflejo del tiempo, del momento en el que viven, y no les importa eso de dormir en una cuneta con la guitarra colgando en la espalda.
-Conozco a unos pocos, siempre solos. Quince espectadores, veinte en el público.
-Claro, solos porque sus comunes no aspiran a decir lo que sienten desde lo profundo, sino a publicar o tocar para grandes editoriales o productoras y a ganarse a las masas con un producto. Con un producto, no con una obra.
-Y ahà es cuando se venden –le digo-, cuando pasan de su independencia presunta a conformar esa masa de autores que pueden comprarse en una tienda de golosinas a peso.
-Pasarán.
-SÃ, vivirán de lo suyo, serán escritores o artistas con nombre y la gente les comprará los tickets de las entradas, pero serán humo.
-Nada –dice con una mueca Vico.
-Apenas polvo.
-Es lo que tiene faltar a la honestidad, a su propia honestidad. A la de todos.
-Y tratar al espectador como si fuese estúpido. La semilla de la estupidez es sembrada por ellos de forma constante.
Juan Vico es un escritor elegante, pantalones tweed a cuadros y americana negra, y prefiere dejar a un lado esa conversación, que tantas veces nos ha llevado a la deriva (la deriva de nuevo) y me habla de Big Jim Edwards:
-Bob oyó a Big Jim deslizar el pequeño tubo de vidrio por el mástil de su guitarra y decidió perfeccionar la técnica slide. Llegó a ser un maestro en el slide. Suele afinarse en Re, Mi y Sol. Johnson es uno de los grandes, por supuesto.
-Lo que es difÃcil de comprender es cómo estos grandes suelen perderse por los vericuetos de la vida, en la novela Bob alcanza su objetivo, que era tocar como los grandes, fue un grande, pero pese a eso la vida está por encima y le patea hasta dejarle fuera del mundo –le digo.
-En el mundo, pero fuera del mundo –responde Vico-, eso serÃa lo deseable para todo artista. Cuando ese “fuera del mundo†canibaliza (guiño canÃbal de Vico), anula al hombre. Y el hombre está por encima del grande, y uno ya no tiene ni fuerza ni comprende aquello que le rodea, se abandona, prefiere dejar de comprender y evita la lucha, es anulado. Fin.
-Y luego están esos ejecutivos de compañÃa discográficas, como Mr. Wald en la novela, que se aprovechan del talento, de los tipos que solo quieren tocar y decir y no juegan a lo que ellos juegan.
-En la novela le pagan a Bob setenta dólares por el disco. Doce discos. Ochocientos cuarenta dólares. Una verdadera miseria, si las ventas son mÃnimamente dignas. Una auténtica fortuna para Bob, no obstante, que es un pobre muchacho al fin y al cabo. Un grande, pero un pobre muchacho.
-Que no es consciente, en verdad, de aquello que es.
-Puede ser.
-¿Bob comparte aspectos en la ficción con Charlie Patton? ¿Es posible?
-Esta pregunta me la hizo Ramón del Solo para La taberna del blues, te puedo decir lo que a él le comenté: En Hobo hay rasgos que separan a Bob Skinny Lucenford de Patton. Uno de ellos es el conflicto entre religiosidad y vida licenciosa, que lo tomé prestado de la leyenda Son House, también el paso por la prisión. De Skip James la técnica guitarrÃstica, las letras lÃricas y enigmáticas. También hay indicios de Robert Johnson, Tommy James o incluso en músicos posteriores.
-AsÃ, en tu novela Hobo, mezclas la realidad y la ficción y, pese a ser totalmente ficticio el personaje, sus vivencias son resultado de otros pioneros del blues…
-Eso parece.
-La precisión estilÃstica de la novela también es un elemento que quiero destacar, es posible que algo de culpa tenga tu saber hacer poético –le digo algo inquieto por eso de no poder dar datos sobre el no-lugar que nos rodea, una dimensión inaprensible de cualquier frontera.
-Bien –me responde tomando un sorbo- aunque es cierto que mis poemarios pueden ser narrativos, aunque no sé si es muy acertada esa descripción, no creo que se parezca en casi nada su construcción y resultado con la construcción y el resultado de la novela. Sin duda que la poética marca, pero más aún marca tener un personaje como Bob, una época como la que vivió y el blues como escenario, ello ya te conduce a una forma de decir que considero apartada de mi resultado poético.
-No lo podrÃa decir mejor.
Decidimos que suene algo de Robert Johnson para acabar esta entrevista sin vista y elegimos el tema Me and The Devil Blues. Hobo es una novela brillante, resultado del blues y de la pasión del autor por la música, hay poco más que decir. Léanla, eso sÃ. Y siempre regresar a la pregunta del gran Bob: “¿Qué saben ellos del mundo en el que surgieron, los campos de algodón, el barro, la cárcel, las llagas en los dedos, la niebla en el alma, el alcohol en la sangre, la sangre coagulada en el suelo de un antro, una mujer llorando de madrugada ante su bebé muerte, los trenes cabalgados, la continua oscuridad?â€. Robert Johnson canta:
Me and the Devil / Was walkin’ side by side / Me and the Devil, woooo /
Was walking side by side / And I’m going to beat my woman / ‘Til I get satisfied.
Iván Humanes BespÃn
http://ivanhumanes.blogspot.com
Hobo de Juan Vico se presentará el dÃa 10 de mayo de 2012 en la librerÃa La Central del Raval (Barcelona). A las 19 horas. Presentan: Fernando Clemot y Ginés S. Cutillas.