Juan Vico, cuya solvencia tanto como narrador como poeta está sobradamente demostrada, nos ofrece un nuevo poemario, Condición de los amantes, en el que tiene la audacia de tratar ese tema tan manoseado y nunca concluso que es el amor. Pareciera que después de Lacan y su definición “amar es dar lo que no se tiene a quien no es†y Bauman y la desoladora teorÃa desarrollada en su Amor lÃquido la cuestión estuviera finiquitada, pero afortunadamente, o no, no lo está en absoluto. Y eso es lo que demuestra Juan Vico. No lo está. A pesar de todo, la cuestión sigue ahÃ, pendiente de nuevos fragmentos de un discurso amoroso, o metadiscurso del que Juan Vico es completamente consciente y, “sarinagara  (“sin embargoâ€, Kobayashi Issa). “Qué alfabeto feroz es preciso, /sin embargo, enfebrecido; qué/ desencanto antiguo y tan sin tregua†concluye en Acuerdo de mÃnimos.
El tÃtulo del libro forma parte del epÃgrafe de Lope de Vega con que se abre. DirÃa que esa cita es casi una declaración de intenciones. Puesto que se trata de un discurso manoseado, de unas palabras fosilizadas desprovistas ya de todo sentido, hagámoslo conscientemente y refugiémonos en los clásicos. El lector agradece, en este tiempo lÃquido, encontrarse con un texto escrito por alguien que ha leÃdo, y mucho. Ecos de los clásicos y los contemporáneos se encuentran en cada poema, rematados por una especie de distancia lúcida, sabedor el poeta de la casi imposibilidad de su empeño: “La racanerÃa de las metáforas†nos advierte en delectatio amorosa y, sin embargo.
En algunos de sus poemas descubre claramente sus filias, como en los dedicados a Mallarmé o a Perec, pero en otros nos concede el placer de descubrirlas, como la alusión a los mÃsticos y a Lorca en Tema libre: “Y entonces tú, gacela insomne, /dime dónde temblarásâ€. O a otros de la generación del 27, con Pedro Salinas, dirÃa, a la cabeza. AsÃ, en Teorema, al contrario de Salinas a quien la amada se le revela en cada gesto y cada pronombre, Juan Vico confiesa: “mucho temÃ/ que no volvieras nunca revelada/ por algo que no fueras solo tú,/ rotunda materia ajena al sÃmbolo, / refractaria al balbuceoâ€.
Y, a pesar de que en los poemas iniciales nos advierte: “Soy/ otro fraude resumiendoâ€, en los finales se lanza a ese “sarinagara†afirmando: “Digamos/ por una noche/ las más viejas frases hechas/†para concluir: “tu poema,/ mi perdición, / otra forma/ de esperanza.â€
En la misma lÃnea que el poeta desarrolla, se podrÃa decir que la palabra emoción está totalmente diluida, que ya no hay significado, que su significante está perdido y definitivamente corrupto y, sin embargo, serÃa aquella con la que definirÃa mis sensaciones leyendo un verdadero y lúcido poemario amoroso: emoción y gratitud, “sarinagaraâ€.